Saber los números ganadores de la lotería es el sueño de muchos. Pero un jubilado demostró que puede ser más útil saber aritmética básica y leer la letra pequeña de los concursos.
Jerry Selbee y su esposa Marge tuvieron en sus manos decenas y decenas de billetes ganadores de dos loterías estatales de Estados Unidos a lo largo de una década.
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Ganaron US$26 millones entre 2003 y 2012.
¿La clave? Un simple cálculo estadístico que no rompía ninguna ley y que Selbee resolvió en un santiamén: "Me tomó menos de dos minutos darme cuenta de que ese juego podría ser rentable".
Su extraordinaria historia había sido pretendida por Hollywood desde hace tiempo hasta que el mes pasado se estrenó bajo el título Jerry & Marge Go Large.
Bryan Cranston y Annette Bening protagonizan la cinta de Paramount que fue dirigida por David Frankel, quien es conocido por películas como The Devil Wears Prada ("El diablo viste a la moda").
La cinta se toma algunas licencias creativas en la historia, pero busca reflejar la sencillez de los Selbee y cómo no perdieron la cabeza por ganar tantas veces la lotería, como realmente pasó.
Advertencia: este texto revela algunas partes de la trama de la película.
"Es solo aritmética básica"
La historia de los Selbee es totalmente opuesta a la de Jordan Belfort, el experto en finanzas y manipulación del mercado de Nueva York retratado en "El lobo de Wall Street".
La pareja ha vivido toda su vida en el pequeño pueblo de Everett, Michigan, donde no había ocurrido nada tan emocionante como lo que se vio a partir de 2003.
Jerry Selbee se acababa de jubilar cuando en un día cualquiera pasó frente a la publicidad del juego de lotería estatal Windfall.
Leyó la letra pequeña del anuncio y, con su ágil mente matemática cultivada desde sus tiempos en la Universidad Occidental de Michigan, se dio cuenta de que había una gran oportunidad.
"Encontré una peculiaridad", explica Selbee en una entrevista con la cadena CBS.
Para ganar el sorteo de Windfall, un jugador debía acertar los seis números del sorteo. Si nadie lo conseguía, el premio se dividía entre quienes acertaran cinco, cuatro y tres.
Bajo esas reglas, las probabilidades de ganar invirtiendo una buena suma de dinero en billetes de lotería son mucho más altas que los sorteos que no reparten la bolsa hacia abajo.
Selbee dedujo que gastando US$1.100 matemáticamente tendría al menos un billete ganador de 4 números.
"De 18 [billetes], obtuve US$1.000 por un ganador de 4 números y 18 ganadores de tres números con un valor aproximado de US$50 cada uno, que son alrededor de US$900 dólares. Así que invirtiendo US$1.100 me llevé unos US$1.900", explica.
"Es solo aritmética básica", señala el jubilado, como si hablara de lo más obvio.
Una empresa, trabajo duro
En Estados Unidos la gente gasta unos US$80.000 millones al año en juegos de lotería estatales, cerca de US$250 por persona en promedio.
Selbee gastó un poco más que eso, pero con la seguridad que pocos pueden tener de ser un ganador probable con un rendimiento tan alto para su primera inversión.
Jerry Selbee no dudó en llevarlo a nuevos niveles: gastó US$3.600 y recibió US$6.300. Luego compró US$8.000 y los duplicó. Fue en ese momento cuando le contó a su esposa en qué estaba metido.
Empezaron a invertir miles de dólares más y crearon una empresa, GS Investment Strategies LLC, para manejar los recursos. En un momento decidieron invitar a otros de su comunidad vendiéndoles acciones de la compañía por US$500.
Había desde granjeros hasta abogados de Everett con los que invirtieron sumas más fuertes. Uno de los mejores premios fue de US$853.000, según los libros contables que llevaba la pareja al día.
Si bien todo el esquema tenía buenos beneficios para una pareja de jubilados, que tenían bastante tiempo libre, llevar a cabo la compra masiva de billetes requería de mucho tiempo y esfuerzo.
Las cosas se complicaron cuando el sorteo Windfall de Michigan fue cerrado.
Un amigo les hizo saber que en el estado de Massachussets, a miles de kilómetros de Everett, había un sorteo similar, Cash Windfall. Luego de unos minutos de cálculos, Selbee supo que funcionaría.
Durante seis años, la pareja cruzó seis estados de EE.UU. para usar las máquinas expendedoras de billetes de lotería de dos tiendas y jugar al Cash Windfall.
En promedio gastaban unos US$600.000 unas siete veces al año.
Los Selbee pasaban 10 días en un hotel clasificando a mano los boletos en jornadas de 10 horas, algo "divertido", considera el hombre que en la actualidad tiene 80 años.
"Te da una satisfacción tener éxito en algo que valió la pena no solo para nosotros personalmente, sino también para nuestros amigos y nuestra familia".
¿Había algo ilegal?
La aventura terminó en 2012, luego de 18 millones de boletos de lotería comprados.
Una investigación periodística del diario The Boston Globe detectó que había tiendas con máquinas expendedoras de billetes de lotería en Massachussets que tenía un alto nivel de ganadores.
Los Selbee no estaban solos, había otro grupo, unos estudiantes del prestigioso Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT), que también estaban jugando a lo grande en el Cash Windfall.
Esto llevó a las autoridades del estado a investigar qué estaba pasando, si había algún esquema fraudulento o corrupción en el juego. Para sorpresa de los fiscales, no había ocurrido ninguna ilegalidad.
"Me quedé estupefacto, asombrado, de que estos genios nerds de las matemáticas hubieran encontrado una manera legal de ganar una lotería estatal y hacer millones con ella", le dice a CBS Greg Sullivan, un inspector que lideró la investigación.
Después de todo, las acciones de los Selbee o de los estudiantes no impedían que los otros jugadores del Cash Windfall acertaran los seis números, algo que hubiera echado a perder las inversiones de la pareja de jubilados o de los jóvenes del MIT. Y todo aquel que encontrara la lógica aritmética de los premios podía ganar.
El sorteo Cash Windfall eventualmente fue cancelado y hoy en día ya no hay loterías del tipo Windfall en el país que aseguren esas probabilidades de altos rendimientos.
Los Selbee ya tenían en la bolsa millones de dólares que, lejos de usarlos en lujos y extravagancias, los destinaron a financiar la educación de sus nietos.
Y, por cualquier auditoria, también guardan más de 60 toneladas de boletos de lotería Windfall.