
Kroger, uno de los gigantes de la industria de supermercados en Estados Unidos, sorprendió al anunciar que cerrará cerca de 60 sucursales en todo el país durante los próximos 18 meses. La noticia, confirmada el viernes 20 de junio, llega en medio de una etapa de ajustes internos, cambios en su liderazgo y esfuerzos por redefinir su estrategia operativa. Aunque el número representa solo el 2% de sus 2.731 tiendas, la decisión ha despertado preocupación tanto entre clientes como empleados.
La compañía sostiene que el cierre forma parte de una estrategia para mejorar su rentabilidad. De acuerdo con su informe de ventas del primer trimestre de 2025, se espera un beneficio financiero moderado derivado del cierre de tiendas consideradas “no rentables”.
El objetivo, según Kroger, es redirigir esos ahorros a mejorar la experiencia del cliente, a través de inversiones en nuevas tiendas, ampliaciones y remodelaciones. Para muchos, esto representa una apuesta ambiciosa en tiempos inciertos para el retail tradicional.

¿QUÉ PASARÁ CON LOS TRABAJADORES?
Uno de los puntos que más inquieta es el destino de los empleados de las tiendas afectadas. Kroger asegura que todos los asociados recibirán ofertas para trasladarse a otras sucursales, aunque sin ofrecer detalles sobre cuántos aceptarán, en qué condiciones, o si los traslados implicarán cambios de ciudad. Con más de 409.000 empleados a nivel nacional, esta reorganización podría impactar a miles de familias, directa o indirectamente.
¿YA SE SABE QUÉ SUCURSALES SON LAS QUE CERRARÁN?
Llamativamente, Kroger no ha revelado qué tiendas cerrarán ni en qué estados se encuentran. Erin Rolfes, portavoz de la empresa, indicó a USA TODAY que no se publicará la lista por el momento. Esta falta de transparencia ha generado inquietud entre los consumidores y empleados, quienes podrían descubrir en cualquier momento que su tienda habitual —o su fuente de ingresos— tiene los días contados.

CAMBIOS IMPORTANTES EL LIDERAZGO DE LA EMPRESA
El anuncio llega poco después de un terremoto interno en la cúpula de Kroger: Rodney McMullen, su anterior CEO, renunció de manera abrupta el 3 de marzo tras una investigación ética interna. Su reemplazo temporal, Ron Sargent, ha asumido las riendas en un momento crítico, con la misión de reorganizar la empresa y, posiblemente, preparar el terreno para un nuevo liderazgo que marcará el futuro del conglomerado.
Los cierres no llegan de la nada. En la primavera de este año, Kroger llevó a cabo dos rondas de despidos que afectaron a trabajadores no vinculados directamente a tiendas. Si bien la empresa describió estos ajustes como parte de un proceso de eficiencia y priorización, se interpretan ahora como señales tempranas de una reestructuración más amplia, que busca adaptarse a un entorno de consumo en transformación y creciente competencia digital.
Pese a los cierres, Kroger mantiene sus planes de expansión: entre 3.600 y 3.800 millones de dólares serán invertidos este año en gastos de capital, incluyendo la construcción de nuevas tiendas y renovaciones. Este enfoque dual —cerrar para crecer— revela una estrategia de concentración y optimización de recursos que no es nueva en el sector, pero que exige resultados concretos para ser justificada ante accionistas, empleados y clientes.
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