Sonia del Águila

(Madre de Dios, 1966) acaba de llegar de una gira de 12 días por Estados Unidos y ya se alista para subir a escenarios de Cuzco, Arequipa y Lima. Este 8 de julio presentará oficialmente su primer disco de vinilo, Disco de oro, en el Festival Internacional del Vinilo en la Concha Acústica del Campo de Marte. La siguiente parada será de casi dos semanas por Europa. Su ajetreada agenda laboral solo se vio interrumpida por la pandemia. Es así de recargada desde los años 90, cuando junto a su compañero de vida, el director musical Tito Mauri, revitalizó la cumbia peruana e impulsó la tecnocumbia en el Perú.

Rosa Aurelia Guerra Morales, nombre real de la reina de la tecnocumbia, empezó a cantar a los 5 años en Madre de Dios. Aprendió viendo y escuchando a su padre, su principal impulsor artístico y el hombre que le enseñó a perseverar hasta en los momentos más inclementes.

Rosa Aurelia Guerra Morales, nombre real de la reina de la tecnocumbia. (Foto: Alessandro Currarino)
Rosa Aurelia Guerra Morales, nombre real de la reina de la tecnocumbia. (Foto: Alessandro Currarino)

Cuando era niña y mi papá me llevaba a las peñas, cantaba rancheras. Me emocionaba al interpretar ‘La hija de nadie’. Como lloraba, la gente creía que era huérfana. Recibía bolitos, me daban propinas. Toda la vida he amado la música, la llevo en la sangre”, asegura.

En su natal Puerto Maldonado, la reina de la tecnocumbia integró el grupo Los Fender’s. Pero fue en Lima, a los 18 años, donde encontró el escenario propicio para exponer su talento y empezar a brillar.

Mi mamá quería que estudie secretariado o enfermería en Lima porque creía que la música era solo un pasatiempo para mí. Pero como la plata no alcanzaba en mi casa, éramos ocho hermanos y solo mi papá trabajaba, me metí a laborar pegando cajas en una empresa en la que mi tío era gerente. Allí conocí a María Jesús Sernaqué, una amiga que después de oírme cantar, prácticamente me llevó a la fuerza a hacer un casting que me cambió la vida”, cuenta Rossy War.

Rossy War ganó popularidad en la agrupación de Puerto Maldonado Los Bio Chips. (Foto: Alessandro Currarino)
Rossy War ganó popularidad en la agrupación de Puerto Maldonado Los Bio Chips. (Foto: Alessandro Currarino)

─¿Te refieres al casting que convocó la agrupación Los Bio Chips, donde conociste a tu esposo?

Exacto. Te juro que toda la vida le pedí a Dios enamorarme de un músico porque sino no me iba a dejar cantar (ríe). Lo mío fue amor a primera vista. Me gustó todo de él: su cabello largo, sus bigotes, su cuerpo, sus músculos. Ese día tenía la camisa un poco abierta, se le veía atlético. Era el director musical del grupo y el encargado de hacer el casting. Me puse nerviosa. Recuerdo que, inicialmente, canté una ranchera, luego una balada y, finalmente, una cumbia. Al final apuntó algo en un cuaderno y me dijo que me llamaría si salía elegida. Una semana después, me confirmaron que había quedado.

─¿Y te llegó a decir qué apuntó en su cuaderno?

Escribió “excelente” (ríe). En ese grupo estuve como diez años. Fue una etapa importante porque, además de conocer a mi esposo, me dio popularidad. Los Bio Chips llenaban locales, eran muy queridos. Pero había que crecer, así que di un paso al costado y lanzamos el concepto de grupo musical llamado Rossy War y su Banda Kaliente.

─Una decisión que te llevó a convertirte en la reina de la tecnocumbia.

Al principio no fue fácil. Llegué a pensar que no iba a funcionar. Cuando empezamos a grabar, Tito quería que cante de una manera y a mí siempre me ha gustado ponerle punche y fuerza al cantar. Me dijo que imite la voz de la Princesita Mily, pero me negué. Le dije que no cantaría así. “Déjame cantar como yo quiero”, insistí. Se molestó, discutimos y al final me dijo: “Ya, canta como tú quieras”. Canté a mi estilo y con tanta devoción, que le gustó y quedó. Al final, no hubo nada que corregir. Luego vinieron muchos más temas. Empecé a trabajar en provincias, hasta que llegó el boom de la tecnocumbia.

Rossy War. (Foto: Alessandro Currarino)
Rossy War. (Foto: Alessandro Currarino)

─Algún anécdota de aquella época.

Un día en Chosica me metí a un bazar porque la gente venía hacia mí en mancha. Al final, todos entraron al local, rompieron los aparadores de vidrio y la dueña nos terminó botando. Desde aquella vez decidí quedarme en casa.

─¿La música te cambió la vida?

Totalmente. Ahora mis hijos trabajan conmigo. Mi hijo, que es director musical, me ayuda con el tema de las grabaciones. Le está poniendo ese toque juvenil y moderno que necesitaba. Lo mismo pasa con mi hija, quien muy pronto se lanzará como cantante solista de K-Pop. La música me ha regalado cosas hermosas. En una reciente gira a Brasil, Felix Robatto y Bruno Benítez, dos músicos brasileños de mucha experiencia y trayectoria, han compuesto una canción inédita para mí. Se llama “Amor que sentí”. Está en YouTube y en Spotify.

─¿Durante el boom de la tecnocumbia, cuántas presentaciones solías tener en un fin de semana, por ejemplo?

Teníamos shows todos los días, hasta tres veces por día. No sé cómo pude resistir tanto desgaste físico. Muchas veces dormíamos en el carro porque no nos alcanzaba el tiempo ni para cambiarnos en el hotel. Pero cuando subíamos al escenario, como por arte de magia, el cansancio se iba.

─¿Es verdad que te llevaron a México para explicar en conferencia de prensa que el tema “Nunca pensé llorar” no lo cantaba Ana Gabriel en cumbia, sino tú?

Así es. Me llevaron para la conferencia, pero también me ofrecieron quedarme a vivir allá. Querían lanzar mi carrera desde allá. Ofrecieron pagarme todo, hasta la educación de mis hijos. Pero no acepté porque tenía varios contratos de trabajo pendientes en Perú. Mi agenda estaba ocupada hasta el siguiente año. De haber aceptado posiblemente hubiese triunfado afuera, tendría hasta una nominación a los Grammy (ríe). Lamento mucho haber perdido esa oportunidad.

─“Nunca pensé llorar”, uno de los temas más exitosos de tu carrera, nació de una pelea con tu esposo. ¿Cuál es la historia?

Estábamos tocando en Chimbote junto a otras agrupaciones, cuando Tito me dice que hay un cantante de otro grupo que quiere algo conmigo. Nosotros en ese tiempo éramos solo enamorados. Luego se va al baño y al regresar me encuentra bailando con este chico. Se molestó mucho, se puso a tomar y a llorar. Luego nos fuimos a Trujillo, y al llegar al hotel sacó una hoja y un lapicero y escribió la canción. Ha sido grabado en diferentes géneros y países, y es el tema central del disco de vinilo (Disco de oro) producido por Disco Centro, que presentaré este 8 de julio en el FIV.

Rossy War muestra orgullosa su primer disco de vinilo. (Foto: Alessandro Currarino)
Rossy War muestra orgullosa su primer disco de vinilo. (Foto: Alessandro Currarino)

─El éxito también llegó con problemas. ¿Te pasó la factura aparecer en mítines fujimoristas?

No puedo negar que me afectó mucho ese tema. Siempre que participé en una campaña, ya sea en la de Fujimori o en otra, fue como artista contratada más nunca con fines de proselitismo. Pero se especularon cosas que no eran ciertas. Les puse la cruz porque afectaron mi carrera, me alejaron de mis seguidores.

─¿Qué es el éxito para ti?

Creo que en cualquier cosa que hagas en la vida, si no estás bien con tu familia, no hay éxito. Sentirse exitoso es sentirse feliz. Y yo me siento exitosa porque tengo unión familiar. Eso es el éxito para mí.

─¿La fama es importante?

Es importante para poder dar al mundo cosas positivas y poder compartir lo que haces; pero para mí no es más importante que el éxito.

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