Cada día mueren civiles en Ucrania bajo las bombas rusas. Los ataques, que siembran el terror entre la población, se acumulan en las ciudades próximas al frente, como Járkov, donde periódicamente caen cohetes en zonas residenciales sin objetivos militares cercanos. Pero hay bombardeos que van más allá y que han provocado matanzas que Naciones Unidas analiza como posibles crímenes de guerra. Estas embestidas se producen cada vez con más frecuencia, según las autoridades ucranias, y en zonas alejadas de las líneas de combate.
El pasado jueves, un ataque contra un centro comercial en Vinnitsia, una ciudad en el centro del país que no había sido bombardeada desde marzo, causó la muerte de 24 personas. El viernes, tres personas fallecieron en Dnipró; y el sábado, más de 50 misiles Grad cayeron sobre Nikopol, sembrando el miedo en dos localidades que hasta entonces apenas habían sufrido agresiones del ejército invasor. El Gobierno ucranio cifra en más de 40 las personas que han muerto en los últimos cuatro días en ataques a poblaciones alejadas del frente de combate.
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La guerra había dejado hasta el pasado 11 de julio más de 5.000 civiles muertos y 6.520 heridos, según el último recuento disponible de la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. El organismo considera que la cifra real es “considerablemente más elevada”. La mayor parte de estas víctimas son de las zonas de Ucrania que está bombardeando Rusia. A modo de ejemplo, según los últimos datos de la Oficina, en las provincias de Donetsk y Lugansk, las que conforman la región de Donbás, en las áreas controladas por Rusia han perdido la vida 221 personas y en las que están en manos ucranias, 2.730.
“Parece probable que las Fuerzas Armadas ucranias no hayan cumplido plenamente el derecho internacional humanitario en las zonas del este del país, aunque a una escala mucho menor”, aseguró el pasado 5 de julio Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. Bachelet puso el foco sobre todo en Rusia: “El número elevado de víctimas civiles y la magnitud de la destrucción causada a las infraestructuras civiles siguen suscitando una gran preocupación por el hecho de que los ataques realizados por las Fuerzas Armadas rusas no cumplen con el derecho internacional humanitario”.
El ataque del pasado 14 de julio contra un centro comercial de Vinnitsia, en pleno día, es uno de los ejemplos más recientes de una lista de bombardeos rusos contra objetivos no militares alejados de las posiciones de combate que acabaron en matanzas de civiles. Los posibles crímenes de guerra que se están investigando en Bucha e Irpin, al norte de Kiev, sobre todo ejecuciones sumarias de civiles, no se incluyen en este registro de ataques aéreos.
Tres misiles de precisión Kalibr, según las autoridades locales de Vinnitsia, cayeron en un centro comercial de la ciudad al mediodía, causando 24 muertos y 68 heridos. Los misiles fueron disparados desde un submarino ruso en el mar Negro, informó la oficina del presidente ucranio, Volodymyr Zelensky. En Vinnitsia, en el centro de Ucrania, se ubica el cuartel general de las fuerzas aéreas del país.
Un misil X-22, según el Ministerio de Defensa ucranio, impactó el pasado 27 de junio en el centro comercial Asmtor de Kremenchuk, en el centro del país. El ataque se produjo en pleno día, con cientos de clientes en el edificio. El resultado fueron 20 personas muertas y 2 todavía hoy en paradero desconocido. El presidente francés, Emmanuel Macron, calificó la catástrofe de crimen de guerra.
Serhiivka es un pueblo de turismo estival en la costa de Odesa. Tres misiles de largo alcance X-22 disparados por la flota rusa en el mar Negro, según la administración militar de la provincia de Odesa, impactaron la madrugada del 1 de julio en un edificio de viviendas y un centro recreativo colindante. Murieron 22 civiles, la mayoría mientras dormían en sus viviendas. Seis de ellos eran menores de edad.
El ejército ruso también ha provocado masacres en localidades que pese a estar cerca de la línea del frente, no eran una zona de combate en el momento en que fueron bombardeadas, como las de Chasiv Yar y Kramatorsk. El Ministerio de Defensa ruso celebró el ataque con múltiples misiles contra Chasiv Yar, un municipio de la provincia de Donetsk, en el este del país, porque fueron anuladas instalaciones militares ucranias. Pero junto a estos supuestos objetivos militares fueron destruidos edificios de viviendas. En uno de ellos murieron 47 personas, según el Gobierno ucranio.
Uno de los ataques que causó más indignación internacional fue el ocurrido el 8 de abril contra la estación de tren de Kramatorsk, en la provincia de Donetsk. Fallecieron 59 personas, entre ellas 7 niños, según las autoridades locales. La estación estaba llena de ciudadanos de la región que estaban siendo evacuados hacia el oeste por la aproximación de las tropas rusas en su avance en Donbás. El ataque se cometió con misiles Toschka-U. Uno de ellos llevaba escrita la frase “por nuestros niños”. Rusia acusó a Ucrania de haber cometido el ataque porque su Ejército no estaba utilizando los Toschka-U en Ucrania. Con el paso de los meses se ha confirmado que el invasor sí está utilizando este tipo de armamento.
En algunas de las ciudades que han sido asediadas por tropas rusas, como Mariupol y Chernihiv, también han tenido lugar masacres de civiles. En la arrasada Mariupol, en la costa del mar de Azov, el bombardeo del Teatro de Arte Dramático es el símbolo de los horrores perpetrados en la ciudad, ahora bajo control ruso. Un informe del pasado abril de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) calificaba ese ataque aéreo y el de la maternidad de Mariupol como crímenes de guerra. En un informe de junio, Amnistía Internacional también concluyó que lo sucedido en el teatro era un crimen de guerra porque las pruebas indicaban que se trataba de un bombardeo deliberado contra civiles. En el edificio se refugiaban cientos de vecinos. El número total de fallecidos no puede esclarecerse por el bloqueo ruso a observadores externos. El Ayuntamiento de Mariupol aseguró tras el ataque que los muertos podían ser 300, sobre todo mujeres, menos y ancianos. Una investigación de mayo de la agencia Associated Press elevaba la cifra a 600.
El asedio ruso a Chernihiv, ciudad al este de Kiev, entre febrero y marzo, fue unas de las batallas más cruentas de la guerra. Rusia no pudo tomar el control del municipio y tuvo que retirarse, aunque dejó tras de sí un reguero de muerte. El 3 de marzo, un ataque con misiles a un barrio residencial mató a 43 personas. El 16 de marzo, una bomba caída sobre una cola de vecinos que esperaban a recibir alimentos de ayuda humanitaria quitó la vida a 14 de ellos, según las autoridades ucranias.