¿Te imaginas despertar todos los días en un crucero con la suave brisa marina acariciando tu rostro mientras disfrutas de todas las comodidades que ofrece la embarcación? Aunque pueda sonar como algo inusual, esta fue la realidad de Peter Antonucci, un abogado jubilado de 64 años que pasó seis años viviendo en ‘The World’, un exclusivo barco de 12 cubiertas y 644 pies de longitud (poco más de 196 metros), donde los condominios cuestan desde 2 millones de dólares en adelante. Según su testimonio, detrás de estas elegantes viviendas se esconde un mundo de drama, mucho libertinaje y consumo de sustancias ilícitas, algo que pocos podrían sospechar en un entorno aparentemente encantador y paradisíaco.
“El barco funcionaba más con rumores que con combustible diésel”, dijo Antonucci en conversación con Daily Mail. Con solo 165 residencias que van desde estudios hasta apartamentos de gran tamaño de varias habitaciones a bordo, ‘The World’ le brinda a sus pasajeros la oportunidad de visitar más de 100 destinos cada año.
Contrario a lo que uno podría pensar, el estadounidense comparó su experiencia con lo sucedido en la serie “The White Lotus”, drama de HBO en donde los huéspedes y empleados de una cadena turística protagonizan todo tipo de anécdotas.
Según el jubilado, tuvo la oportunidad de conocer todo lo que sucedía a bordo gracias a que fue elegido para formar parte de la junta directiva del barco. “Todas las violaciones de conducta extrema se comunican a la junta, así que a eso se reduce”, reveló.
“Sabía dónde se podían encontrar todos los esqueletos; sabía quién se acostaba con quién, quién agredió a quién, quién robó... Y más allá de eso, obviamente tengo dos ojos y dos oídos. Ves cosas e intuyes cosas”, agregó Antonucci, cuyo primer condominio en el crucero le costó un poco más de un millón y medio de dólares.
Junto a su esposa, Tami, pasaron hasta ocho meses al año a bordo. Poco a poco, se fueron familiarizando con todo lo ocurrido al interior de la lujosa embarcación. “Los dramas, las historias y las tramas secundarias no ocurrieron de la noche a la mañana; algunos tardaron meses o incluso años. Como residentes, nos sentábamos lascivamente y mirábamos cómo se preparaban. Mucha gente en el barco quedó fascinada con los chismes”, recordó el hombre.
Según contó, la mayoría de personas que se subían a ‘The World’ son jubilados y algunos de ellos superan los 80 años; sin embargo, la edad no necesariamente venía acompañada de madurez.
Enfrentamientos, consumo de drogas y personas desnudas caminando por la terraza
“Cuando estás en el mar durante seis o siete días, la gente va de bar en bar… ¿qué podría salir mal? ¿Hubo gente aplastada? Por supuesto. ¿Hubo gente que se zambulló en la piscina completamente vestida? Sí. ¿Se quedaron completamente vestidos? No siempre. ¿Había gente consumiendo drogas? Por supuesto que sí. Cada vez que tienes un grupo de personas, tendrás esas cosas”, señaló el estadounidense.
Antonucci asegura que, aunque no pasó nada grave durante su experiencia, había personas que le gritaban al personal cuando no se salían con la suya. Además, recordó la presencia de invitados inapropiados que apenas estaban vestidos en la terraza de la piscina.
“Una de las cosas impresionantes del barco es que la mayoría de los residentes son hechos por ellos mismos. No son bebés de fondos fiduciarios, pero eso es algo bueno y malo”, explicó. “Es bueno porque entienden lo que es construir una corporación y desarrollar algo. Pero puede ser malo porque nunca les han dicho que no y cuando tienen una idea simplemente la siguen”.
Antonucci, que ha escrito tres novelas sobre un crucero ficticio lleno de gente rica, recordó varias discusiones, peleas y aventuras de todo tipo que se prolongarían durante “meses y años” entre los residentes y la tripulación.
El problema radica en que, como los huéspedes son dueños y no pasajeros, las personas no pueden ser desalojadas como lo haría un crucero habitual.
“Realmente no puedes botar a la gente cuando están pagando 5 millones de dólares para comprar y 500.000 dólares al año en honorarios de mantenimiento”, agregó el jubilado. “Pero había protocolos para tratar con ellos”.
Finalmente, Antonucci compartió los motivos por los que, después de casi seis años en el mar, tomó la decisión de volver a tierra: “Me fui por dos cosas: primero, había estado allí durante suficientes años y había visto el mundo varias veces. En segundo lugar, yo personalmente estaba harto de los chismes, los rumores y las malicias”.
Cabe agregar que un representante de ‘The World’ se puso en contacto con Daily Mail para abordar las afirmaciones del jubilado.
“Habíamos estado en contacto anteriormente con el Sr. Antonucci, quien nos aseguró por escrito que sus obras no tienen relación con The World o sus residentes, y que sus publicaciones son obras de arte ficticias sobre un barco ficticio”, expresó.
“Le deseamos lo mejor en sus obras creativas de ficción, que entendemos no tienen relación con The World ni con ninguno de sus residentes”, finalizó.