Este 19 de noviembre se celebró a nivel internacional el día de la mujer emprendedora; un homenaje a aquellas mujeres que son el sustento de muchas familias, madres solteras y casadas que aportan al hogar, y que en esta crisis económica generada por el COVID-19 se han visto fuertemente afectadas por las taras que aún invaden a nuestra sociedad, y por el deterioro y pérdida de empleo en sectores clave para ellas. Conversamos al respecto con Luis Germán Linares, CEO de Financiera Confianza, quien comenta la misión de la entidad financiera con las mujeres y qué podría hacerse en el país para apoyarlas.
¿Cómo ha avanzado la conectividad que tienen las mujeres en el Perú y la posibilidad de acceso? ¿Qué retos se presentan y cómo dificultan su accesibilidad al sistema financiero?
En la población femenina es donde más se concentra la pobreza. ¿Por qué ocurre esto? Por la responsabilidad que tienen en el hogar; años y años de -desde el puno de vista cultural- un enfoque machista, y especialmente en América Latina. Esto hace que la mujer tenga un protagonismo dentro de lo que es nuestra misión. En la búsqueda de ese protagonismo, uno de los temas que más se nos dificultan es la contactabilidad.
La misma tecnología les abre unas puertas de libertad en donde no tienen que depender de otras personas a efectos de poder interactuar con la sociedad. Aquí la tecnología nos ayuda mucho y lo que hemos encontrado es que menos del 60% de las microempresarias peruanas cuenta con un smartphone. Pero ya hay esa posibilidad de contactarlas por la tecnología y eso nos hace llegar mucho más fácil a ellas.
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¿Qué productos manejan que están dirigidos hacia ellas?
Nosotros tenemos un producto que se llama palabra de mujer, que nos permite colocar créditos en banca grupal. Esto es un crédito que se le da a un grupo de mujeres, grupos de 10 a 20 mujeres, y estas 20 mujeres lo que hacen es ser solidarias y entre ellas mismas se garantizan. La base de todo esto es la cohesión social que hay entre ellas, y esa cohesión social, necesita de una presencialidad.
Uno de los temas que más nos preocupaba era que las señoras se pudieran seguir reuniendo con ocasión de la pandemia. Lo que nos ha ayudado mucho ha sido la tecnología, en el sentido de que podemos impulsar reuniones virtuales para que tengan ese valor agregado hacia la libertad que requieren a efectos de poder tener acceso a los servicios financieros, a su grupo de apoyo, a sus reuniones, y en ese sentido tampoco descuidar a su familia. Esto ha sido un factor determinante para poder tener acceso hacia ellas.
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¿Qué tanto ha ampliado el COVID la brecha entre el acceso a la tecnología por parte de las mujeres versus los hombres, o el acceso a productos, debido a que, por estos estereotipos sociales, suelen ser las que más tiempo dedican a la familia?
El camino que ya habíamos recorrido para cerrar la brecha de género ha tenido un punto de inflexión, y se debe a que la brecha que de alguna manera se iba acortando ahora se ha venido acentuando. Lo vemos en la misma generación y absorción de empleo que tienen [las mujeres] en la misma economía. El hecho es que en la medida en que los efectos negativos de la pandemia fueron aumentando, las mujeres fueron las que más puestos de empleo perdieron. Ellas fueron las que más perdieron puestos de trabajo formal, con lo cual su sustento debió ser más informal y de menos calidad que el de los hombres en mayoría. De cara a la tecnología, el hecho de estar más encerradas y a cargo de otras responsabilidades ha incidido también en su acceso y uso. Por eso es importante el desarrollo y las facilidades que podamos empezar a trabajar para que tengan herramientas como teléfonos inteligentes de bajo costo, para que puedan acceder.
¿Cómo incide esto en el ritmo de entrada o uso de productos financieros de sus clientes?
Hemos visto que el ritmo de entrada de nuevas clientas mujeres ha disminuido, con lo cual el de hombres gana mayor participación. Que se reduzca su ritmo de acceso implica que la brecha se amplíe y que las oportunidades también disminuyan para las mujeres, porque no pueden salir de sus hogares por falta de tecnología, por sus labores domésticas y de cuidado de hijos y enfermos. Han incidido muchas actividades como las escolares, en donde el hijo tiene que hacer sus clases virtuales, que implica que alguien se tenga que quedar cuidando. Lo que vemos es que la reactivación hacia la mujer va a ser mucho más lenta de lo que va a ser para el hombre.
Si hacemos un análisis geográfico por zonas o regiones, ¿ven que la brechas se amplían más entre hombres y mujeres que hacen solicitudes de crédito en ciertas zonas?
Sí, se amplia más hacia los sectores rurales. Son mucho más complicados para las mujeres por la distancia a los centros de servicio de atención. Eso afecta el acceso al crédito y a los servicios financieros. Además, derivado de todo esto, desafortunadamente, las empresas van a propender más por incorporar más hombres, lo cual es necesario entonces como sociedad también que estemos pensando más en el fortalecimiento tecnológico en beneficio de las mujeres.
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¿Qué herramientas han encontrado para promover que las mujeres que tienen que invertir su tiempo mayoritariamente en diversas labores del hogar puedan acceder a estos productos, y propiamente al sistema financiero?
Hay dos herramientas que los microempresarios tienen mucho más a la mano y se les facilita más. Una es el WhatsApp y otra es el Facebook. De hecho las reuniones de banca grupal de las mujeres se han dinamizado por WhatsApp. Lo que hemos acelerado al interior de la empresa son los desarrollos tecnológicos para tener las herramientas y poder atender a las mujeres de manera virtual. Uno de los fundamentos de a banca grupal es la cohesión social de las señoras y buscamos que sea al 100% en sus entornos y que no tengan que desplazarse hacia las oficinas. Estamos trabajando en herramientas que les permitan tener el sistema financiero en su entorno inmediato.
¿Ven que se puedan implementar políticas públicas que ayuden a reducir las brechas que se han ampliado, y que alejan más a los hombres y mujeres en rubros como el financiero?
Hay políticas del gobierno que deberían estar mucho más direccionadas a la brecha de género, más encaminadas a la mujer. Por ejemplo ha salido FAE (fondo de apoyo empresarial) Agropecuario, FAE Turismo, FAE Mype, por qué no pensar en crear un FAE mujer para microemprendedoras, enfocada en la base de la pirámide.
¿Qué componentes de diseño debería tener un producto como un fondo de apoyo empresarial para las mujeres, tal como plantea?
Para que funcione bien tienen que responder a la distribución de los recursos. Como producto, debe privilegiar a mujeres cabeza de familia. Esos productos, además, deberían estar direccionados a negocios que se desarrollan desde el hogar, que tengan que ver con la administración de la persona de su mismo hogar y su negocio. Hablamos de bodegas, costureras; aquellas labores de emprendedora que no requieren el desplazamiento. Incluso trabajos como la distribución de ventas por catálogo. En la medida en que los focos sean estas empresas de comercio y servicios, que de hecho fueron los rubros más afectados por la pandemia, y son donde se desempeñan mayoritariamente las mujeres, puede funcionar. Ese es el timpo de rubros en los que deberían estar enfocado [el producto].
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¿Cómo podría funcionar o cómo debería diseñarse?
La mecánica debería depender de la experiencia que ya haya tenido la clienta con la entidad financiera y en segundo lugar, y es un tema más difícil, es poner el foco en las mujeres que se están reinventando. Algunas mujeres salían a las plazas de mercado a hacer su venta de productos de forma ambulatoria pero hoy no se pueden desplazar, y migran a otro tipo de negocios. La venta por catálogo ha sido uno de los negocios que se ha dinamizado, la venta de comida a domicilio, ese tipo de giros no los estamos teniendo en cuenta y son la nueva realidad. Hay que considerar que los nichos donde trabajamos son de supervivencia, y tenemos que entrar con recursos que sean de esa supervivencia y que nos permitan visualizar esos negocios. Eso no se está pensando y es donde está la mayor base de la pobreza, y especialmente en las áreas rurales, que es donde menos han llegado las ayudas del gobierno. Estas ayudas crediticias han llegado a empresas que están formalizadas, distintas a la base de la pirámide económica.
Lo clave aquí entonces sería un diseño focalizado para estos clientes.
Claro. Aquí no se trata de dar subsidios. Se requiere un diseño muy quirúrgico porque lo que hay que evitar es que se confunda con que son subsidios y, por ende, dinero que no se va a devolver.
¿Cuál debería ser el monto de los créditos que se les podría otorgar a las mujeres con este FAE? ¿Debería ser similar a los créditos microgrupales?
Creo que en esto no podemos ir contra la natura del mercado y cómo se mueve. Realmente la persona necesita créditos bajos especialmente en este momento de la pandemia, pero que le permitan mover rápidamente el capital. De hecho no son créditos de tan largo plazo, son a seis, siete, ocho meses, por ser montos muy bajos. Es una dinámica muy fuerte, la transaccionalidad es muy alta, entonces, el mecanismo debe permitir cubrir las necesidades de una manera eficiente para que la persona tenga los medios para poder desenvolverse.
¿Qué otros componentes son necesarios para que funcione esta fórmula?
Se necesita tecnología para acceder y pagar los créditos, y aquí también hay un tema de educación financiera para que la persona entienda que no es un subsidio y sea sostenible. [...] Hay que tener mucho cuidado con el equilibrio porque el bono es necesario para reactivar ciertos sectores de la economía, pero no puede ser una irrigación de recursos permanente. Ahí lo único que haríamos es lubricar pobreza y lo que necesitamos es que las personas, con una educación financiera adecuada, puedan realmente recibir recursos y poderlos devolver, y eso realmente marcará la diferencia para salir o no de la pobreza, desde el punto de vista económico.
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Considerando el tipo de prestamos que estas mujeres trabajadoras demandan en la actualidad o con frecuencia, ¿a cuánto asciende el monto promedio solictado en promedio?
Nosotros arrancamos con montos de 500 soles y hasta 1.500 soles.
Para que exista un FAE Mujer como el que plantea, ¿considera que los créditos deberían ascender a estos montos que manejan actualmente?
Pienso que deberían ir por ahí, no se trata de generar un cambio dramático en la manera en cómo operan las clientas no es que nosotros quisiéramos inyectar recursos a este sector de la economía; los montos deberían ser realmente hacia los que están en capacidad de responder. La ventaja que se podría tener con dineros públicos es que si se dan mayores plazos [de pago], se permitiría generar la riqueza que necesitan para ser sostenibles. No estaría de acuerdo con que los montos se suban extensivamente, sino que haya una ampliación de plazo [de pago]. Las tasas tienen que ser de mercado, también es un problema cuando son tan bajas como las de FAE debido a que no son precios que consultan la oferta y demanda real que existe en el mercado. Al no consultar esa realidad, lo que hace es que termina premiando la cultura de no pago pensando que son subsidios.
¿Cuánto podría ser el rango de la tasa promedio?
En esto más que la tasa de interés, a la persona realmente lo que le interesa es la cuota que puede pagar. El tema de las microfinanzas y la banca grupal en sí es extremadamente costoso por la carga operativa y por la mano de obra, es decir, las personas que intervienen dentro del proceso. A veces la gente piensa que es costoso porque la gente no paga, pero al contrario. El cliente tiene cultura de pago, honra sus compromisos, y precisamente cuando se colocan distorsionadores de tasas que no contemplen el sector económico donde operan, eso hace pensar que son subsidios. Lo que más interesa aquí es la cuota que puedan pagar las personas.
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