¡Viva Rossini! derroche de coloratura
Festival Internacional de Ópera “Alejandro Granda” rinde homenaje al autor de Pésaro en brillante primer programa.
Por Gonzalo Tello
¡Viva Rossini!: Homenaje a Gioacchino Rossini. Salome Jicia, Cecilia Molinari, Davide Giusti, Sergey Artamonov, Coro Nacional, Orquesta del Festival Alejandro Granda, Jacques Lacombe. Gran Teatro Nacional.
Los que seguimos la carrera artística de Ernesto Palacio desde que se volvió empresario artístico sabemos de su agudo sentido para descubrir a estrellas del futuro y encaminarlas a ese objetivo. En 2001, presentó en Lima una versión en concierto de la exigente ópera seria “Semiramide” de Rossini, con un elenco de jóvenes promesas: Ermonela Jaho, Daniela Barcellona, Ildar Abdrazakov y un Juan Diego Flórez en los inicios de su carrera. Hoy, para los grandes teatros del mundo, sería un lujo muy costoso y difícil juntar a tales estrellas.
Desde la fundación del Festival Internacional de Ópera “Alejandro Granda” en 2008, Palacio se ha encargado no solo de traer al Perú a legendarios artistas, sino también darle la oportunidad a jóvenes talentos que al poco tiempo llegan a brillar en los principales escenarios.
En la mas reciente edición del Festival, y en el año en que asume la dirección del Festival Rossini de Pésaro (el mas importante del mundo dedicado a este compositor) Palacio aprovecha para traer a Lima a cuatro voces que prometen dar que hablar aquí y en aquel festival cuando participen en interesantes producciones en el próximo verano europeo. Junto al reconocido director canadiense Jacques Lacombe (al cual aprecié en su debut en el Met en 2004 con “Werther”) esta edición presenta dos programas: El primero dedicado a la música de Rossini, y el segundo a los grandes compositores italianos.
En este primer programa de tres horas de duración, escuchamos el imponente “Stabat Mater” en diez movimientos, obra cumbre del Rossini maduro. Cuando dejó de componer óperas a los 36 años, se retiró a París a dedicarse a la gastronomía y escribía de vez en cuando obras sacras, de las cuales esta es su mas renombrada. Si bien es fácil reconocer sus melodías, la complejidad y fuerza de la obra se hace notar, especialmente en las partes del Coro.
El tenor Davide Giusti da una buena impresión en el “Cujus Animam” destacando por el legato y la facilidad en los sobreagudos. La soprano georgiana Salome Jicia sorprende con agudos poderosos y mágica musicalidad y dramatismo, especialmente en el “Inflammatus”. Con algo de rubato, Jicia utiliza ornamentos en el Da Capo apoyada por el Coro. La orquesta la apoya con cambios de velocidad oportunos. La soprano, junto a la mezzosoprano Cecilia Molinari da una bella rendición de “Quis et homo”. En el “Fac ut portem” Molinari demuestra un sentido lírico sobrecogido con una linea vocal estupenda. Sergey Artamonov derrocha potencia y nobleza en su pieza acapela “Eia Mater”. El “Sancta Mater, istud agas”, se inicia como un duetto de ópera seria, entre la soprano y el tenor, con toques heroicos. Se convierte en un cuarteto con fervor religioso, los solistas empujados con ímpetu desde el podio.
El Coro Nacional brilló durante la obra con un sentido exquisito de musicalidad, con sonido poderoso, y muy bien matizado, siguiendo perfectamente las indicaciones del director. Jacques Lacombe no pudo guiar mejor a coro y orquesta con dinámica, fuerza y gran técnica. Con una batuta precisa, sutiles accelerandos, y sacando volumen interesante a la Orquesta del Festival Granda.
La segunda parte dedicada a oberturas arias y duetos es toda una fiesta de la coloratura, en que los solistas brillan como los grandes. El programa no solo se limita a los “highlights” sino a obras mucho mas complejas, como las oberturas de “Guillaume Tell” o “Semiramide” y duetos complejos como el de “Il viaggio a Reims”.
Esta parte se inicia con una audaz interpretación de la obertura de “La gazza ladra”, pasando al duetto “Nel suo divin sembiante” de “Il viaggio a Reims” entre Giusti y Jicia. La soprano se siente mas cómoda que el tenor, pero sortean de manera satisfactoria el final con bellos ornamentos y gracia. Molinari interpreta el aria “cruda sorte” de “L´italiana in Algeri” con voz grave y contundente, un vibrato adecuado, e interpretación sobria. Para su corta edad tiene una madurez vocal elogiable.
Artamonov interpreta “la calunnia”, aria de Basilio de “Il barbiere di Siviglia”. Su voz va in crescendo, al estilo buffo pero siempre con un peso ruso indiscutible. Lacombe con la orquesta logra adornos interesantes de las cuerdas, creando una telaraña elaborada y rica en texturas.
La obertura de “Guillaume Tell” es obra densa y compleja. Aunque no se percibe mayor virtuosidad o lírica de los chelos, el conjunto logra brillar en la secuencia de la tormenta. La entrada de la flauta y el corno inglés y es grata y de tono pastoral, y el desenlace con intro de la trompeta y cornos es fantástico.
En la difícil aria “Asile hereditaire” el tenor Giusti se siente mas seguro, pues su voz tiende a ser mas lírica que ligera. Los agudos seguros y todo su recitativo es adecuado. Aunque hubiera sido demasiado para el cantante, extrañamos escuchar la extraordinaria cavaletta que Rossini escribió para este, el personaje de Arnold, en que los Do sobreagudos se dan por montones.
Hacia el final de la gala escuchamos selecciones de “Semiramide” una de las óperas serias mejor logradas e inspiradas de Rossini. Su difícil obertura fue bien interpretada aunque algo desbordada desde la percusión y los metales. La mejor impresión la dió la soprano Jicia con una coloratura espectacular en el aria “Bel raggio lusinghier”. La gala termina con el duetto “alle piu care immagini”, en que Jicia y Molinari crean una amalgama de dimensiones colosales. Ambas artistas brillaron a tope.
Esta edición del Festival Granda mantiene la calidad musical y es un deleite para los amantes del Bel Canto. La siguiente gala de autores italianos promete mas brillo y sorpresas.