
Texas no solo comparte kilómetros de frontera con México; ahora también lidera el mapa de las detenciones migratorias en Estados Unidos. Según un análisis del Deportation Data Project, el 23.2% de todos los arrestos realizados por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) entre enero y junio de 2025 se efectuaron en este estado, muy por encima de otros territorios fronterizos. En un país donde las cifras suelen ser frías, este porcentaje calienta el debate sobre el papel de Texas en la actual estrategia migratoria.
En total, ICE reportó más de 109,000 arrestos en los primeros seis meses del año. Y aunque la frontera texana ha sido históricamente un punto caliente de la migración, la proporción es llamativa: casi una de cada cuatro detenciones ocurrió allí. Florida, en segundo lugar, concentró apenas un 11%, y California, pese a contar con una de las poblaciones migrantes más numerosas, registró solo un 7%.

LA DIFERENCIA NO SE EXPLICA ÚNICAMENTE POR LA GEOGRAFÍA
Texas mantiene una cooperación estrecha con las autoridades federales, una alianza que ha permitido a ICE desplegar recursos y operativos con una intensidad difícil de igualar. Mientras otros estados establecen barreras legales a la colaboración —como las llamadas ciudades santuario—, Texas abre las puertas a la coordinación directa entre sus agencias policiales y los agentes migratorios.
Esta política de puertas abiertas ha dado lugar a operativos masivos y sistemáticos. El informe detalla que una parte importante de los detenidos no tenía antecedentes criminales, lo que pone en entredicho el discurso oficial de la administración Trump, que insiste en priorizar la captura de migrantes con historial delictivo. En Texas, la realidad de los números contradice el relato público.
El impacto de estas acciones no es homogéneo en todo el país. El Deportation Data Project subraya que la estrategia de ICE varía según la región, moldeada por factores como la densidad de población migrante, la capacidad de detención y, sobre todo, el respaldo político. En estados como California, las limitaciones legales frenan el alcance de las redadas; en Texas, en cambio, el terreno político es fértil para una cooperación sin fricciones.

COOPERACIÓN ESTATAL Y PERFIL DE LOS DETENIDOS
Más allá de la cercanía con la frontera, lo que convierte a Texas en el epicentro de las operaciones migratorias es su modelo de colaboración institucional. Las redadas no se limitan a zonas limítrofes, sino que se extienden hacia el interior del estado, afectando a comunidades asentadas desde hace años. Este patrón ha despertado preocupación entre activistas y defensores de derechos humanos, que ven en estas cifras un signo de persecución sistemática.
La estadística del 23.2% no solo habla de una realidad presente, sino que dibuja una tendencia que podría consolidarse en los próximos meses. Si el ritmo actual continúa, Texas cerrará el año como el estado con mayor peso en las detenciones nacionales, reforzando su papel como aliado clave de la estrategia federal.
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