Cómo el yoga les cambió la vida
BRENDA
El 19 de abril, Brenda recordará el día que murió; que fue también el día que volvió a nacer. Brenda es una mujer encantadora, con mucha paz. El pelo se le está tiñendo de blanco y no le importa. “Me gusta que sea al natural”, dijo durante un ‘break’ del curso de Yoga Restaurativo en Nosara, Costa Rica, mientras comía un poco de fruta. Tiene una sonrisa tranquila y una historia que paraliza corazones.
Después de un trauma, hace casi dos años, el sistema nervioso de Brenda se apagó. Zas!. Así de simple: dejó de funcionar. Y las consecuencias fueron de inmediatas para ella: no podía caminar, no podía recordar ni retener nueva información, no podía comer sola y tampoco leer ni escribir. Brenda seguía siendo Brenda, pero sin poder hacer lo que siempre hacía y lo que a veces tomamos por sentado: respirar con naturalidad.
Y el 19 de abril, hace un año, Brenda murió. Lo hizo por varios minutos y luego fue declarada, en un hospital en Estados Unidos, como paciente en coma. Tres días estuvo tumbada camilla hasta que despertó. Y dice que lo hizo “reseteada”, decidida a ser la Brenda de antes. ¿Qué hizo?: Yoga Restaurativo. El nivel de estrés bajó tanto que Brenda comenzó a caminar de nuevo, a recordar, a hablar, a reírse, a escribir y, claro, tomar cursos. “Yo no digo que el yoga cure a todos, pero a mí me salvó la vida“, dice.
STEVEN
Steven medita hace casi 15 años. Y hace mucho tiempo, mientras meditaba tuvo una visión: una hermosa mujer francesa lo enamoró. Escribió lo que vio en una libreta que guardó en un cajón y dejó que el tiempo pase. Y un día, la mujer apareció de verdad.
Una mujer -cuenta él- hermosa, que le pidió ayuda para sacar copias en la oficina en la que él trabajaba en Arizona, Estados Unidos. Ambos ingenieros, conectaron de inmediato y sin pensarlo dos veces, Steven la invitó a cenar. Y tras varias citas, él le leyó lo que escribió en la libreta. Estaban destinados a conocerse. “Y nos enamoramos locamente”, contó él en Costa Rica.
Ella practicaba yoga. “Se ponía de cabeza y era muy flexible. Sorprendente”, me dijo Steven. Ella se enteró del curso para convertirse en profesora de Yoga en Nosara y lo convenció a que él también lo llevara. Se inscribieron, pero al poco tiempo ella murió de cáncer.
A Steven se le rompió el corazón. Recuerda que regresó a su casa después del día que ella se fue de este mundo y botó a la basura todas las pastillas que ella tomaba para la enfermedad. “No quise correr el riesgo”. Y decidió viajar a Costa Rica y llevar el curso. “Ella estaba ahí conmigo”, dice. Si bien llevó el curso y otros más, Steven recién está pensando en dictar (lo hace increíble). “Es una forma de honrar a mi esposa. Al amor de mi vida”.
MELISSA
Es difícil pensar que Melissa era una chica que cargaba kilos de kilos en pesas. Es alta, tierna, esbelta, dueña de unos ojos verdes y muy femenina. Pero lo cierto es que en Canadá -su país natal-, Melissa se enamoró de la idea de levantar peso.
Iba al gimnasio casi todos los días y sorprendía con su fuerza. Pero tanto esfuerzo provocó algo que no le gustó: el cuerpo se le endureció a tal punto que se tornó doloroso.
Así, entró a una clase de yoga restaurativo. Y todo cambió. “Me di cuenta que el yoga es mucho más profundo, que va más allá del cuerpo. Y decidí dejar las pesas a un lado”, me dijo en Costa Rica. Como todos los que llevamos el curso, Melissa ya es profesora de Yoga Restaurativo. Y además vive en Costa Rica. Lo hará, dice, hasta abril, pues no hay razón para alejarse de lo que la hace feliz.
Namasté.