
En su impulso por endurecer la política migratoria, Estados Unidos ha llevado al ICE (Servicio de Inmigración y Aduanas) a profundizar en la vigilancia digital. La agencia ahora utiliza una herramienta que permite seguir en tiempo real los autos de migrantes en todo el país: el Lector Automático de Placas, o ALPR por sus siglas en inglés (Automatic License Plate Reader).
Una red de ojos electrónicos en las calles
El sistema ALPR no es nuevo, pero su uso por parte de ICE ha encendido las alarmas. Estos lectores están colocados en semáforos, postes, autopistas, estacionamientos e incluso patrullas policiales. Cada vez que un vehículo pasa frente a una de estas cámaras, el dispositivo toma una fotografía de su matrícula y envía los datos a bases de información privadas y gubernamentales.
De esta manera, ICE puede acceder a miles de registros de autos por minuto, lo que le permite construir un mapa detallado de los desplazamientos de cualquier persona. “Si usted tiene un auto registrado con su nombre o dirección, ICE puede rastrear el recorrido de su vehículo y conocer sus vínculos personales”, advirtió el Immigrant Defense Project (IDP), una organización que fue de las primeras en denunciar el uso de esta tecnología.

Cómo ICE utiliza los lectores de placas
Una vez que ICE obtiene las imágenes y datos asociados a una matrícula, sus agentes pueden identificar al propietario del vehículo y seguir su rastro. Los movimientos repetidos de un auto —como las rutas hacia el trabajo o el hogar— permiten determinar patrones de conducta. Así, la agencia puede localizar a una persona en cuestión de horas o anticipar sus desplazamientos habituales.
Este nivel de precisión convierte a los ALPR en una herramienta poderosa, pero también polémica. Diversos defensores de los derechos civiles sostienen que la tecnología viola la privacidad y amplía la vigilancia masiva sobre comunidades migrantes.

Reacciones y controversias
El aumento del uso de ALPRs coincide con el intento del expresidente Donald Trump de cumplir su promesa de llevar a cabo la mayor deportación en la historia del país. Hasta la fecha, su administración deportó a más de medio millón de inmigrantes indocumentados, según cifras del Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
La presión política llevó a varias empresas tecnológicas a romper sus contratos con agencias gubernamentales, preocupadas por el uso de sus sistemas en labores de rastreo migratorio. Una de las más mencionadas es Flock Safety, compañía que se ha distanciado públicamente de este tipo de prácticas tras recibir críticas por colaborar con cuerpos policiales.
Aunque ICE defiende la implementación de esta tecnología como una forma de “mejorar la eficiencia en la aplicación de la ley”, los críticos insisten en que el costo social es alto. Los lectores automáticos de placas no distinguen entre un ciudadano, un residente o un indocumentado: rastrean a todos por igual, generando un registro constante de los movimientos cotidianos de millones de personas.
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