No lo hagamos en nombre del amor
La idea romántica de que el amor todo lo puede se desvanece al crecer. Al entrar en una relación nos damos cuenta que por más que ames a tu pareja, eso no es suficiente. O al menos, eso es lo que he aprendido a mis cortos o largos 35 años.
Aprendí que no importa las diferencias en gustos y caracteres, lo que prima es el objetivo de vida. Si quieres coger tu maleta y recorrer tu país o el mundo. Si quieres casarte, tener hijos o no ser padres. Si quieres vivir en el campo o en la ciudad.
Muchas veces empezamos relaciones sin tener las cosas claras y en “nombre del amor” dejamos que el tiempo pase antes de preguntar. Porque mientras haya amor, todo se puede, todo. Y ¡no! Eso no es verdad, no para mí.
Cuando estamos enamoradas o enamorados nuestros días se nublan, ese enamoramiento, a veces nos distrae de lo que realmente queremos y seguimos en una relación que sabemos que al mediano plazo terminará.
Lo sabemos, pero preferimos mantener idealizado el amor y decir: va a cambiar de opinión por mí. O peor aún: cambiamos nosotras, postergamos nuestros planes u objetivos por el otro. A veces uno cree que esto es lo mejor. A veces, cualquier cosa es mejor con tal de no estar sola.
Y no me refiero a que no podamos cambiar, porque también es cierto que al iniciar una relación uno puede tener claro en ese momento, por ejemplo, que no quiere hijos o casarse, pero al compartir con tu pareja te das cuenta que con ella o con él sí te gustaría tener un hijo o “materializar” su compromiso con una gran fiesta. Y es ahí donde aparece un nuevo escenario, donde quedarse callada o callado no es una opción.
Hay una frase de Fernando de Szyszlo (pintor peruano) que me encanta y resume muy bien este tema: Yo disfruto con mi pareja hasta los silencios. Y creo que de eso se trata el amor, de disfrutar, de construir, de crecer juntos aunque eso implique pasar momentos difíciles (y eso no es sinónimo de toxicidad). El amor romántico, donde todos viven felices y no hay problemas, el de las películas de Disney, no existe.
A veces soltar es el mejor acto de amor. A veces poder decir adiós es crecer…