Visita al serpentario de Lima: De serpientes, arañas y otros bichos
Cuando me dieron esta comisión lo primero que se me vino a la mente fue la famosa frase de Indiana Jones: “I hate snakes!” (¡Odio a las serpientes!). Pero en realidad no las odiaba… es más, solo las había visto en un zoológico. Sin embargo, después de esta grata experiencia visitando el serpentario del INS, en donde pude estar a pocos centímetros de distancia de serpientes y conocer cómo es el trabajo con ellas para curar a quienes han sufrido de sus venenos, como que he desarrollado algún tipo de empatía con ellas. También me presentaron a las todas arañas que tienen en un ambiente especial (tarántulas, viudas negras y hasta la peligrosa casera), pero a ellas sí las seguiré odiando. ¿Sabían que se usan caballos en el proceso? Para conocer más acerca del serpentario y ver algunas fotos y videos sigue leyendoEl Centro Nacional de Producción Biológica cumple una función fundamental en nuestro país: es el único productor de sueros contra veneno del Perú, por eso es importante que conozcamos un poco más de lo que hace.
Este lugar está más cerca de lo que creía. Se encuentra en las instalaciones del Centro Nacional de Productos Biológicos que está ubicado en Chorrillos, a la altura de la cuadra 22 de la avenida Defensores del Morro (ex Huaylas). He pasado por allí muchas veces, pero su fachada nunca me había hecho pensar en lo que se encontraba allí. Se trata de un local muy amplio y con instalaciones modernas. Nos recibió la directora del centro, la doctora Silvia Pessah. Amablemente nos guió por todos los ambientes y nos detalló sobre su trabajo.
Nos contó cómo llegan los animales a este lugar. Primero, como producto de las incautaciones que el Inrena hace en el mercado central; segundo, como producto de la caza que el propio CNPB hace periódicamente; y tercero, por iniciativa de la propia gente que les deja o reporta la existencia de serpientes que están abandonadas.
El primer ambiente que visitamos fue el de las serpientes ornamentales o no venenosas. Tuvimos que remojar la suela de nuestro calzado en desinfectante para no contaminar el piso de la sala, pues la idea era sacar de sus jaulas a los animales para poder verlos desde más cerca.
Pasamos por una división hecha con vidrios transparentes e ingresamos a la habitación. Estaba bien iluminaba y se sentía algo fría. La doctora Pessah nos explica que el sistema de aire es de pocas circulaciones y que cada jaula está cubierta con papeles de periódico para que las serpientes se puedan calentar.
Primero vimos algunas culebras de colores muy vistosos, pero pese a que eran no venenosas y a estar adecuadas al cautiverio, su instinto animal hacía que adoptaran posición de ataque al percibir nuestra presencia. Vimos algunas serpientes arco iris (que toman ese nombre por el color de su piel cuando están bajo el sol) y finalmente una en particular, llamada Lisa, por su comportamiento agresivo. Tal era este que le había ocasionado heridas alrededor de su boca por los continuos golpes que se daba contra la malla de protección de su jaula. El ruido incesante que emitía era realmente atemorizador.
Después conocimos a Anita, la anaconda del serpentario. Ella nos borró la imagen de este animal que el cine nos ha impuesto. Si bien se trata de animales peligrosos, no son venenosos sino que usan la contricción para matar a sus víctimas. Es decir, las rodean y luego aprietan hasta asfixiar. Pero Anita es distinta. Es dócil y hasta muy tímida. Nos cuenta la doctora que aprovechando esa situación, un visitante empezó a juguetear con Anita, poniéndosela sobre los hombros y pasándosela de mano en mano. Y ella, en una reacción nerviosa, terminó defecando sobre el visitante.
Dejamos a Anita y a sus amigas y pasamos al ambiente de las víboras, o serpientes venenosas. Era una habitación exactamente igual a la anterior. Esta vez, por precaución, solo las pudimos ver sueltas detrás del vidrio. Nos mostraron dos serpientes cascabel. Amenazantes empezaron a hacer su ruido característico. A ellas las tienen en un ambiente separado para que el resto de serpientes no se estrese, pues ello impediría su normal producción de veneno.
Los encargados usaron a una de ellas para demostrarnos cómo extraen el veneno. La extracción se realiza cada 15 días, dependiendo del cronograma de cada espécimen. De igual manera, las alimentan cada 15 o 21 días. Algunas serpientes (las que han nacido en cautiverio o las que aún les cuesta un poco adaptarse a él) tienen que ser alimentadas con la ayuda de uno de los técnicos.
Luego pasamos a una habitación más pequeña. Era la habitación de los arácnidos. El CNPB también hace inmunosueros contra la picadura de la araña casera, esa que se esconde en la oscuridad, los rincones, los lugares con algo de humedad.
La doctora me cuenta que cazan en el campo las arañas, luego las ponen en cuarentena, las clasifican, las identifican y después esperan a que alcancen la edad adecuada para luego extraerles las glándulas de veneno. Dice que prefieren matar las arañas para hacer la extracción, porque es la técnica menos peligrosa para los especialistas. Le pregunto por el caso, sucedido hace poco tiempo, de una persona que murió por la picadura de una araña casera. Me asegura que el 93% de las personas no se mueren por estas picaduras. “No depende de la dosis de veneno, sino de la resistencia individual”, dice.
La doctora Pessah señala que la picadura de la araña es más “escandalosa”, por decirlo de algún modo. Luego me muestra una láminas en las que se muestra el avance, día por día, de una picadura de araña casera que no es tratada con el inmunosuero. Unas imágenes nadita agradables.
Lo peor vino después. Una especialista sacó de su frasco una tarántula. “No hacen nada -dijeron-, solo te irrita la mano cuando la tocas”. Como ya dije, no odio a las serpientes… pero a las arañas sí. Así que ya se imaginarán cómo me sentí cuando la soltaron:
Luego, me mostraron en jardín que es a donde sacan a las serpientes para que tomen el sol y puedan sintetizar la vitamina D que necesitan para hacer veneno.
COSA DE CABALLOS
En el CNPB existe una caballeriza. Así es. Recién me enteré del papel fundamental de los caballos en la producción de inmunosueros.
Así es. Luego de extraer el veneno de las serpientes, se le inyecta a los caballos. ¿Por qué? Porque estos animales son inmunes a los venenos y generan anticuerpos. Esto se hace durante 10 días hasta que el animal alcance un promedio requerido de anticuerpos. Es entonces que se le saca una buena cantidad de sangre, se deja reposando durante un día para que naturalmente se separen los glóbulos rojos del plasma (lugar en donde se encuentran las inmunoglobulinas). Este plasma luego es llevado al laboratorio para culminar así el proceso de elaboración de los sueros.
Sin embargo, hay algo que es muy claro. Es importantísima no esperar mucho tiempo después de la picadura o mordedura para la aplicación del inmunosuero.
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Bruno Ortiz B.