Flores, chalaca y homenaje
Aquella vieja premisa de que en el fútbol no existe la lógica se confirma con las bases que rigen el Descentralizado, hechura de las mentes brillantes que manejan nuestros clubes, que a fin de año podrían dejar sin nada al equipo que acumule la mayor cantidad de puntos tras los torneos Apertura y Clausura.
Pero más allá de lo que ocurra a fin de año, hay una certeza indestructible: el golazo de ‘Orejas’ Flores ya forma parte de la historia grande de Universitario de Deportes. No solo porque sirvió para vencer a uno de los rivales de siempre. Es de esos goles que no se olvidarán nunca, de los que hablaremos siempre, que comentarán los hijos de nuestros hijos. Se recordará en el barrio, el trabajo, el almuerzo, en las reuniones tras las pichangas. Se compartirá mil veces en Facebook, Twitter, reventará de repeticiones en youtube. Es un gol que te sacude el alma, te agranda la sonrisa, que provoca gritarlo cada vez que se lo ve.
Lo peleó Trauco por izquierda. Anticipo y centro curvado, de esos que matan porque van de lleno al corazón del área grande. Cabezazo imperfecto del Orejas, despeje apurado, reacción de Flores y Penny que saca una mano de sabe Dios dónde. El nuevo capi no deja que se le vaya la pelota y, con el arco a sus espaldas, busca la respuesta en una chalaca.
Fue un latigazo corto y acrobático. Rapidísimo. Una preciosura letal.
Pero fue también un homenaje. Un homenaje a este Universitario de pericoteros endiablados, de toque y velocidad pura, que en estas 13 fechas ha entregado el fútbol más electrizante y hermoso que se haya visto con camiseta crema en los últimos tres lustros.
¿Ha habido equipos mejores, más consistentes? ¿Cómo olvidar a ese relojito sin brillo pero eficiente que construyó Reynoso en el 2009 o al campeón del Apertura 2008, cuando el empeine de Donny Neyra hacía reír a la pelota?
A este equipo de Chale, de extraordinario 82,05% de efectividad, le falta mucho camino por recorrer, necesita demostrar afuera este juego que tiene al hincha nadando en entusiasmo. No va a ser fácil. El último fracaso en la Libertadores demuestra la pobreza del fútbol de entrecasa, lo lejos que estamos del rigor internacional.
Pero hay juventud, fútbol y una garra inextinguible.
Si en un futuro lejano algún arqueólogo del fútbol quisiera saber cómo jugaba ese cuadro pericotero que dirigía un ex futbolista sexagenario a quien apodaban el ‘Niño Terrible’, la chalaca del Orejas sería la demostración perfecta. Es un tributo al fútbol bien jugado. Un sentido homenaje a un equipo que apuesta por lo más sublime de este deporte: la fiesta del gol.