Países se enfrentan a un triple desafío social, fiscal y de crecimiento que está limitando su desarrollo y el de su población, según el organismo. (Foto: Wikipedia)
Países se enfrentan a un triple desafío social, fiscal y de crecimiento que está limitando su desarrollo y el de su población, según el organismo. (Foto: Wikipedia)
/ Mario Roberto Durán Ortiz
Redacción EC

Según el Informe Macroeconómico Anual de América Latina y el Caribe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se prevé que la región crezca un 1% este año tras haber alcanzado un crecimiento mejor de lo esperado de 3,9% en 2022.

Un escenario de crecimiento de 1,9% en 2024 asume que Estados Unidos evitará una recesión en 2023 y que habrá una tendencia global a la baja en la inflación, señala el BID.

El organismo apunta que los países de América Latina y el Caribe deben enfrentar el desafío de reducir la inflación y reducir la carga de la deuda pública en 2023.

“Asimismo, este es un paso fundamental para que los países de la región aborden el triple desafío de las crecientes demandas sociales, los limitados recursos fiscales y la baja productividad y crecimiento”, señala el documento que ha sido denominado: Preparar el terreno macroeconómico para un crecimiento renovado.

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La invasión rusa a Ucrania en 2022 -apunta- causó conmoción en todo el mundo. Los precios de las materias primas se dispararon, las expectativas de crecimiento mundial se desplomaron y los bancos centrales aumentaron las tasas de interés para controlar la inflación y existen fuentes continuas de incertidumbre económica y financiera. Como resultado, en 2023 los países de América Latina y el Caribe enfrentan una demanda global deprimida, altos costos de financiamiento y la reciente incertidumbre financiera.

“A medida que el mundo se ajusta a las consecuencias de los choques superpuestos una mayor inflación, han aparecido sendos riesgos en el horizonte económico de América Latina y el Caribe”, dijo Eric Parrado, economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo. “Los formuladores de políticas deben navegar estas aguas con cautela, coordinando la combinación adecuada de políticas monetarias, fiscales, financieras y otras políticas económicas relevantes para volver a una senda de crecimiento económico sostenido”, agregó.

Políticas monetarias y fiscales

El BID señala que en el frente monetario, los países deberán mantener o endurecer su política monetaria para asegurar que la inflación vuelva a sus objetivos para 2024. La tasa media de inflación anual en América Latina y el Caribe alcanzó el 9,6% en julio de 2022, la más alta desde la crisis financiera global de 2008. En la mayoría de los países, la inflación ha caído después de ese pico, pero sigue siendo alta en toda la región. La independencia de los bancos centrales es crucial y una prioridad para controlar la inflación, dice el informe.

La necesidad de reducir la inflación contribuirá a la desaceleración económica esperada en 2023. Para reducir el impacto en los más vulnerables, los países deben priorizar políticas fiscales que lleguen a los sectores más pobres. Esto incluye la implementación de subsidios específicos, estimular la inversión en infraestructura y mejorar el funcionamiento de los mercados laborales mediante una reducción de los incentivos a la informalidad.

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La publicación también recomienda políticas fiscales para aumentar la eficiencia del gasto y la recaudación impositiva, mejorar las instituciones fiscales y administrar la deuda de manera adecuada.

Los escenarios que prevé el informe sugieren que la deuda soberana podría crecer a un ritmo acelerado, lo cual indica que existe una necesidad de políticas para ajustar las cuentas fiscales. En promedio, la deuda pública de la región cayó al 64% del PIB en 2022 tras aumentar bruscamente durante la pandemia. Estudios del BID recomiendan a los gobiernos de la región reducir los coeficientes de deuda pública a un rango prudencial de entre el 46% y el 55% del PIB.

El informe también recomienda que los países aprovechen el financiamiento a largo plazo de los organismos multilaterales de desarrollo para mejorar la estructura de la deuda. El canje de deuda costosa a corto plazo por deuda a largo plazo a costos más reducidos beneficiaría a muchos países.

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