Boris Johnson respira tranquilo al saber que conservará el cargo de primer ministro del Reino Unido. Sin embargo, queda el sinsabor de los resultados de la votación a la que fue sometida la interna del Partido Conservador, cuyos miembros determinaron que todavía confían en Johnson como su líder. Fue poca la diferencia entre quienes lo apoyaron y los que no: de las 359 boletas, 211 fueron a su favor y 148 en contra.
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Después de pasar casi todo el día refugiado en el 10 de Downing Street, Johnson declaró que el resultado era “bueno”. “Esto significa que, como gobierno, podemos avanzar y concentrarnos en las cosas que de verdad le importan a la gente”, dijo.
El proceso para resolver este asunto se inició justo después de las fiestas por el Jubileo de Platino de la reina Isabel II. Entonces, Graham Brady, presidente del Comité 1922 -cuyo nombre real es el Comité Conservador de Miembros Privados- anunció que se había alcanzado el mínimo de cartas recibidas -el 15% del total de miembros- que cuestionaban el liderazgo de Johnson y, por tanto, su cargo de primer ministro. La cifra real de los descontentos resultó ser del 41%.
“Hay que recordar que, en el Reino Unido, las crisis del Gobierno tienen que ver con las crisis de los partidos. Y, en esta gestión, la mayoría conservadora aguantó varios escándalos de Johnson”, dice el analista internacional Francesco Tucci. El ‘Partygate’ -la polémica por las fiestas organizadas en Downing Street durante el confinamiento por el coronavirus- habría sido demasiado.
Lo dijo bien el tory Roger Gale, durante una entrevista con el canal Sky: los problemas tienen que ver con él y no necesariamente con su gestión. Johnson no es de fiar y, por eso, él votó en su contra. Gale también sostuvo que no debería hacerse mucho alboroto por el resultado porque quienes antes ostentaron el cargo y pasaron por el mismo escrutinio, terminaron por renunciar, sin importar que hubieran conseguido un resultado favorable.
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Gale se refiere a Theresa May y Margaret Thatcher. En el 2018, May fue criticada por su gestión del ‘Brexit’ y los acuerdos con la Unión Europea, y afrontó por ello el proceso de confianza. Reuters recuerda que, a pesar de sobrevivir a la votación, quedó claro que ya no tenía el apoyo del partido. Seis meses después, renunció al cargo de primera ministra.
Johnson toma distancia de su predecesora y juega con las cifras de la votación para asegurar que se aferrará al cargo. “No hay que olvidar que, cuando me eligieron para ser el líder del partido en el 2019, no tuve tanto apoyo de mis colegas”, sostuvo.
Pero la historia dice que las probabilidades de renuncia son altas. En 1989, Thatcher “llevaba 14 años” liderando el partido cuando su idoneidad para el cargo fue cuestionada. Sin embargo, el 84% de sus pares la apoyaron. “Heraldo” recuerda que la alegría solo le duró un año, cuando se presentó una segunda moción. Esa vez, ella logró el apoyo de una mayoría no significativa, pero antes de continuar aferrándose al puesto, dimitió.
Porque si hay algo que ha quedado claro es que, sin importar el resultado, estas votaciones terminan por herir de muerte a los líderes. Pueden retener el cargo, pero ya no el poder.
Por eso es que Tucci advierte que lo que sigue en la interna del partido de gobierno será “una guerra intestina” por hacer que Johnson renuncie y ocupar su lugar. Y hay opciones para el puesto: Priti Patel, ministra del Interior; Michael Gove, secretario de Estado; Tom Tugendhat, presidente de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes; Penny Mordaunt, ministra de Comercio. Y así, según el tory Roger Gale, una decena de candidatos que, además de estar a la altura del reto, son buenas personas.
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¿Un Gobierno sin poder?
“Él es como uno de esos muñecos porfiados que, por más veces que los tumben, vuelven a pararse”, dice sobre Boris Johnson Enrique Banús, director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura. Según el analista, que se hayan demorado tanto en asestarle un golpe duro como esta votación de confianza, se debe a tres razones. La principal: él es “una locomotora electoral”, el conservador más exitoso después de Margaret Thatcher.
“Hasta cierto punto, también jugó a su favor su excentricidad que tanto gusta a los ingleses, y que, durante la guerra entre Rusia y Ucrania, demostrara liderazgo”, agrega.
“Pero, como dice el refrán: tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. O sea, se fueron sucediendo muchos eventos que lo dejaron mal parado, y cada vez hubo gente más descontenta”.
En efecto, Johnson se tomó demasiadas licencias. El año pasado, su exasesor Dominic Cummings reveló que tomó dinero donado al Partido Conservador para remodelar su casa. Dicha organización, luego, fue acusada de haber favorecido a ciertas compañías y que algunos parlamentarios trabajaban como asesores en “empresas privadas que tenían intereses en Reino Unido”.
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Pero el golpe final fue el ‘Partygate’. Las pesquisas señalaron como culpables a “altos cargos implicados” y, aunque Johnson no fue nombrado, sí se le multó con 63 dólares por participar en “una fiesta por sus 56 cumpleaños el 19 de junio de 2020 en la sala del consejo de ministros”.
Ahora, la gestión de Boris Johnson será totalmente distinta porque, según Banús, su posición de poder se ha debilitado. “Él gobernará entre estertores y acabará dimitiendo, como ya sucedió con sus predecesores. Salió de este problema, pero como un boxeador que gana el combate después de doce asaltos”.