Pura garra, pobre fútbol
El gol más gritado de los últimos meses no puede alejarnos de la realidad. Si la crema se llevó la victoria en el Monumental fue por guerrera e inconforme, porque no se resignó a morir asfixiada por sus limitaciones. Antes del puntazo de Álvarez, vivimos 94 minutos de zozobra, obra de un equipo inconexo, que sigue jugando a nada y con un banco en donde no asoman alternativas.La muestra más clara del desconcierto que consume al banquillo ocurrió en el segundo tiempo cuando ingresó Vitti por Duarte. Este cambio provocó varios movimientos: Álvarez bajó a reemplazar a Néstor, Alva pasó a la banda derecha y Vitti se fue a la izquierda. Ninguno de ellos había terminado de acomodarse cuando se ordenó otra modificación que volvió a reacomodar las piezas: Miguel Torres reemplazó a Morel y pasó a ocupar la banda derecha, Alva volvió a la izquierda y Vitti se corrió al centro. Algunos dirán: Chemo vio que se equivocó y corrigió con rapidez. En otro momento podría haber pensado lo mismo, pero a juzgar por la forma cómo venía el partido creo que fue un síntoma más del descontrol que abate al cuerpo técnico, el cual también se vio reflejado en el campo de juego.
Frente a un equipo atrevido y con buen manejo de la pelota como Sport Boys, la ‘U’ mostró un fútbol rústico, de una chatura desesperante. Atrás se manejó relativamente bien, más allá de un par de sofocones y el gol de la visita (nacido de un error en marca personal de Fano). Los problemas se iniciaban en la primera línea de volantes por las imprecisiones de Rainer (nunca tan falto de distancia) y se prolongaban 30 metros más adelante por la predilección de Morel en entregarle el balón a toda camiseta rosada que tuviera enfrente. La desesperación de verse superado por un once ligerito y ordenado, que se movía al ritmo de Guevara, hizo que el desorden ganara espacios y Fano, en lugar de moverse en el área rival, retroceda hasta la línea media para buscar la pelota. Ni él ni Ruidíaz recibieron nunca una bola limpia y las ocasiones de gol escasearon. La ventaja de la visita era una consecuencia lógica de lo que se veía en la cancha. El partido se movía al tuntún de la rosada.
El empate de García y el gol del Huaso fueron un homenaje a nuestra historia, expresión pura de esa garra que nos hace distintos pero que, en las circunstancias que vivimos, puede servir como un fácil disfraz de un presente cercano a la pena y desprovisto de toda gloria. La para del campeonato no ha cambiado un ápice las cosas. Al mal funcionamiento de las líneas se añade el bajo desempeño de pilares de otras campañas (Rainer) y de contrataciones que no terminan de dar fuego (Morel, Fano). Y en el banco, el desconcierto parece ser contagioso.
No es la primera vez que un Clásico nos sorprende sin norte, ni sería la última en que saliéramos de Matute con una sonrisa más grande que nuestras deudas con la Sunat. Porque la ‘U’ es así, se agiganta en la situación más adversa. Cuando las ideas se extinguen y las piernas flaquean, sabe mostrar el corazón. Pero así no alcanza para sostener una campaña completa. Y lo que se viene puede ser peor.