
En casi todos lados hay alguien que siempre tiene algo que decir. Habla sin parar, interrumpe, no deja que los demás terminen sus ideas y, muchas veces, domina las conversaciones sin darse cuenta. Aunque a simple vista pueda parecer alguien extrovertido, espontáneo o simplemente apasionado, la psicología sugiere que detrás de este comportamiento hay algo más profundo.
La psicóloga Olga Albaladejo, autora de ‘Conjuros del Bien-estar’, explica que hablar en exceso puede ser un mecanismo de defensa emocional. Según ella, muchas veces las personas no lo hacen por mala intención ni por arrogancia, sino porque su mente busca inconscientemente una forma de gestionar lo que no puede procesar.
“Puede ser una forma de regular las emociones o de protegerse frente a lo que no se sabe gestionar”, afirma Albaladejo.
Es decir, hay quienes hablan sin parar para no sentir, para no enfrentarse a pensamientos difíciles o para evitar la incomodidad del silencio.

Ansiedad y miedo al silencio
Entre las causas más comunes de esta conducta, la especialista destaca la ansiedad. Al sentir nerviosismo o incomodidad, algunas personas llenan los silencios con palabras sin filtro. No están realmente comunicando, sino evitando sentir.
Otra razón frecuente es la necesidad de controlar la interacción. Cuando una persona monopoliza la conversación, limita la posibilidad de recibir críticas, comentarios inesperados o temas que no quiere abordar.
Además, hay quienes asocian el silencio con rechazo, incomodidad o vacío emocional, y por eso lo evitan a toda costa.
Y en algunos casos más extremos, lo que ocurre es una falta de valoración hacia lo que el otro tiene que decir. “Son los que ‘solo vinieron a hablar de su libro’”, dice Albaladejo, usando una expresión popular para describir a quienes no muestran interés genuino en los demás.

Una herida que viene del pasado
Pero no todo es ansiedad o ego. Detrás de ese comportamiento también puede haber una historia personal más profunda. Muchas personas que hoy no dejan hablar a nadie, en el pasado no fueron escuchadas. Tal vez crecieron en hogares donde sus opiniones no eran tomadas en cuenta o simplemente no se les dio espacio para expresarse.
En estos casos, el hablar sin parar es un intento inconsciente de reclamar ese espacio que antes se les negó.
“La escucha es el espejo del habla”, dice la psicóloga. La clave no está en callar, sino en comunicarse mejor.
Tipos de oyentes, según la psicología
Albaladejo identifica cuatro formas en que las personas suelen escuchar, y solo una de ellas contribuye a una conversación verdaderamente saludable:
- El que escucha solo para contestar, y deja de oír desde que empieza a pensar en su respuesta.
- El que escucha para aconsejar o resolver, aunque nadie se lo haya pedido.
- El que invalida sin querer, diciendo cosas como “eso no es nada, fíjate lo que le pasó a...”.
- El que escucha para entender, sin interrumpir, sin juzgar y con verdadera empatía.
Este último es el oyente ideal. Practicar la escucha empática permite que el otro se sienta acompañado, valorado y comprendido.
Claves para hablar con más conciencia
Si sientes que hablas demasiado, o conoces a alguien que lo hace, la solución no es el silencio total, sino aprender a hablar con conciencia y escuchar con intención. Estas son las recomendaciones de la psicóloga:
- Piense antes de hablar: ¿qué quiere decir?, ¿por qué?, ¿es este el momento adecuado?
- Escuche sin interrumpir ni anticipar lo que el otro va a decir.
- Acepte el silencio como parte natural del diálogo. No es incómodo, es necesario.
- Respete el espacio del otro, tanto para hablar como para permanecer en silencio.
Si te interesó esta noticia y quieres mantenerte informado sobre los eventos y tendencias en EE.UU. y el mundo, forma parte de nuestra comunidad de WhatsApp. 👉 Únete aquí












