Tras la caótica salida de las fuerzas occidentales de Afganistán, más parecida a una fuga que a un retiro, los talibanes ya están a cargo del país. Pero los años no han pasado en vano: los extremistas de ahora no quieren repetir los errores de los años 90 y no cesan en mostrarse más moderados.
¿Pero se les puede creer o es solo parte de su discurso? Uno de sus voceros expresó que su gobierno será “representativo e inclusivo”, y desde que tomaron el mando han dicho, entre otras cosas, que no someterán a las mujeres de la misma manera que ocurrió durante el régimen rigorista que impusieron entre 1996 y el 2001.
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“Acá hay un doble discurso. Una cosa es la imagen que quieren brindar y lo que realmente son. Porque si van a aplicar nuevamente nuevamente la sharía, ahí no hay nada de inclusivo porque la ley islámica se aplica como es. El principal vocero talibán ya dijo que lo haría, así que es mero discurso. ¿Cómo van a incluir a las mujeres y a las otras minorías étnicas? ¿Cómo van a tener un gobierno inclusivo con mano dura”, se cuestiona el analista internacional Francesco Tucci.
Ese discurso moderado que buscan mostrar se contrapone con la persecución que ya están sufriendo los exfuncionarios públicos que trabajaban para el gobierno depuesto y los que colaboraron con Estados Unidos y el resto de potencias occidentales en Afganistán. De ahí la desesperación de muchos de ellos por salir del país.
Para Tucci, los talibanes están modificando su estrategia comunicacional porque no quieren otra vez la injerencia extranjera. “Estos talibanes 2.0 se presentan como una fuerza más moderada, a pesar de no serla. Desde el punto de vista de la estrategia han evolucionado en su comunicación”, comenta.
Otro punto complejo es que el movimiento talibán no es homogéneo. Tienen diferentes voceros y hay facciones. Entonces, cuando un líder talibán dice que serán inclusivos, los otros pueden decir lo contrario.
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Un país dividido
Con todo ello, para los talibanes su prioridad es consolidar su poder y controlar la totalidad del territorio afgano, algo que nunca consiguieron, ni siquiera durante los años en que dirigieron el país.
Los talibanes son pashtunes, la mayoría étnica afgana, pero hay minorías importantes, como los hazara, uzbekos y tayikos que no reconocen el liderazgo de los rigoristas.
De hecho, hay una férrea resistencia antitalibana en el valle de Panjshir, a donde se refugió el vicepresidente del gobierno depuesto, Amrullah Saleh, y que es dirigida por Ahmad Massoud, el hijo de un venerado señor de la guerra. “Con él tendrán que negociar”, refiere Tucci.
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Relaciones estratégicas
Otro aspecto relevante para los talibanes es la geopolítica de la región, con China y Rusia como actores claves, tras la salida de los occidentales de Afganistán.
“Los talibanes ahora necesitan plata, financiamiento, porque sus fondos han sido congelados por las potencias occidentales. Pakistán les ha ayudado mucho, pero ahora se abre todo un espacio de cooperación y los talibanes están listos para negociar con China y Rusia”, agrega el internacionalista.
China ya ha tenido reuniones con los talibanes en los meses previos, pues para ellos es crucial controlar la región de Xinjiang, donde viven los uigures, la minoría musulmana. Y no solo eso. También hay muchos intereses comerciales, como la nueva ruta de la seda, el megaproyecto comercial chino para conectarse con Europa y que pasaría por Afganistán.
Rusia, igualmente, quiere seguir controlando su zona de influencia, en países que limitan con Afganistán, pero también hay negocios energéticos que quieren potenciar.
“Afganistán se presenta como un nuevo espacio para invertir. La gran pregunta es qué hará Occidente. ¿Qué harán ahora después de 20 años en que invirtieron en la supuesta reconstrucción del país? Porque si se retiran por completo le dejan la cancha abierta a rivales como Rusia y China, pero si siguen presentes tienen que analizar cómo lo harán pues deberán negociar con los talibanes”, explica Tucci.
Un escenario de acercamiento ocurrió forzosamente tras el mortal atentado de la semana pasada en el aeropuerto de Kabul, perpetrado por el Estado Islámico-Khorasan -rivales de los talibanes- y en el que murieron más de 100 personas, incluyendo 13 soldados estadounidenses.
Las fuerzas norteamericanas, que aún estaban en el país, respondieron con ataques de drones contra objetivos de estos islamistas, avisando previamente a los talibanes. “Estados Unidos sabe que tiene que mantener lazos con ellos, porque Afganistán tiene una posición geoestratégica relevante”.
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