Finaliza un año de intensa actividad teatral con un proyecto diferente. Se trata de “Un cuaderno azul, al que le faltan alguna hojas”, un montaje de los alumnos del octavo ciclo de la Facultad de Artes Escénicas de la Católica, dirigido por Alberto Ísola. Un ambicioso proyecto en el que a través de seis cuadros dramáticos, cada uno escrito por un dramaturgo diferente, repasamos la historia del Perú. Pero no a través de los protagonistas ni de los episodios de la historia oficial, sino más bien con las vivencias de los hombres comunes y corrientes, de las luchas sociales, los triunfos deportivos e incluso las grandes tragedias naturales. Gino Luque, Mariana Silva, Vanessa Vizcarra, Mateo Chiarella, Mariana de Althaus y Daniel Amaru Silva son los escritores llamados a componer estos capítulos, cuyo único hilo conductor es el Perú y un cuaderno al que le faltan algunas páginas. Cada uno cubre una década específica y lo hacen con plena libertad, optando por un tema que a cada quien le resulte representativo de aquel entonces.
En un medio como el nuestro, donde el entusiasmo es el primer ingrediente, hacía falta un proyecto más ambicioso en términos experimentales y artísticos. Y es eso lo que vemos sobre el escenario del CCPUC. Una obra que a manera de un gran fresco intenta cubrir un espacio en el que todavía nos hace falta explorar. Lo valioso es que en ese intento se acierte y se cometan errores, porque así es como se construye una auténtica tradición dramática. Solo así saldremos de esa autocomplacencia que nos obliga a aplaudir todo lo que se produce para poder exigirnos una mejor calidad y pasar a un nivel más sólido.
Por eso “Un cuaderno azul...” es un proyecto importante. Por un lado, convoca a nuestros mejores dramaturgos, y del otro, incorpora a estudiantes de teatro. Todo bajo la batuta de un incansable Alberto Ísola, uno de los hombres con más tablas en nuestro medio. Ya Ísola nos había ofrecido dos trabajos muy acabados en los últimos meses, “El continente negro” y “Un cuento para el invierno”, pero con este montaje cierra un año y abre las posibilidades a muchas cosas más. Le confiere coherencia al conjunto de propuestas y las convierte en un cuerpo único. Compone un todo en el que nos pueden gustar unos elementos más que otros, pero todos integrantes de un universo bien ensamblado.
En la primera entrega hemos podido ver “Mientras ellos no están”, de Gino Luque; “La elección”, de Mariana Silva; y “1970”, de Vanessa Vizcarra. Tres historias independientes con gran sentido de la teatralidad y también del espectáculo. Las dos primeras están enfocadas en esas grandes pasiones que corren por las venas, a veces ocultas bajo alguna máscara. En la obra de Silva hay un uso de los recursos de la ficción que se mueven en varias direcciones capaz de crear un juego entre la verdad y la ficción muy provocador. Es allí también donde el elenco, compuesto íntegramente por estudiantes, luce menos histriónico. Porque en “La elección” el artificio de la exaltación teatral es la clave para entender la historia.
Pero es en “1970” donde se corren más riesgos y se obtiene un resultado mucho más complejo. Las tres mujeres del cuento son en realidad las tres parcas, aquellas criaturas mitológicas que tejen el destino de los hombres. Son ellas quienes traman y ejecutan el terremoto del 70 y también el resultado del partido de fútbol que jugó nuestra selección a los dos días del terremoto. Si exceptuamos el tema del terrorismo, son muy pocas las referencias nacionales en nuestra dramaturgia contemporánea. Ver algo así en escena es descubrir las posibilidades que nos ofrece nuestra historia y que la convierte en una fuente de recursos.
Quienes vivimos en carne propia el sismo de Áncash descubrimos, al ver una pieza teatral como esta, que ahí está un episodio doloroso de nuestra historia que sigue vivo. Tratado sin solemnidad ni autocompasión, sino con audacia y creatividad. “Un cuaderno azul...” se presentará hasta el 14 de diciembre. Me parece que es muy poco tiempo para una empresa tan arriesgada y sin duda valiosa. La CCPUC debería reprogramarla e incluso tratar de presentarla en una maratón de un día entero.