Superman, el Dios de acero
Superman ha vuelto a la pantalla grande. Siete años después de la decepcionante “Superman returns” de Brian Singer y a 26 años de la última entrega de la saga interpretada por Christopher Reeve; “Man of Steel” reaparece en el cine. Como era de esperarse, el superhéroe más famoso y uno de los más queridos del cómic es adaptado a un nuevo contexto social y cultural, uno mucho menos ingenuo que el de los ochentas. Y para lograrlo los realizadores, paradójicamente, recurren a la divinidad del ‘Hombre del mañana’
Si no has visto la película te recomiendo no seguir porque se revelará parte de la trama
La escuela Nolan
Ayer, al salir del cine escribí en el Facebook: “El cine de superhéroes le debe demasiado a Christopher Nolan”. Y es que la huella del productor y coguionista de “Man of Steel” está profundamente grabada. Si bien visualmente es una cinta de Zack Snyder, la trama y el tono de la película sigue la senda de la trilogía de Batman filmada por Nolan. Por esa razón uno puede encontrar en la cinta varias similitudes con “Batman Begins”. Al igual que Bruce Wayne, Clark Kent (Henry Cavill) es un personaje que está en camino a convertirse en un héroe. Un peregrino que va reconstruyendo su pasado para poder encontrar su destino.
Esa camino empuja al personaje la soledad y a la melancolía pero los realizadores no caen en el error que comete Singer en “Superman Returns”. En vez de congelarse en la inacción, la cinta sigue la senda del muerciélago y hace que los dilemas existenciales sean los disparadores del personaje. Nolan, que se ha convertido en el perfecto terapeuta de los superhéroes, enfrenta al ‘hombre de acero’ con sus traumas y vacíos existenciales para luego hacerlo volar por los aires.
Las similitudes también pueden reconocerse en el tono de las cintas. “Man of Steel” propone el realismo de la saga del murciélago. La infancia y adolescencia de Kent son tratadas de tal manera que puedan funcionar incluso fuera de la pantalla. Sin embargo, sabemos que la historia no puede funcionar en la vida real. Clark es en realidad es un extraterrestre con superpoderes y sus enemigos suelen tener las mismas características. Es así que Nolan y Snyder apuestan a la característica que permita que sea verosímil la presencia de un superhombre en la Tierra: la divinización del personaje.
“Serás un Dios para ellos”, le dice Jor-El (Russell Crowe) a su hijo recién nacido ante de mandarlo a la Tierra. Luego vivirá en nuestro planeta una serie de eventos que harán recordar un poco a Jesús. Pese a las humillaciones siempre responde poniendo la otra mejilla, recorre el mundo hasta descubrir su verdadero origen y a los 33 años decide sacrificarse por la humanidad. La cinta propone que un ser humano no es capaz de encarnar el Bien que Superman sí. Por esa razón este superhombre es la última esperanza para la humanidad. Será el modelo en el que tienen que reflejarse unos frágiles humanos incapaces de enfrentarse con la verdad del universo.
Pero este no es un Dios cualquiera. Como bien dice Clark, “es de Kansas, así que nadie puede ser más estadounidense que él”. Por esa razón los enemigos que se enfrentan a él representan los mayores fantasmas que ha mostrado la American way of life a lo largo de la historia: el totalitarismo denunciado por Hannah Arendt. El general Zod (Michael Shannon) y sus secuaces son una combinación de nazis con comunistas que hacen peligrar la libertad de los estadounidenses, y de paso el mundo. Allí nuevamente se ve la marca conservadora de Nolan.
Sería injusto señalar que Nolan ha descubierto la pólvora. Este Superman es también la herencia de lo construido en los cómics por grandes guionistas como Grant Morrison o Alan Moore. Sin embargo, los realizadores tienen el mérito de saber trasladar a la pantalla grande lo avanzado durante años en las historietas. Y también el de reconocer que el espectador ya no es tan inocente como hace treinta años. De la misma manera que Lois Lane (Amy Adams) le será fácil darse cuenta que ese tal Clark Kent esconde algo y que no es suficiente hacerse un rulo en la frente para despistarlo. Este Superman ya no es un héroe para ingenuos, con el perdón de los fanáticos de Christopher Reeve.
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