Nelson Freire y la herencia de Brahms
Conversamos con la leyenda del piano antes de su concierto con la OSN, con la cual tocó por última vez hace 50 años.
Por Gonzalo Tello (Ópera Perú)
Como Mozart, el pianista brasileño Nelson Freire inició una carrera casi a la par de sus años de vida. Desde los 3 ya tocaba de memoria partes musicales que su hermana mayor acababa de tocar, e inmediatamente tomó clases nada menos que con discípulos del mismísimo Franz Liszt. A los 5 ya tocaba sonatas de Mozart y a los 12 competía tocando obras complejas como el “Emperador” de Beethoven.
Con 55 años de carrera a cuestas, es difícil mencionar a algún legendario director u orquesta con quien no haya tocado, y lugar donde no se haya presentado. Perteneciente a una generación que incluye a leyendas como Maurizio Pollini, Martha Argerich, Mitsuko Uchida, András Schiff, y otros, Freire mantiene una carrera fulgurante tanto en las salas de concierto como en los estudios, donde sigue grabando. Su discografía es extensa e incluye integrales de los principales compositores. Beethoven, Chopin y Brahms entre sus mas tocados.
Freire vuelve a Lima luego de varios años y recuerda perfectamente cuando fue que tocó con la Orquesta Sinfónica Nacional la primera vez: “Celebrar los cumpleaños es muy importante, sobre todo una fecha como los 21 años. Ese lo pasé aquí, el 18 de octubre de 1965, en el Teatro Municipal. Dirigía Leopoldo La Rosa y toqué el “Emperador” de Beethoven” Nos comenta claramente. “Fue un concierto que pueden encontrar en los periódicos, en El Comercio o La Prensa. “Luego volví al año siguiente, y pasó un buen tiempo. Volví una vez mas hace unos 10 años, y este concierto será un reencuentro con la orquesta después de 50 años”.
Durante nuestra amplia conversación mencionó a muchos directores, orquestas y programas. Sorprende esa amplia memoria fotográfica. “Recuerdo muy bien lo antiguo sobretodo”.
Personalmente al entrevistar a un personaje con tanta trayectoria, para uno es difícil no hacer preguntas o cuestionamientos repetitivos. Sin embargo me interesa mucho saber cómo usted se acerca a los compositores, sobretodo a los clásicos que han estado en su carrera toda la vida, y cómo cambia su percepción de la interpretación de esos clásicos.
Es una búsqueda eterna. Siempre se está aprendiendo, profundizando en la obras, es algo infinito. Se aplica la vieja frase “cuanto mas se, menos se”.
Dígame si me equivoco, pero entiendo que Beethoven, Chopin y otros son relevantes en esta eterna búsqueda.
Brahms también. Lo descubrí a los 14 años cuando estudié el Concierto no. 2. Son obras que hacen parte de mi vida y me acompañan. Uno ve las raíces y como interpretarlas. Las obras son como personas, van cambiando pero las raíces se mantienen.
Una vez el maestro Joaquín Achúcarro me comentaba, categóricamente, que el segundo concierto para piano de Brahms era la pieza mas grande escrita de toda la música. Se me quedó grabado. Usted, habiendo vivido tantos años con esta obra, ¿qué piensa de ella? En general se dice que Brahms es un compositor para interpretar en la madurez, y que su sonido es muy demandante.
Mucha gente piensa que Brahms es un compositor de madurez y se interpreta cuando uno ya tiene trayectoria. Pero el hizo muchas obras cuando era joven. Escribió solo tres sonatas para piano, la Op. 1, Op. 2 y Op. 5. El primer concierto también y pasó mucho tiempo entre el primero y el segundo. Con el tiempo uno madura y va descubriendo muchos recursos en su música. Creo que la juventud no es algo que limite la interpretación, sino es cuestión de sensibilidad y percepción de la música. Yo siempre tuve mucha afinidad con el, mi preferido desde los 14. Cuando hay interés y pasión, no hay que esperar tener barba para tocar ciertas obras.
Y cómo ha cambiado su idea de interpretar a Brahms a los 14, y cómo la ve ahora. ¿Ha cambiado?
Como decía, las raíces quedan, claro que con el tiempo uno ve mas cosas, pero la esencia sigue igual.
Entiendo que acaba de grabar el quinto concierto de Beethoven, otro de los grandes que lo ha acompañado siempre. Hablando de su sonido o la “marca Freire”. ¿Es la misma, o ha ido cambiando con el tiempo?
Creo que uno mejora con el tiempo, pero la mano es la misma. El sonido es algo muy personal que uno desarrolla…¿es muy difícil hablar de música, no cree? (ríe).
Vladimir Ashkenazy me comentó una vez que a pesar de tocar diferentes repertorios, el se quedaba siempre con los clásicos. ¿Es también su caso?
Siempre tuve mucho interés en leer nueva música y hacer repertorio. La música contemporánea si no me interesó mucho hasta ahora, no lo hará después. Es que me gustan tanto Chopin, Brahms, Beethoven, Prokofiev, hasta Villalobos, que me quedo con ellos. En el arte uno tiene que ser muy sincero.
Sobre las nuevas generaciones de pianistas, es difícil escoger o tener un favorito, pero…
¿Quiere saber cuál es mi favorito? (Daniil) Trifonov, sin duda…
Estoy de acuerdo con usted…
Yo fui jurado en los Concursos Chopin y Tchaikovsky. En el Chopin en 2010 estuve con Martha Argerich, y los dos le dimos el primer premio a Trifonov. Finalmente ganó el tercero, pero para nosotros es un fenómeno. Empezó muy joven y progresó muchísimo en este tiempo.
Usted como Martha Argerich tiene una legión de seguidores que mantienen la tradición, no precisamente alumnos. ¿Cree usted que la gran tradición me mantiene vigente, ha progresado, es mejor o peor hoy?
En el Concurso Chopin de Varsovia en 2010 que le mencionaba fue un concurso muy especial y de muy alto nivel, mas que en otras generaciones. Esto es algo que conversé mucho con Martha. Hoy hay muchos talentos muy grandes, pero las interpretaciones cambian. La palabra “mejor” no me gusta. Los de mucho antes eran fantásticos: Rachmaninov, Horowitz, Rubinstein…
Siempre se dice que “el pasado fue mejor”, pero para ustedes se espera que el futuro sea mejor…
Y este presente está muy bueno.
¿Cómo podría describirnos este segundo concierto de Brahms que interpretará este viernes?
Es una gran obra que hay que escuchar y sentir. Tiene un gran carácter sinfónico y al mismo tiempo camerístico. Hay mucho amor en esta obra y tiene aspectos de la madurez de Brahms un dolor casi palpable. Si hay que hablar de música yo creo que hay que hablar de colores, materia. Es una música otoñal y una gran composición. Empieza con un tema muy simple, tres notas que suben y bajan, y forman una catedral con un efecto enorme. Es un tipo de composición muy de Brahms, con pocos elementos logra un efecto increíble.
Freire se reencuentra con el público peruano este viernes a las 8:00 pm en el Gran Teatro Nacional, interpretando el Concierto para piano y orquesta no. 2 de Johannes Brahms, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por Fernando Valcárcel. Entradas a la venta en Teleticket.