Partió el maestro a la casa de los dragones
“Laopengyou” (老朋友: Lǎo péngyǒu) o “viejo amigo, gran amigo” en español, es un término que el peruano Antonio Fernández Arce redefinió en China. Nadie como él mantuvo una relación de lealtad de poco más de medio siglo con este país gigante. Hace unas horas, en su natal Trujillo, el profesor Antonio ha partido a los 83 años, a la casa de los dragones.
La agencia china de noticias Xinhua informó sobre su deceso.
Don Antonio llegó a Beijing, por primera vez, en el invierno de 1960. Desde entonces fue una pieza clave de la relación entre Perú y China. Atesoraba estas dos fotos que consideraba momentos históricos de su vida china:
- Su encuentro con el ex presidente Mao, a quien entrevistó hasta en tres oportunidades, como integrante de la primera delegación de periodistas latinoamericanos que visitó China.
- Su encuentro con el ex premier Zhou Enlai, quien prácticamente le salvó la vida a su hija, cuando laboraba para medios chinos como experto extranjero en Beijing.
Don Antonio, también sentía especial predilección por sus dos últimos libros que recopilaban su trabajo de medio siglo en China.
“China, el asombro” (Ediciones Copé, 2008, español), que recopila sus crónicas y reportajes sobre este país que vio crecer, correr y volar hasta el espacio. Ha sido reeditado por el Fondo Editorial del Congreso de la República.
“Monumentos a la Eternidad” (Latinasia, 2011, edición trilingüe español-chino-inglés), que tiene como protagonistas a Machu Picchu y la Gran Muralla, y fue presentado por la Embajada del Perú en China.
Hace algunos años, el Gobierno Chino le concedió el título de “Experto extranjero con sobresalientes contribuciones” por su estrecho vínculo con los medios chinos en español.
Y el año pasado, el Gobierno Peruano, a través del embajador Gonzalo Gutiérrez Reinel, le otorgó un merecido reconocimiento como “el peruano más destacado en China”.
Don Antonio fue parte de la *primera generación de peruanos residentes en China que arribaron por primera vez en la década del 60 y 70, y se establecieron en este país como “expertos extranjeros” al inicio del proceso de Reforma y Apertura. Fue esta generación, y el profesor Antonio en particular, que le abrió las puertas a los peruanos en China.
Al profesor Antonio lo conocí personalmente en el 2003, aunque ya sabia de él a través de sus crónicas. Él no me conocía pero, como hizo con todos los peruanos que llegaban a Beijing sin familia y sin amigos, me abrió las puertas de su casa.
En los siguientes once años comprobé que este mismo hombre que atesoraba un vasto conocimiento sobre China fruto de sus experiencias personales, era también un peruano humilde, generoso, solidario y con un exquisito sentido del humor.
Compartió conmigo –como lo hacía también con todos los estudiantes peruanos en Beijing- su visión del pasado de China, que ha sido una base fundamental para comprender el presente de este gran país.
Debido a que siempre fue coherente con sus propios ideales, se convirtió en el peruano más respetado en los círculos chinos. Debido a que siempre se esforzó por ser “el amigo que uno necesita en China”, se convirtió en “el profesor Antonio”.
En chino “laoshi” (老师:Lǎoshī) que se traduce como “maestro”, atesora también un profundo sentimiento de respeto, cariño y admiración. No sé cómo y no sé cuándo, empecé a llamarlo “profesor Antonio”.
En el 2003, el profesor Antonio me regaló una copia de su artículo “China, plagada de dragones” que posteriormente apareció en su libro “China, el asombro”. Quedé tan impresionada con el primer párrafo que lo convertí en un cuento titulado “Receta para cazar dragones”.
Se lo mostré y me respondió: “Ahora ya sabemos qué sucedió con Chu Ping-man”.
Partió a la casa de los dragones, maestro.
*Basado en mi propia clasificación de peruanos en China (motivo de otro post). En el 2015, cuando arriben los 50 estudiantes becados, empezará la “cuarta generación de peruanos en China”.