
Desde hace varias semanas, el cometa 3I/ATLAS viene siendo tema de debate. Su aspecto enigmático despertó todo tipo de especulaciones entre los científicos, quienes plantean posibilidades que van desde un asteroide extraño hasta teorías más llamativas que lo vinculan con un objeto volador no identificado.
Sin embargo, las observaciones realizadas con telescopios parecen disipar las dudas: se trataría de un cometa activo. El análisis de su comportamiento y de la nube de gas y polvo que lo rodea descartaría cualquier hipótesis que lo asocie con un OVNI o un cuerpo rocoso común.
En sus primeras observaciones, astrónomos lograron detectar la coma, esa envoltura difusa que se forma cuando los hielos del cometa comienzan a sublimarse al acercarse al Sol. Imágenes obtenidas por el Telescopio Robótico Joan Oró, a pocos días de su descubrimiento, confirmaron esta característica esencial, lo que permitió calcular con precisión su posición y brillo.

Aunque a simple vista 3I/ATLAS pueda parecerse a un asteroide oscuro, su comportamiento lo delata. Los asteroides son cuerpos inertes, sin actividad, mientras que los cometas liberan gases y polvo, creando colas y brillo adicional. Esa actividad, además de volverlos visibles desde la Tierra, ofrece una oportunidad única para estudiar su composición química.
Entre el 5 y el 14 de julio de 2025, telescopios como el Gemini-S/GMOS y el NASA IRTF/SpeX realizaron observaciones espectroscópicas en bandas visibles e infrarrojas. Los resultados fueron claros: se detectó abundante agua y dióxido de carbono, compuestos típicos de los cometas activos. Esta evidencia descartó por completo que se tratara de un asteroide corriente y confirmó su naturaleza interestelar.
El espectro óptico del cometa guarda cierto parecido con los asteroides tipo D, ricos en carbono y con un tono rojizo; no obstante, el análisis infrarrojo mostró la presencia de hielo de agua en su coma, ratificando que se trata de un cometa.

Los aportes del Telescopio Espacial James Webb y del satélite SPHEREx de la NASA fueron clave. Los datos revelaron que la nube de gas que rodea el núcleo del cometa alcanza unos 350.000 km, dominada por dióxido de carbono. El polvo microscópico que se desprende proviene de la sublimación de hielos, formando la envoltura característica que permite analizar su composición sin alterar el núcleo.
La astrobióloga Karen J. Meech y su equipo modelaron la mezcla de polvo y agua de la coma, estimando que alrededor del 30% corresponde a hielo. Esta proporción sugiere que el objeto se formó en un sistema planetario lejano y fue expulsado por interacciones gravitacionales.
El resto, compuesto por materiales similares a meteoritos condritas carbonáceas, ofrece pistas valiosas sobre los componentes presentes en discos protoplanetarios de otros sistemas solares.

Lo que debes saber sobre el cometa 3I/ATLAS
El 3I/ATLAS es un objeto interestelar detectado en 2019 por el telescopio ATLAS en Hawái, diseñado para rastrear asteroides cercanos a la Tierra. Su nombre indica que es el tercer objeto interestelar descubierto, tras ‘Oumuamua y 2I/Borisov, y reconoce al observatorio que lo identificó.
Se trata de un viajero cósmico que no pertenece a nuestro sistema solar. Su órbita hiperbólica muestra que proviene del espacio interestelar, es decir, nació en otro sistema estelar y fue expulsado de allí antes de cruzar por nuestra región.
El origen de 3I/ATLAS sigue siendo un enigma. Los astrónomos creen que podría ser un fragmento de cometa o asteroide formado en torno a otra estrella, lo que lo convierte en una muestra natural de otros mundos lejanos.
Estudiarlo nos permite asomarnos a la historia de sistemas solares ajenos. Analizar su composición y movimiento ayuda a comparar nuestro sistema solar con otros y a entender mejor cómo se forman y evolucionan los planetas en la galaxia.
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