La NASA alista dos naves espaciales para aprovechar una oportunidad única: estudiar cómo las llamaradas solares, explosiones gigantes en la superficie del Sol, podrían afectar robots y futuros astronautas en Marte. Eso debido a que el Sol estará entrando a un periodo de actividad máxima denominada “solar maximun” (máximo solar), un evento que ocurre cada 11 años aproximadamente, explica la NASA en su sitio web oficial.
Una característica del Sol, durante un máximo solar, es que nuestra estrella se hace especialmente propensa a lo que la NASA denomina coloquialmente “berrinches ardientes”, que incluye llamaradas solares y eyecciones de masa coronal, que lanzan radiación a las profundidades del espacio. Cuando estos eventos solares estallan, ocurre lo que se denomina una “tormenta solar”.
El campo magnético de la Tierra protege a nuestro planeta de los efectos de estas tormentas. Pero Marte perdió su campo magnético hace muchísimos años atrás, dejando a nuestro vecino más vulnerable a las partículas energéticas del Sol. Eso deja una pregunta clave para los científicos y futuras exploraciones de Marte con humanos: ¿Qué tan intensa puede ser la actividad solar en Marte?
Es por eso que los investigadores ven al actual máximo solar como una oportunidad para averiguarlo. Y es que antes de enviar humanos a Marte, la NASA y otras agencias espaciales tienen que tener claro qué clase de protección necesitarán los astronautas que emprendan estas misiones.
“Para los humanos y los activos en la superficie marciana, no tenemos una idea sólida de cuál es el efecto de la radiación durante la actividad solar”, explicó Shannon Curry del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado en Boulder.
Curry, además, es la investigadora principal, del orbitador MAVEN (Mars Atmosphere and Volatile Evolution) de la NASA, que es manejado por el Centro de vuelos espaciales Goddard de la NASA en Maryland.
Mientras que MAVEN observa la radiación, partículas solares y más desde arriba de Marte, la NASA cuenta con otro colaborador sobre el terreno marciano para analizar el impacto solar. Se trata del Curiosity, cuyo Detector de evaluación de radiación (RAD por sus siglas en inglés), ya ha ayudado a los científicos a entender cómo la radiación descompone las moléculas basadas en carbono en la superficie. Este instrumento del rover ha dado a la NASA una idea de cuánta protección podrían tener los astronautas si usan cuevas, tubos de lava o acantilados para protegerse.
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