
Durante años siempre he creído que hay que seguir muy de cerca cómo se transforman las escuelas públicas en Estados Unidos. Cada propuesta, por más polémica que sea, suele revelar tensiones más profundas sobre lo que esperamos de la educación. Esta semana, un distrito escolar en el norte de California nos dio mucho de qué hablar —y pensar— al casi eliminar tareas y exámenes semanales en nombre de la “equidad”. Pero después de unas horas de agitación política y mediática, dieron marcha atrás.
Me refiero al Distrito Escolar Unificado de San Francisco. El miércoles, estaban listos para votar un cambio radical: un sistema de calificaciones que, entre otras cosas, permitía obtener una A con solo un 80% de desempeño. No había tareas obligatorias ni exámenes semanales. El debate estalló rápidamente, al punto de involucrar a figuras políticas de peso como el congresista Ro Khanna. Y aunque el plan quedó suspendido (por ahora), la conversación apenas empieza.
¿DE QUÉ SE TRATABA REALMENTE LA PROPUESTA?
La iniciativa se presentó como una estrategia de “calificación equitativa”, y su implementación piloto estaba planeada en 14 escuelas del distrito. El objetivo —al menos sobre el papel— era aliviar la presión académica sobre los estudiantes, muchos de los cuales enfrentan desigualdades estructurales, especialmente en comunidades de bajos ingresos o con familias migrantes.
El distrito estimó que el programa costaría US$172,000, y buscaba una transformación profunda del modelo actual. Ya no se exigiría que los alumnos hicieran tareas ni que se evaluaran semanalmente. Incluso se permitiría repetir exámenes varias veces hasta alcanzar la nota deseada. Para algunos padres y educadores, esto sonaba a alivio. Para otros, a una peligrosa renuncia a la excelencia.

RO KHANNA Y SU CRÍTICA FRONTAL
Lo que terminó de encender la polémica fue el comentario público del congresista Ro Khanna, representante del distrito de East Bay, muy cercano a San Francisco. A través de redes sociales, criticó con dureza el plan, señalando que este tipo de medidas traicionan el “sueño americano”.
“Dar sobresalientes por el 80% de desempeño y eliminar las tareas no es equidad”, escribió. Incluso recordó cómo su padre inmigrante le exigía explicaciones cuando no obtenía el 100%. Para Khanna, la propuesta no solo bajaba el estándar educativo, sino que también enviaba un mensaje equivocado a las familias que han llegado a Estados Unidos buscando una mejor vida.
Lo que más llamó la atención fue que Khanna, un demócrata que suele criticar a ambos partidos, terminó alineándose —al menos en este tema— con figuras conservadoras como Charlie Kirk, fundador de Turning Point USA, quien también se sumó al debate acusando al distrito de querer aprobar a estudiantes con apenas un 41% de respuestas correctas.
Esta coincidencia ideológica entre extremos demuestra algo importante: la educación sigue siendo una de las pocas áreas donde las líneas políticas tradicionales se cruzan con facilidad. Cuando se trata de lo que queremos para nuestros hijos, los matices ideológicos tienden a desdibujarse.

EL DISTRITO DA MARCHA ATRÁS… POR AHORA
La respuesta a la presión no tardó. Horas después del pronunciamiento de Khanna, la superintendente del distrito, María Su, publicó un comunicado en el que anunciaba que la medida no se implementaría el próximo año escolar.
“Está claro que hay muchas preguntas, preocupaciones y desinformación con respecto a esta propuesta”, escribió Su. Aseguró que quieren tomarse más tiempo para dialogar con la comunidad antes de seguir adelante con cualquier cambio. En otras palabras, el plan no está muerto, pero sí en pausa.
Aunque el programa fue suspendido, la discusión que abrió sigue más viva que nunca. Muchos padres, docentes y estudiantes están preguntándose si este tipo de reformas son necesarias para corregir desigualdades o si, por el contrario, solo maquillan los problemas sin resolverlos.
No es un debate fácil. Sabemos que hay brechas profundas entre estudiantes según su contexto socioeconómico. Pero también sabemos que bajar la vara no necesariamente ayuda. ¿Cómo se construye una educación más justa sin sacrificar el esfuerzo y la exigencia? Esa es la pregunta clave.
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