Un amplio conjunto de nuevos aranceles revelados por Donald Trump podría afectar pronto a muchos estadounidenses que dependen del SNAP (Foto: AFP)
Un amplio conjunto de nuevos aranceles revelados por Donald Trump podría afectar pronto a muchos estadounidenses que dependen del SNAP (Foto: AFP)

En una cocina cualquiera de Estados Unidos, una madre revisa su despensa y hace cálculos mentales: cuántos desayunos puede preparar con los huevos que le quedan, cuántas loncheras puede armar antes de tener que volver al supermercado. Esta escena cotidiana podría volverse aún más desafiante si se concreta el nuevo paquete de aranceles propuesto por el , una medida que amenaza con encarecer muchos productos básicos que muchas personas compran cada mes con la ayuda del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP).

El SNAP, también conocido como cupones de alimentos, tiene más de 40 millones de beneficiarios y representa una red vital para niños, adultos mayores y personas con discapacidad en Estados Unidos. Pero este escudo podría perder eficacia frente a una ola de aumentos de precios. Si el plan arancelario “Liberation Day” se aplica como se ha anunciado, imponiendo un 10% universal sobre todos los bienes importados y tarifas aún más altas a países clave, el impacto en los bolsillos de los más vulnerables será inmediato y contundente.

Si los aranceles se mantienen hasta finales de 2025, los beneficiarios del SNAP podrían enfrentarse a difíciles disyuntivas, entre cantidad y calidad nutricional (Foto: AFP)
Si los aranceles se mantienen hasta finales de 2025, los beneficiarios del SNAP podrían enfrentarse a difíciles disyuntivas, entre cantidad y calidad nutricional (Foto: AFP)

¿QUÉ ALIMENTOS PODRÍAN VERSE AFECTADOS POR ESTOS ARANCELES?

Los alimentos no entienden de fronteras, pero los aranceles sí. Productos como el café, el chocolate, e incluso frutas y verduras frescas, dependen de cadenas de suministro internacionales que ahora están bajo presión. Brasil, Colombia, México, Canadá y China —grandes exportadores de alimentos a EE. UU.— enfrentan nuevas barreras comerciales que podrían encarecer sus productos hasta en un 25%, y ese costo no lo absorberán los productores: recaerá sobre los consumidores. Es decir, sobre quienes menos pueden permitírselo.

La lógica es implacable: si suben los costos de importación, también lo hacen los precios en el supermercado. Y aunque las prestaciones del SNAP se ajustan una vez al año, los precios fluctúan constantemente. En este juego de desajustes, cada dólar SNAP compra menos, y eso significa que una familia puede terminar comprando menos leche, menos frutas o simplemente optando por alternativas más baratas, menos nutritivas y más procesadas.

Según un estudio de USDA, los beneficiarios del SNAP gastan el 40% de sus beneficios en alimentos básicos como carne, huevos, leche y vegetales. Aunque algunos de estos productos se producen localmente, su precio también podría verse afectado indirectamente: por ejemplo, el costo del aluminio —clave para las latas de refresco— ya ha subido con un arancel del 25%, y lo mismo podría pasar con los combustibles o los insumos para empaques y transporte. La cadena alimentaria es un dominó en equilibrio.

Las frutas y verduras están directamente sujetas a aranceles (Foto: AFP)
Las frutas y verduras están directamente sujetas a aranceles (Foto: AFP)

¿QUÉ DICEN LOS ESPECIALISTAS?

Los expertos lo advierten con claridad: esta escalada de precios recuerda a épocas oscuras del comercio estadounidense, como la Ley Smoot-Hawley de 1930, cuyas consecuencias se sintieron durante la Gran Depresión. Hoy, el temor es que una nueva política proteccionista ponga en jaque no solo la economía global, sino la alimentación diaria de millones. Desde Walmart hasta Amazon, los gigantes de la distribución ya anuncian que trasladarán los nuevos costos a los consumidores.

Voces autorizadas, como la de Alex Beene, instructor de educación financiera de la Universidad de Tennessee en Martin, que los “beneficiarios del SNAP podrían encontrarse con dificultades en ambos sentidos en los próximos meses”.

Kevin Thompson, director ejecutivo de 9i Capital Group y presentador del podcast 9innings, señaló que “los beneficios del SNAP solo se ajustan una vez al año (1 de octubre), por lo que el aumento de precios a corto plazo significa que la gente puede permitirse menos alimentos mientras tanto. La inflación golpea, pero la ayuda no llega hasta meses después”.

David Warrick, vicepresidente ejecutivo de Overhaul, una empresa de gestión de riesgos en la cadena de suministro, declaró que “si suben los precios de los alimentos básicos, los beneficiarios podrían verse obligados a comprar menos, optar por alternativas de menor calidad o extender sus comidas; todo lo cual conlleva desventajas nutricionales y de salud con el tiempo”.

SOBRE EL AUTOR

Periodista con experiencia en redacción y creación de contenido digital. Soy licenciado de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Trabajé en medios de comunicación y agencias de marketing. Experiencia también como fotógrafo en campos deportivos.

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