Martín Vizcarra. (Foto: Sebastián Castañeda/GEC)
Martín Vizcarra. (Foto: Sebastián Castañeda/GEC)
/ SEBASTIAN CASTANEDA
Alejandro Falla

Alguna vez vi a un congresista saltarse olímpicamente el control de aduanas en el aeropuerto. Mostró su pasaporte para que le dieran pase libre a él y a toda su familia. Todos los demás, pese a haber llegado primero, tuvimos que hacer la colita, apretar el botón y rogar porque no saliera el rojo que nos condenaba a la revisión. La actitud del Padre de la Patria (así les gusta que los llamen) me decepcionó. Era un funcionario público sacando provecho de su condición.

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La historia de la vacuna a Vizcarra aun no es clara. Lo que se sabe hasta el momento es que recibió una en Palacio de Gobierno. Mientras en otros países los presidentes reciben vacunas rodeados de publicidad, aquí ocurrió a escondidas y sin que nadie lo supiera. Si lo hizo como “voluntario” dentro de una investigación o si se trataba de una “vacuna de cortesía”, aún es un misterio. Lo ocurrido deja la sensación de que alguien quiso “zamparse en la cola” aprovechándose de su condición de funcionario público. Y vaya que no estamos hablando de cualquier funcionario público.

Por suerte, estamos llenos de servidores públicos que hacen la colita, esperan su turno y no buscan aprovecharse de las ventajas que les da su cargo. La semana pasada lamentablemente nos dejaron dos de ellos. Javier Neves Mujica, gran Maestro y amigo de la PUCP quien fuera Ministro de Trabajo; y Renzo Rossini, quien fuera gerente general del Banco Central de Reserva. Uno sirvió más en las aulas; el otro más en la cancha.

Conocí a Javier en la universidad. Nunca entendí el derecho laboral ni a los laboralistas. Eso no fue obstáculo para que me acogiera en el círculo de laboralistas (muy aficionados al vino). Su paso por el sector público fue breve pero importante. El cargo de Ministro no lo cambió. Siguió siendo el de siempre. No sufrió “mal de altura”.

A Renzo lo conocí como parte del equipo evaluador en el concurso de Buenas Prácticas en Gestión Púbica que organiza Ciudadanos al Día. Me pareció una persona empática y comprometida con la función pública. Tampoco era el cargo que ostentaba. Tenía peso propio. Recuerdo una larga conversación con él sobre la posibilidad de involucrar al Banco en el proceso de designación de los miembros de Tribunal del Indecopi (como sucede en Chile). La idea no le gustaba mucho; temía que el Banco se convirtiera en “head hunter” del Gobierno. Lamento que su partida me haya quitado la oportunidad de convencerlo de lo contrario.

Los procesos regulatorios requieren de integridad y transparencia en sus gestores. Ni Javier ni Renzo eran del tipo de funcionarios que tratan de aprovecharse del cargo para ser atendidos primero. Necesitamos más funcionarios de este tipo. Atraerlos y retenerlos debiera ser prioridad. Empecemos por darles visibilidad y reconocimiento. ¡A esos que tratan de ponerse primeros en la cola, hay que dejarlos fuera!