
En Texas, el mercado de la vivienda está dando un giro inesperado. A diferencia de crisis anteriores marcadas por la escasez, hoy el problema es otro: hay demasiadas casas y no suficientes compradores. A pesar de que los precios han bajado en varios sectores, los tejados nuevos siguen acumulando polvo mientras los letreros de “se vende” cuelgan cada vez más tiempo. ¿Cuál es el motivo?
¿POR QUÉ NO SE COMPRAN CASAS EN TEXAS PESE AL DESCENSO DE PRECIOS?
Según datos del portal Redfin, el inventario de viviendas en el estado de la estrella solitaria aumentó un 16% en el último año, alcanzando un total de 151,335 casas disponibles. Sin embargo, las ventas cayeron un 6,2% en el mismo periodo. ¿La razón? Las altas tasas hipotecarias siguen desanimando incluso a quienes sueñan con tener casa propia.

El fenómeno contrasta con el entusiasmo de los años posteriores a la pandemia, cuando miles de personas se mudaron a Texas buscando clima favorable, viviendas más baratas e impuestos bajos. Esa migración interna —proveniente de estados como California o Nueva York— desató una fiebre de construcción sin precedentes en muchas ciudades texanas.
De hecho, un informe de Realtor.com confirma que en 2024, Texas lideró el país en número de permisos para nuevas viviendas. Las constructoras no se hicieron esperar y comenzaron a levantar urbanizaciones a gran velocidad, apostando a que la demanda seguiría creciendo. Pero algo cambió.

HOY LA DEMANDA SE HA ENFRIADO
Con tasas hipotecarias que rondan niveles históricamente altos y una economía incierta, muchos compradores potenciales han decidido esperar. Aunque haya más casas disponibles, eso no significa que sean más accesibles: los costos siguen siendo prohibitivos para muchos.
Paradójicamente, la oferta que alguna vez fue la solución se está convirtiendo en un nuevo problema. El boom migratorio que impulsó la construcción se ha ralentizado, y con menos recién llegados, las casas empiezan a sobrar. Es un círculo vicioso donde la abundancia no equivale a facilidad de acceso.
Además, el temor al estancamiento económico hace que muchos texanos piensen dos veces antes de firmar una hipoteca. Comprar una casa, más que nunca, se percibe como una apuesta de riesgo. ¿Qué pasará con los precios en seis meses? ¿Y con las tasas de interés? Las preguntas sin respuesta mantienen al mercado en pausa.











