La Autoridad del Transporte Urbano (ATU) finalmente obtuvo las competencias para administrar el Metropolitano y sus alimentadores, los corredores complementarios, el metro de Lima y el servicio de todos los buses urbanos (combis, coasters, ómnibus: más de 24 mil unidades). Por primera vez en la historia, el transporte de Lima y Callao está bajo una sola entidad para poder planificar, regular, gestionar y fiscalizar el sistema integrado de transporte. Durante décadas, la capital y la ciudad portuaria se dividieron la regulación del transporte entre 43 municipalidades, lo que hacía imposible controlarlo.
La ATU ahora parece no tener excusas para postergar sus promesas de mejorar la calidad de vida de más de 8 millones de usuarios del transporte, que para llegar a sus trabajos o regresar a sus casas pierden varias horas en una combi, el medio de transporte más utilizado en esta ciudad. La situación es caótica debido el desorden de las rutas de los buses, que durante décadas fueron autorizadas por Lima y el Callao por separado, sin un plan integral.
1. Carriles exclusivos para el transporte público
Uno de estos compromisos que la ATU tiene con limeños y chalacos es una tarea que se puede hacer en el corto plazo para mitigar la congestión vehicular en el transporte público (usado por el 75% de ciudadanos para movilizarse): la instalación de carriles exclusivos para los buses. Esta es la fórmula para reducir a la mitad de tiempo de viaje, como ocurrió en los Juegos Panamericanos 2020 con los vehículos que trasladaban a las delegaciones deportivas, y que permitió que estas llegaran sin demoras. Si las autoridades pueden instalar carriles exclusivos para los invitados extranjeros que llegan a Lima, ¿por qué no hacerlo para los miles de limeños que pasan horas atorados en el tráfico?
Por ahora, la ATU ya anunció carriles exclusivos para corredores complementarios, que hasta ayer estaban en manos de ProTransporte (Municipalidad de Lima). Actualmente solo hay 9 kilómetros de carriles exclusivos de este sistema, pero la idea es completar el resto, como ocurre ahora con el Metropolitano, que avanza sin tener que zigzaguear entre autos privados y colectivos informales. “La velocidad de los buses de los corredores es de 9 a 10 km/h en promedio. Con la instalación de carriles segregados se pasaría a 20 kilómetros por hora en promedio”, dice Ángel Mendoza, gerente general de la Asociación de Concesionarios de Transporte Urbano (ACTU).
La urbanista Mariana Alegre, directora del observatorio Lima Cómo Vamos, dice que estas vías exclusivas deberían ampliarse a todos los buses de Lima y Callao. “Es importantísimo que haya carriles exclusivos para el transporte público, no solo para reducir los tiempos de viaje, sino también para darle prioridad a esa mayoría de personas que se trasladan en este servicio público”, dice Mariana Alegre, directora de Lima Cómo Vamos.
2. La hora de llegada del bus
El Metropolitano tiene más de 10 años de creación, pero hasta ahora no funcionan sus paneles LED que deberían mostrar la hora de llegada de los buses. Esto permitiría planificar el viaje y administrar el espacio (las colas) en las estaciones, que actualmente se repletan en hora punta, pues sus usuarios no tienen la hora exacta en la que va a abordar el bus.
Ya existen aplicativos (gratuitos) que permiten saber qué bus o buses tomar para llegar a un determinado destino, y aún más importante, cuánto tardará en hacer la ruta. Pero estos solos existen para el transporte tradicional de Lima, como buses y coasters. Incluso, estas plataformas muestra la ubicación en tiempo real de la unidad de transporte más cercana al paradero. Es decir, los pasajeros pueden ver en cuántos minutos llegará el bus, para así evitar las largas y peligrosas esperas.
Una de ellas es TuRuta, asociada con muchos empresas de buses y combis de Lima. Cuando uno de ellos se asocia, la app emplea el GPS del celular del chofer o el cobrador para mostrar por dónde va. Incluso, los pasajeros pueden denunciar paraderos sin señalización, acoso y cobros injustos. Según los creadores de esta aplicación, en el 2016 fue presentada una propuesta para implementarla en los buses de los corredores complementarios y en el Metropolitano sin cobro de por medio; sin embargo, hasta la fecha no reciben respuesta.
3. Despejar las pistas de la informalidad
Fortalecer la fiscalización es otro desafío de la autoridad. Ahora que el Metropolitano y los corredores complementarios están en manos del equipo de María Jara, los más de 1.000 fiscalizadores que tenían estos dos sistemas de transporte pasarán a este nuevo organismo gracias a la transferencia de facultades, con el fin de despejar las vías de la informalidad.
Como ha informado la campaña #NoTePases de El Comercio, la proliferación de colectivos es la que causa el tráfico en la gran mayoría de avenidas, como Javier Prado. Hace 4 años el corredor rojo tenía una velocidad promedio de 13 km/h y ahora es de 9 km/h. Ningún alcalde ha podido sacarlos.
4. Bicicletas en los buses: transporte intermodal
En mayo del 2020, los corredores azul y rojo comenzaron la implementación de un proyecto que consistía en instalar los primeros racks de bicicletas en la historia del transporte público de Perú. Estos implementos permiten promover el viaje inter-modal: realizar un tramo en bicicleta (por ejemplo, de la casa al paradero); luego, el tramo largo interdistrital en el bus; y el trayecto final hacia el destino final en bici. Así, se disminuye el riesgo de contagio y se ahorra tiempo para realizar estas rutas cortas de acercamiento, que actualmente se hacen en taxi colectivo, mototaxi o combi.
Estos racks fueron colocados en solo una pequeña parte de las flotas, sin embargo, ante el gran incremento de ciclistas en las calles, los especialistas aconsejan concluir su implementación en el resto de la flota.
¿Cuándo acabará el caos del transporte?
Varios países de América Latina y Europa lograron la integración de sus sistemas de transporte en un promedio de 5 a 10 años, incluida la creación de una tarjeta única para todas las unidades. Sin embargo, Lima tiene un problema que dilataría el proceso: la informalidad y la precariedad del sistema actual. Hoy los buses en Lima operan bajo el régimen ‘comisionista-afiliador’, en el que una sola persona es titular de una ruta, pero al no tener ni unidades propias ni solvencia económica convoca a cualquier dueño de bus y choferes sin filtros, a través de letreros como: “Se reciben unidades”. Este régimen hace que los buses de una misma flota compitan entre sí. Además, muchas de las rutas autorizadas por el Callao son desconocidas por Lima, y viceversa, lo que genera caos. La ATU tendrá las facultades para exigir que las empresas de transporte tengan solvencia económica y operadores en planilla y de cambiar este modelo perverso.