Desde hace 22 años, casi 23, Xiomara y Xioczana Canales comparten casi todo: la misma fecha de nacimiento —la primera es mayor por cinco minutos— (21 de abril de 1999), el gusto por el cabello lacio, el perfil diestro para jugar, el amor de sus padres y la pasión por el fútbol. Siempre vestidas de los mismos colores en una cancha. Pero todo eso cambió en 2019, cuando el caprichoso destino las colocó en veredas opuestas: Alianza Lima y Universitario, los rivales eternos. Este sábado (3 p.m.) volverán a enfrentarse en un clásico que quedará en la historia: por primera vez se jugará en el Monumental, el estadio de la ‘U’ y con hinchada.
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La casa de los Canales Porras volverá a estar dividida. “Mi papá es un poco más hincha de la ‘U’, mi mamá nos apoya a las dos”, dice Xioczana sobre Alex Canales, el responsable de que hoy sus hijas sean parte del rostro del crecimiento del fútbol femenino en el Perú. “Igual nunca hubo preferencias. Para todos, gane quien gane, siempre vamos a ser campeonas”, agrega Xiomara. En el barrio de ambas en Villa El Salvador también se vive el clásico. El “¡Vamos que ganamos, eh!” es el saludo habitual de sus vecinos en estos días.
“En los clásicos se juega con todo”, dijo alguna vez José Luis Carranza, ‘El Puma’, el hombre con más clásicos en la historia. “Ese día no importa nada más que ganar”, afirmó en otra oportunidad Waldir Sáenz, goleador histórico aliancista que solía anotarle a la ‘U’. Es así. En los clásicos, por noventa o más minutos, no existe parentesco que valga y las gemelas lo saben. La sonrisa se transforma en cejas fruncidas y los secretos se vuelven armas para hacer daño.
“Dentro del campo somos rivales, ella hace su trabajo y yo el mío. Es difícil pasarla porque sabe bastante de mí”, señala Xioczana, atacante crema. “Siempre he dicho que es muy buena en su posición, es complicado marcarla, saber qué hará, pero nada imposible. Si me eligen como titular, saldré con toda la actitud y ganas de aportar a mi equipo”, lanza el elogio y la advertencia Xiomara, defensora blanquiazul.
Pitazo final y las Canales volverán a ser las hermanas más unidas del planeta. Son las primeras en buscarse, conversar de cualquier otra cosa que no sea de fútbol y si una tiene que poner el hombro para amortiguar la desazón de la otra, lo hace sin pensarlo. “No hay resultado ni nada que nos cambie”, responden las dos.
Una es delantera, la otra central. La elección de puestos se dio con el propio tiempo. Se enamoraron del fútbol gracias a Alex Canales, quien las llevaba a todos los campeonatos de barrio a los que iba a jugar. Pero Xioczana fue la primera en atreverse a patear un balón pese a las críticas y la presión de vivir en un país machista. Cuando salía a jugar le gustaba atacar, encarar, driblar, anotar goles. Entonces lo único que le quedaba a Xiomara era defender o ser arquera. De lo contrario, el juego no funcionaría. Es la ley de la vida trasladada a una tarde en el parque o un campo cercano a casa.
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Un reflejo del crecimiento del fútbol
La vida de las hermanas Canales Porras, como la de todas las futbolistas en el Perú, fue un sacrificio constante. Más para Xioczana que empezó desde los 13 años, tapándose los oídos mientras dribleaba rivales, cual conos de entrenamiento, con el balón pegado a su pie derecho.
“El solo hecho de pensarlo me da un dolor de cabeza”, empieza recordando su rutina diaria de hace algunos años: “Era levantarme a las 4 de la mañana, desayunar y salir hacia el alimentador del Metropolitano en Villa El Salvador para llegar hasta el Centro de Lima cerca de las 5:45. Luego caminar hasta el estadio Lolo Fernández para entrenar con la ‘U’. Saliendo me iba corriendo a la Universidad y acababa como a las 2 de la tarde”.
“Un tiempo sufrí de gastritis porque no podía comer a mi hora. Luego de almorzar me iba hasta la avenida La Marina para entrenar con la selección peruana y de ahí recién volvía a mi casa en Villa El Salvador. Así eran todos los días. Muchas veces quería que llegara el fin de semana porque eran los únicos días que, sin estudios, podía descansar un poco más”, agrega. De Villa El Salvador a Breña, luego hacia La Marina y luego de nuevo a casa. Casi 60 kilómetros recorridos diarios en busca de un sueño sin dejar de lado las responsabilidades.
El camino que recorrió Xiomara es casi igual, aunque por rutas diferentes. No importa, al final la meta siempre fue la misma.
Hoy, las hermanas son parte del crecimiento del fútbol femenino en el Perú. Un ‘boom’ que podría decirse que arrancó en 2019 justamente gracias a las futbolistas y sus diversas maneras de protestar pidiendo visibilidad (banderazos, mensajes por redes sociales o celebraciones), y al apoyo de algunos futbolistas varones desde sus tribunas. Xiomara y Xioczana son caras de Nike y Herbalife en el país. Pasaron de entrenar con lo que había a tener herramientas y nutrición como toda deportista profesional.
“En realidad ha sido un giro de 180 grados porque tanto marcas como Nike o Herbalife nos auspician a nosotras como jugadoras para seguir creciendo y ser profesionales, sobre todo con nuestra alimentación. Para mí complementar mi alimentación dentro del fútbol es realmente un cambio total. Herbalife, en lo personal, a mí me complementa y es lo mejor. Solo pido que muchas marcas más se sigan sumando”, comenta Xiomara.
Un giro de 180 grados es lo que viven las futbolistas. Dejaron atrás los campos en mal estado, tribunas vacías y partidos que posiblemente no tengan registro alguno, a estar ad portas de disputar un clásico en el Monumental, la casa de la ‘U’. Pasaron de buscar algún parque o un lugar “decente” para ser presentadas a ser las protagonistas de una conferencia en la misma sala de prensa en la que Ricardo Gareca da sus mensajes a la nación en La Videna de San Luis.
“Es muy emocionante, a veces ni podemos creer lo que estamos viviendo. Pero sí quisiéramos dar el mensaje a todas las niñas que sueñan con ser futbolistas: no vivan o intenten vivir solo de fútbol, estudien y sacrifíquense porque la recompensa llegará y va a ser lo mejor”, dice Xiomara con el apoyo de Xioczana. Un mensaje para todos, incluso si no deseas ser deportista.
El Monumental se vestirá de crema para un clásico histórico este sábado y en las tribunas seguramente estarán los Canales Porras mirando con orgullo hasta dónde han llegado las engreídas de la casa. Hoy en veredas opuestas aunque el destino las quiso juntar dos veces: Xiomara estuvo a punto de ir a la ‘U’ en 2019 y Xioczana fue tentada por Alianza Lima este año. Ninguna aceptó en su momento. Prefieren estar frente a frente como en un espejo. Al final, bien dicen los opuestos se atraen.
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