Somos madres ¡y tenemos sueños más allá de la maternidad!
Aunque no recuerdo muchas cosas antes de los 7 años, mis memorias de esa época son bastante vívidas y suelen ser felices. Pero si tuviese que elegir un recuerdo realmente angustiante sería el de mi mamá diciendo que pensaba retomar el trabajo. La sola idea de imaginarme sin ella me causaba ¡ansiedad, pena, pánico! Y le pedía que, por favor, no fuese a trabajar. Hoy, siendo mamá, me doy cuenta de que no fui nada comprensiva (¡perdón, ma!), pero vamos, ¡tenía 6 o 7 años!
Mi situación con Almudena no ha sido igual. Fui mamá a los 21 y 2 años después de que ella naciera empecé a trabajar. Nunca he sido una “ama de casa” y no me siento culpable. A pesar de eso, debo confesar que ha habido veces en las que Almu me ha preguntado “¿a dónde vas, mami?” y cuando le contesto que voy a trabajar, me ha pedido que no vaya, que me quede. Hace puchero y se me estruja el corazón. Por un segundo me pregunto si estoy haciendo mal, pero lo pienso y sé que mi respuesta no debería ser que lo hago por obligación, que me perdone por dejarla pero que necesito el dinero. No. No quiero que en el futuro piense que el trabajo es algo malo, algo que odiamos pero no podemos dejar de hacer. Quiero que disfrute las cosas que haga. Entonces, el discurso va más o menos así:
“Almu, a mami le encanta estar contigo, pero también disfruto yendo al trabajo y cuando queremos a una persona nos gusta que haga todas las cosas que la hacen feliz, que le hacen bien. Yo por ejemplo, nunca te pediría que no vayas al nido, porque sé que te encanta ver a tus amigos y hacer tus trabajitos. A mí me encanta ser tu mami y también –unos días más que otros- ir a ese lugar con el techo grandote de colores que viste, ¿te acuerdas? Siempre estoy conversando con muchas personas y siento que pongo en práctica las cosas que he aprendido en la Universidad. Luego, no sabes lo contenta que vengo a la casa, rapidito para verte, para jugar, hacer tu “teté” (leche), ponerte pijama, leerte cuentos y dormir abrazaditas. Ese es mi momento favorito del día. Además ya viene el fin de semana y estamos todo el día juntas, ¿ya?”
Por lo general, Almudena contesta “ya mami” y se despide de mí con un besito. Sería ideal que todas las personas entendieran el mensaje tan bien como Almudena y realmente creo que nuestros hijos deberían ser los únicos a quienes darle esa clase de explicaciones; sin embargo, resulta increíble la cantidad de veces que las mujeres tenemos que argumentar por qué, si somos madres, decidimos trabajar.
Si a ti también te han hecho esa pregunta o, como yo, tienes algún familiar que ha sugerido que deberías renunciar a algo que te gusta, para lo que eres buena y por lo que te pagan, te tengo buenas noticias: según un estudio presentado en el 2012 en la reunión anual de la American Sociological Association, las mujeres que trabajan en horario completo luego de haber sido madres son más saludables mental y físicamente que aquellas que no se incorporan al mercado laboral o se quedan sin empleo continuamente. Sí, las sociólogas Sarah Damaske, de la Universidad Estatal de Pensilvania, y Adrianne Frech, de la Universidad de Akron, examinaron a 2.540 mujeres que fueron madres entre 1978 y 1995; encontraron que, al cumplir los 40 años de edad, las que habían trabajado presentaban una menor tendencia a la depresión y más energía que las que se quedan en casa.
Y si lo que te preocupa es “abandonar” a tus hijos, hay suficientes estudios que demuestran que lo importante en la relación padre/hijo es la calidad y no la cantidad de tiempo que pasan juntos. Recientemente, un estudio de la UCL señala que los pequeños, en especial las niñas, que se quedan en casa con mamá, son doblemente más propensas a desarrollar problemas emocionales o de comportamiento que las que tienen mamás que trabajan. El estudio fue realizado a 20 mil niños a quienes se les preguntó sobre sus relaciones interpersonales y se llegó a la conclusión de que los niños más estables y sanos, emocionalmente hablando, eran aquellos cuyos padres (ambos) trabajaban.
Lejos de ser una crítica a las madres que encuentran su felicidad estando solo en casa, creo que es importante que, si ya se nos ha dicho durante tantos años que ser buenas mamás es estar siempre con nuestros hijos, ahora podamos demostrar que esto no es necesariamente cierto; es decir, que no existe una fórmula ideal. Así es que madre de familia: tú que sales a trabajar todos los días, ¡no estás haciendo nada malo! Puede que sientas que no estás cumpliendo las expectativas de tus padres/suegros/abuelos/hermanos/tíos pero ¡oye! Las únicas expectativas que deberíamos estar cumpliendo son las nuestras ¿Sabes por qué? Porque eso nos hace mujeres felices y creo que solo siendo mujeres felices es que podemos criar a niños felices y, sobre todo, tolerantes.