Poco antes de cumplir 21 años, María sale un domingo a caminar por las invernales calles de París. El mundo parece el mismo de siempre, pero una noticia, que pasa inadvertida, anuncia la catástrofe: un médico chino alerta de la existencia de un extraño virus en Wuhan que comienza a causar estragos entre la población local. Con el correr de las semanas, la muchacha empieza a maquinar la manera de sacar provecho de la situación de pandemia, cuando muchos, desesperados, buscan alguna cura milagrosa para combatir la infección.
Este es el detonante de “Nuestra constante lucha”, una novela del diplomático Ernesto Pinto-Bazurco Rittler que narra dos historias en paralelo: por un lado, la evolución de la pandemia de coronavirus entre el 2020 y 2021, la incertidumbre inicial, el caos, el aislamiento social, la falta de camas en los hospitales, las acciones inescrupulosas de algunos para lucrar con la salud, el esfuerzo de los diplomáticos en el caso de las vacunas (“Los que progresaran ahora serán los pueblos que tengan los mejores diplomáticos, negociadores”, sentencia María); y en segundo término, un relato futurista, ambientado en 2034, cuando la Tierra queda devastada por un cataclismo y solo se salvan los pocos centenares de personas que en esos momentos vuelan en los aviones.
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“Es una novela histórica escrita en tiempo real —dice el autor— pues toda esta pandemia va a inaugurar una nueva era en la humanidad. Y me traslado también al futuro para llamar la atención sobre algo que creo es importante: no estábamos ni estaremos preparados para otro evento mayor; pues la comunidad internacional está entrenada para reaccionar ante hechos producidos por el hombre, como crear fuerzas de paz para controlar una guerra; pero no para eventos de la naturaleza”.
Riesgo existencial
Pinto-Bazurco Rittler es diplomático de carrera y en esta novela vuelca también toda su experiencia en el campo de las relaciones internacionales. En la década de 1970, fue precursor de la idea del Batallón Perú que, entre 1973 y 1974, formó parte de la misión de paz de las Naciones Unidas durante el conflicto entre Egipto e Israel. Cuenta que en esa época propuso la extensión de las fuerzas de emergencia para otros eventos, como catástrofes naturales, pero no le intereso a las Naciones Unidas. “Una fuerza de este tipo hubiera sido muy útil para enfrentar esta pandemia”, precisa a través del teléfono, desde Alemania, donde reside.
Añade que uno de los motivos por los que escribió este libro, fue para plantear, desde el poder que otorga la ficción, soluciones técnicas y políticas para que la humanidad pueda enfrentar futuros percances. “La conclusión es que debemos estudiar los futuros escenarios, por lo que propongo la creación de un Centro de Estudios de Riesgo Existencial, algo que ya se está haciendo en Gran Bretaña y otros países”.
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El embajador Pinto-Bazurco pide que en el futuro los estados renuncien al egoísmo que representan los nacionalismos. “Existe otro tema que no hemos tomado en cuenta —explica—, es el de la migración. Existen, en el mundo, alrededor de 70 millones de personas que son migrantes; es decir que están buscando un país. Esto nos debe llevar a reflexionar si no es necesario crear otras estructuras para proteger mejor a las personas. En la novela, cuando aterrizan esos cientos de seres humanos que volaban en los aviones descubren que tras el cataclismo ya no existen países, entonces ¿de qué dependen?, de su conocimiento; y se agrupan de acuerdo a las líneas aéreas en que viajaban; eso les da pertenencia”.
A manera de cierre, nos deja una frase: “ojalá esta pandemia nos enseñe que la cooperación internacional es más importante que la llamada globalización”.
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El embajador Ernesto Pinto-Bazurco es jurista y escritor nacido en Múnich y formado en el Perú, Alemania y Suiza, y ocupó importantes cargos en las misiones en las Naciones Unidas en Nueva York y Ginebra. El íntegro de las ventas de la novela “Nuestra constante lucha” se destinará al Fondo de Asistencia Social del Asociación de Funcionarios del Servicio Diplomático del Perú (AFSDP), para apoyar a las familias de los trabajadores de menores recursos económicos que se han visto y se ven afectadas por la crisis sanitaria.
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