Pulmón nuevo, vida nueva
Hace un año fui a cubrir una comisión al Hospital Rebagliati. Se trataba del primer trasplante completo de pulmón que se realizaba en ese hospital y en el país. ¿Por qué trasplante completo? Según me explicaron esa vez, era porque antes se habían hecho trasplantes de alvéolos pulmonares, pero nunca de todo el órgano. Hace unos días, recibí un mensaje: a inicios de febrero se cumplió un mes de ese trasplante y había la oportunidad de conversar con la señora que recibió ese pulmón. Las sorpresas que me llevé fueron muchas. Si quieres saber más sobre este tema sigue leyendo.
El caso de Hilda Lazo Ibáñez no era muy común. Hace nueve años se le diagnosticó microlitiasis alveolar pulmonar, una enfermedad congénita muy poco común que afecta los dos pulmones. Se trata de una falla metabólica que hace que el calcio se movilice hacia el pulmón y cause la solidificación del tejido. Debido a esto los pulmones, al perder elasticidad, se endurecen, con lo cual aumentan las posibilidades de fallecimiento por el riesgo de constantes infecciones. Sus familiares pensaron que se trataba de un resfriado muy fuerte o que era un problema de los bronquios. Cuando fueron a la consulta descubrieron que era un tema irreversible. Con el paso del tiempo su condición respiratoria se fue deteriorando. Tuvo que dejar su empleo, y el uso de un balón de oxígeno para seguir viviendo fue inevitable.
Pero el caso de Hilda fue aún más complicado. Padecía también el síndrome de Von Willebrand, un mal que produce trastornos en la coagulación de la sangre. Por ello, un equipo de hematología tuvo que suministrarle un anticoagulante (factor 8) para evitar complicaciones durante la intervención.
Pese a todo, el día que se presentó Hilda ante la prensa todo pareció estar muy bien. Según los doctores, estaba evolucionando sin ninguna complicación. Esa vez, no pudimos acercarnos mucho a ella ante la posibilidad de transmitirle alguna infección respiratoria.
Esta semana pude ir a su casa y conversar con ella. Hablé previamente con el doctor José Pineda, coordinador del programa de trasplantes de pulmón del hospital Rebagliati, quien me dijo que la evolución había sido muy buena. Que pese a haber tenido un amago de rechazo del pulmón poco después del trasplante y algunas infecciones respiratorias (resfriados), la señora Hilda estaba muy bien, y que incluso había asistido a una ceremonia que se hizo en el hospital por la celebración del primer año del trasplante.
Sinceramente, esperaba encontrar a la señora Hilda en otro estado. Quizás algo limitada en sus movimientos. Sorpresivamente, para mí, encontré a una mujer de 57 años muy vital, con mucha alegría, muy agradecida y que aparentaba no haber sufrido nunca de los pulmones. Me comentó que debido a que su yerno es alérgico se resfrió, pero que los médicos pudieron solucionarle el problema. Luego, me dijo que tuvo que usar durante los primeros ocho meses tras la operación una mascarilla para evitar el ingreso de bacterias y virus a su organismo, pero que ahora realmente ya no la usa y puede tener una vida normal. “Siempre tomando precauciones”, aclara.
Según me contó, el trasplante le cambió la vida: en los últimos años no podía hacer nada, andaba para todos lados con su balón de oxígeno. En los días previos al trasplante sentía que ya no daba más y se encerraba en su cuarto. Hoy, en cambio, hace todas las labores de su hogar sin problemas, se encarga de su querido nieto Joaquín que está ahora de vacaciones, sale a caminar por su barrio y hace sus ejercicios de mantenimiento.
Está muy agradecida de esta nueva oportunidad que le ha dado Dios y, en particular, con la familia de la joven que permitió la donación de sus órganos. “Doy muchas gracias a Dios y en particular a esa familia generosa que donó los órganos de su hija para que yo pueda seguir bien. No tengo cómo agradecerles ese gesto, sin el cual no hubiera sido posible el milagro que pasó en mí”, me comentó.
A mí me dio mucho gusto comprobar una vez más como la ciencia puede mejorar la calidad de vida de una persona y cómo la bondad de la gente, consciente de que la donación de órganos es importantísima, puede ayudar a mucha gente. ¡Muchos años más de vida, señora Hilda!
Bruno Ortiz B.