Después de casi cuatro meses sin ventas —o con las ventas reducidas al mínimo— las microempresas en el Perú vuelven poco a poco a la actividad por estos días, en un escenario que no promete nada salvo el riesgo a todo nivel: desde los contagios por coronavirus hasta la quiebra de los negocios. Pero hay que asumirlo y echar a girar la rueda, desde la perspectiva de este motor de la economía peruana, que agrupa a cuatro millones de emprendimientos (aunque solo la mitad, formales).
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Y es su demanda por volver a trabajar lo que quizás explique el notable optimismo de estos microempresarios sobre la recuperación de sus negocios a partir de ahora. Resulta que, según una reciente encuesta elaborada por Mibanco —y compartida en exclusiva con Día1 para este informe— el 91% de estos emprendedores cree que sacará adelante a sus compañías desde este mes, aunque el 57% de ellos es consciente de que ya nada volverá a ser como antes.
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Hay que retroceder en el tiempo para entender las razones de sus expectativas y reparos. Al margen de aquellas microempresas que operan en el mundo informal —nada menos que dos millones— las que sí cumplen con todos los rigores de la ley han lidiado siempre con una muy baja inclusión financiera, explica Laure Schlesinger, COO de la ‘fintech’ Prestamype. “Antes de la pandemia provocada por el COVID-19, apenas el 6% de las MYPES tenía acceso a algunos de los productos de una entidad financiera”, precisa a nuestro suplemento. Eses es el contexto en el que se han enfrentado a esta crisis.
Por ello es comprensible que, aunque el 77% señala que su negocio ha estado inactivo durante la pandemia, sólo una tercera parte de estos emprendedores ha logrado a acceder a alguna de las iniciativas promovidas por el Gobierno, se trate de un bono, una canasta o la libre disposición de parte de su AFP.
Así las cosas, los retos para atenderlos son difíciles. Sin embargo, al menos desde Mibanco señalan que están abocados a la tarea. Lo más urgente ya está encaminado, de acuerdo a la gerenta general adjunta de la entidad, María del Pilar Ruiz. “El 70% de nuestros clientes ha logrado reprogramar o congelar sus créditos para dentro de tres y hasta 12 meses”, destaca, en un entorno en el que el 26% de los microempresarios ha dejado de cumplir con las cuotas de sus préstamos bancarios, como deja ver nuestra infografía.
CAMBIAR DE ZAPATOS
Lo cierto es que, en medio de un estado de emergencia que da muy poco margen de maniobra a la economía, es perfectamente posible que el índice de quienes no puedan pagar sus compromisos financieros alcance pronto a las dos terceras partes de los emprendedores formales que trabajan en nuestro país, señala Laure Schlesinger. “Es importante inyectarles capital”, anota.
Con ella coincide el CEO de la aceleradora de startups Incuba.me, Horacio Faudella. “El impacto que ha causado el coronavirus es similar al de una debacle”, comenta, y una buena muestra de ello es que “muchos de los microempresarios están viviendo de sus ahorros”.
¿Cómo extenderles los beneficios y hacerlos clientes de valor para el sistema? Eso no pasa sólo por las MYPES, sino por los que tienen la llave de los productos financieros, y por un necesario cambio sobre cómo evalúan a este sector, refiere a Día1 Aldo Bertello, especialista del Centro de Innovación de la Universidad del Pacífico (Emprende UP). “Tienen que entender la realidad de estos negocios, ponerse en sus zapatos y comprender su comportamiento”, apunta el ejecutivo.
Una recomendación similar toca al Estado, y un camino para mejorar las cosas podría ser reducir las todavía altas tasas que se ofrecen con los actuales préstamos que promueve y garantiza para este segmento, pues fluctúan entre el 6% y 8%, cuando los del programa Reactiva (cuyos mayores fondos se han entregado a la mediana y gran empresa), oscilan alrededor del 1%.
Sobre ello también hace énfasis María del Pilar Ruiz. “El primer Reactiva ha sido complicado para los clientes microempresarios de Mibanco porque sus condiciones limitaban el acceso. Pedían RUC y reporte de facturación, cuando la mitad no tiene RUC y la otra mitad no declara el total de sus ventas”, describe.
¿MEJOR UN SUBSIDIO?
En este punto vale la pena detenernos para disgregar un dato que ayuda a familiarizarnos con el mundo MYPE. Si bien es cierto que aquí operan dos millones de estos emprendimientos bajo la formalidad, sólo 90 mil son empresas per sé, el resto son personas naturales con RUC que trabajan “el día a día”, como hace notar Aldo Bertello.
Habiéndose aclarado esta condición (es decir, una caja limitada), sería más eficiente reprogramar sus deudas más allá de los 12 meses, pensando más bien en un período de tres a cinco años y con cuotas pequeñas, añade el experto, pues las ventas no superarían el 40% durante la primera etapa del regreso.
Horacio Faudella, de Incuba.me, es todavía más arriesgado y sugiere que se apliquen subsidios a los microempresarios, con una flexibilidad equivalente a la que se ha otorgado a los compatriotas calificados como población vulnerable, muchos de los cuales son también parte de las MYPES. La fórmula ideal —si cabe el término— hubiera sido que los subsidios permitan a este sector afrontar la pandemia, mientras que, los préstamos, ayudar en el momento de la vuelta a las operaciones.
En ese marco, una estrategia que puede aplicarse es utilizar el programa Compras MYPErú (del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social) para darle movimiento a las melladas economías de los emprendedores, explica a Día1 el profesor de la Escuela de Gestión Pública de la UP, Omar Narrea. ¿Cómo se haría? “Esta plataforma adelantaría el 30% de los pagos a los microempresarios por pedidos cuya entrega se monitorearía según un cronograma previamente acordado, tomando en cuenta las restricciones de la emergencia”, nos dice.
“Compras ya trabaja con cadenas productivas como la textil, maderera, metalmecánica, de zapatos y plástico, así que se puede ajustar su diseño para simplificar su convocatoria, adelantar la selección y transferir recursos en un proceso ‘fast track’”, comenta el catedrático.
RUMBO A LA DIGITALIZACIÓN
Parte del planteamiento de Narrea descansa en el potencial de engranaje que ofrecen los Centros de Innovación Productiva y Transferencia Tecnológica (CITE), distribuidos a lo largo de todo el Perú, algunos de los cuales han estado (algo) operativos durante la pandemia, a través de los canales digitales, como ha sido el caso del CITE VRAEM, que ha desarrollado talleres de fortalecimiento de los cafetaleros de Ayacucho, Cusco y Apurímac, vía Zoom.
La cuestión es que el uso de los ecosistemas online ha despegado a todo nivel en estos meses y de eso han sido parte las MYPE, tal cual refiere Laure Schlesinger.
“Hemos visto una digitalización acelerada en el comportamiento de los ciudadanos durante la cuarentena, que en lo que compete a nuestra compañía, notamos a través del crecimiento de 150% en el volumen de transacciones de nuestra subsidiaria Cambio Seguro (‘fintech’ dedicada al cambio de moneda)”, anota la ejecutiva.
El estudio de Mibanco ratifica esa tendencia, pues deja ver que un 41% de los emprendedores se ha vinculado con las entidades financieras, estos días de crisis, haciendo uso de la banca por Internet, banca por teléfono o las ‘app’, de modo que ahí podría haber una buena oportunidad para que estas MYPES amplíen las posibilidades de comercializar sus productos y servicios.
Sin embargo, no es tan fácil como decirlo, pues requiere antes un esfuerzo capacitador por parte del Estado, la academia e incluso algunas ‘fintech’ —que son especialistas en inclusión financiera— y ese es un trabajo de hormiga que toma su tiempo. Schlesinger cuenta que, por ejemplo, en el caso de su emprendimiento, les ha tocado acompañar a sus clientes paso a paso durante las primeras operaciones —una labor que acumula horas— para que ellos se puedan familiarizar con su plataforma y tomarle confianza.
Lo cierto es que el hábito se está formando y permite desarrollar una senda con múltiples oportunidades. Puede que no en todo el Estado logre participar como soporte —sus recursos son limitados— pero son fondos qué aprovechar, sin duda.
“Los programas salvavidas del Gobierno suman alrededor de S/61 mil millones, mientras que los créditos corporativos y de consumo de la banca, alcanzan los S/220 mil millones; tenemos un límite y una responsabilidad fiscal”, acota el economista Enrique Castellanos. Es un cable a tierra que nos obliga a administrar en estrechez y, sobre todo, con eficiencia.
LAS CIFRAS DEL MERCADO
- 4 millones de MYPES operan en el Perú. Sólo la mitad de estas son formales, y menos del 5% de ese subgrupo accede a los fondos de reactivación del Estado.
- 220 mil millones de soles suman los créditos corporativos y de consumo local. Los programas de apoyo del Gobierno acumulan menos de la tercera parte.
DETALLES DEL ESTUDIO
- El estudio de Mibanco se realizó sobre la base de encuestas a 1.013 microempresarios entre los días 6 y 15 de mayo.
- Las encuestas se trabajaron vía online o llamadas telefónicas. El margen de error del estudio es de +/-3,08.
- Los préstamos bancarios resultaron ser el gasto habitual más importante de los microempresarios antes de la pandemia.
- Los ‘market place’ son espacios que pueden ayudar a potenciar la oferta de productos y servicios de las MYPES.
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