La defensa de Chale
El domingo, luego del desastre en Huancayo, Roberto Chale se contuvo. Cuando le preguntaron por el hecho de que su equipo haya recibido ocho goles en dos partidos, dijo que no iba a responder. Por lo que se vio, parece que pensó en decir algo de lo que después podía arrepentirse. Son conocidos sus encontrones con el periodismo por responder impulsivamente. Esta vez, con inteligencia, prefirió la cautela.
Chale está en su derecho de no querer dar explicaciones a la prensa. Donde sí tiene que responder es en el campo de juego y allí, en el plano defensivo, su equipo está en debe.
Pese a ser el puntero del campeonato (al menos hasta el momento de escribir estas líneas), Universitario tiene la peor defensa de los ocho primeros equipos del torneo: 53 goles en 40 partidos.
Es cierto que el ataque más contundente es crema: 72 tantos. Pero el desequilibrio es evidente. “No importa cuántos goles reciba, sino que haga más goles que el rival”, es el razonamiento inmediato ante estos números. Para el medio, basta con eso. Los problemas vienen cuando se sube la valla y toca enfrentar a equipos que están por encima de la mediocridad local como ocurrió en la última Sudamericana.
“Los equipos de Chale son así. Ocurrió lo mismo con el equipo que fue tricampeón”. Seguramente deben haber escuchado comentarios como este. Veamos qué dice la historia:
En 1999, Chale tomó el equipo en el Clausura. Bajo su mando, la crema marcó 44 tantos y recibió 24 en 22 partidos. Tuvo la defensa menos batida detrás de Alianza Lima (recibió 18) que ganó ese torneo. Luego, en la definición, la ‘U’ se llevó el título.
En el 2000 las cosas fueron mejores. Los números son extraordinarios: Universitario ganó 30 de 44 partidos, empató 10 y perdió 4. Anotó 94 goles y recibió solo 43. Hizo 100 puntos. Entre Eduardo Esidio (37) y Piero Alva (17) anotaron 54 goles. La defensa, que es lo que nos interesa, terminó como la mejor del torneo. Para el medio local, era un equipazo.
Había otros jugadores (Pajuelo, Domínguez, Araujo alternaban en la zaga). Además, tenía los mejores volantes centrales del torneo (Carranza, Ciurlizza, Bernales, etc.). Pero era un cuadro compacto, afinado, que no sufría mucho atrás, además de tener a Óscar Ibáñez en su mejor momento.
NO DAN FUEGO
A lo largo del Descentralizado 2016, por la zaga crema han pasado García, Benincasa, Dulanto, Rodríguez, Galliquio, Balbín y hasta Romero. Si bien lo extenso y difícil del campeonato obliga a los entrenadores a rotar jugadores, ninguno se ha librado de las críticas, en la mayoría de los casos con razón.
No han sido pocos los goles recibidos a causa de errores individuales sea por ubicación, desatenciones o pobreza técnica para la marca. La hinchada y buena parte de la crítica han pedido la cabeza de García y, últimamente, de Rodríguez y Galliquio. ¿Pero son solo errores individuales?
En diversos posts, tanto aquí como en redes sociales, he sostenido que los problemas defensivos de la ‘U’ son individuales pero también de funcionamiento. Por lo general, el equipo aparece cortado: de mediacancha para adelante muestra un volumen ofensivo que ha llegado a ser avasallador, como ocurrió en el Apertura cuando entre Flores, Polo, Ruidíaz y Guastavino hicieron destrozo y medio en campo contrario. Sin embargo, incluso ya en esos momentos mostraba gruesos errores atrás, que se hicieron evidentes conforme la contundencia de la delantera fue disminuyendo (en particular cuando Orejas y Raúl dejaron el equipo, y Polo tuvo que ir a la selección).
Jugar con un solo volante central no está mal si los delanteros que van por los extremos colaboran con sus laterales, y los volantes interiores (Manicero y Guastavino) ayudan en la marca y no son solo testigos privilegiados del juego que realiza el rival. También si la distancia entre las líneas no se alarga como un chicle, regalándole espacios al contrario para que maneje el balón a sus anchas.
El achique no es malo si hay jugadores en el medio que van sobre los lanzadores para evitar los pases largos o en diagonal a las espaldas de los defensas o si se corta la circulación de pelota cuando esta rota de un extremo a otro. Ante San Martín, en el primer tiempo, hubo poca presión, por eso Peña y Sánchez tuvieron demasiada libertad para jugar y habilitar al colombiano Palacio, quien no pudo ser controlado por Estrada.
Pese a que la ‘U’ tiene un cuerpo técnico amplio (a Chale lo asisten el Puma, Paolo Maldonado y Mauro Cantoro), hasta la fecha no ha podido establecer un funcionamiento defensivo que le permita aminorar al menos los apuros que enfrenta ante equipos ordenados, que le salen al frente y tienen claro que los partidos se ganan estudiando al rival, a partir del conocimiento de sus virtudes y sus defectos.
¿Por qué, entonces, sus posibilidades de ser campeón se mantienen intactas? La irregularidad, afortunadamente, no es un rasgo propio del cuadro crema, y equipos en el papel mejor conformados (Cristal, Vallejo, Alianza, Aurich, Melgar) o con técnicos inteligentes (Reynoso, Rivera, Soso, Valencia, Umaña) se han venido de cara en momentos cruciales.
Los triunfos se festejan y agradecen, pero también sirven para maquillar realidades ingratas. Que no se lean estas líneas como un ataque al entrenador o a sus asistentes. A Chale Universitario le debe muchísimo, como jugador y técnico. Con los equipos del 99 y el 2000 nos regaló jornadas espectaculares a nivel local, el año pasado salvó al club de la baja y en el presente tuvo la virtud de reunir a un grupo de atacantes que había que mirar casi siempre de pie cuando apretaban el acelerador. Pero esta ‘U’ no es equilibrada, tiene demasiadas falencias del mediocampo para atrás que urge aceptarlas y enfrentarlas. Melgar, Cristal y Municipal no serán menos que San Martín y Huancayo. Estamos advertidos.