El rigor copero mató a la 'U'
La pretemporada ya vislumbraba el desastre. No es el Vélez de Bianchi, ni siquiera el de Gareca, pero al equipo del ‘Turu’ le bastó apretar el acelerador un poquito para marcar la diferencia. Universitario no solo sintió el rigor de la exigencia copera, también pagó caro su inexperiencia y los errores en la planificación de la campaña. El 1-0 no es justo. La diferencia en favor de la visita debió ser mayor.
¿Qué creen que piensan en el exterior cuando conocen que tendrán un rival peruano en su grupo? Pues lo mismo que pensábamos hace 25 años cuando el sorteo nos regalaba un club boliviano o venezolano. La diferencia es que en estos lares nos hemos quedado congelados en el tiempo y seguimos creyéndonos poseedores de una superioridad que, si alguna vez la tuvimos, ya no existe más.
Y al frente no teníamos a cualquier rival. Ojo: este Vélez no tiene los brillos de aquel cuadrazo de inicios de los 90, pero es un equipo rodado, ordenadito, que sabe lo que quiere. Arrancó tranquilo. Esperó, midió y cuando tomó conciencia de la intrascendencia de Canchita, el nerviosismo de Romero, la inoperancia de Olascuaga, la soledad de Ruidíaz, el desorden de Alexi y cómo los años empiezan a pasarle la factura a Rainer, apretó. No necesitó despeinarse. Metió presión en la marca, rotó la pelota con inteligencia -es decir, la movió pensando en el arco contrario, ergo, fue vertical- y cuando no la tuvo, no se quedó estático. Obligó al error. Aguardó y ganó.
Conforme pasaban los minutos, la crema fue transformándose en un equipo del montón. Largo, cortado y estático, presa de sus debilidades, incapaz de mostrar un signo de rebeldía. La inexperiencia de los más jóvenes ni siquiera se disimuló. El gol de Canteros puso algo de justicia porque de no haber estado Carvallo en una noche inspirada, la distancia en el marcador hubiese sido mayor.
El rigor copero es distinto al fútbol de entrecasa. El pobre nivel del torneo local suele generarnos falsas expectativas. Existen, por supuesto, excepciones como Garcilaso y su campañón del 2013 o partidazos como el Alianza-Estudiantes de hace algunos años, pero las falencias del balompié peruano no son patrimonio de una sola camiseta. El papelón de Cristal la semana pasada es una muestra de ello.
Si a todo esto se agrega una planificación desprolija (Dalton no tiene ni un mes en el país y a Soto aún no lo hemos visto jugar) y malas decisiones en la elección de los refuerzos (¿en lugar de traer a dos centrales no era mejor contratar a un volante ofensivo más explosivo que García?) era poco probable que los resultados deportivos sonrieran, más allá de las exigencias el corazón.
¿Qué queda? Aunque Paranaense debe ser uno de los peores equipos brasileños de la historia de la Libertadores, esta crema tampoco ha mostrado argumentos que le permitan mirarlo sobre el hombro. Ignoro cómo juega The Strongest, pero la altura nunca es fácil (los últimos partidos ante Garcilaso así lo demuestran).
Con lo poco que tiene, la ‘U’ debe buscar ser un equipo dinámico, que se mueva con y sin la pelota, que arriesgue mucho más en los últimos metros y no muera en la intrascendencia del pasecito cumplidor. Esto, finalmente, es fútbol y como tal, sea por méritos o por accidente, siempre se puede ganar.
Espero sus comentarios, un abrazo para todos.
Les recuerdo que pueden seguirme en @tcrema y @orbisa35. También estamos en Facebook en el grupo Trinchera Crema (https://www.facebook.com/groups/111985072956/)