Ucrania rechazó el lunes el ultimátum ruso de entregar la asediada ciudad de Mariúpol, mientras un nuevo bombardeo dejó ocho muertos en un centro comercial de la capital, Kiev.
Casi 350.000 personas están atrapadas sin agua ni electricidad en la ciudad portuaria de Mariúpol, bombardeada por las tropas rusas desde hace casi un mes, en lo que el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, calificó de “enorme crimen de guerra”.
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En otros puntos de Ucrania, las bombas rusas alcanzaron varios objetivos durante la noche, dañando según las autoridades una planta química en el norte del país que provocó una “fuga de amoníaco” y desató una alarma.
El presidente ucraniano, Volodymir Zelensky, instó a Europa a aumentar significativamente la presión sobre Moscú para que detenga la invasión que empezó el 24 de febrero, y dijo que el continente debe cesar cualquier tipo de comercio con Rusia.
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“Ningún euro para los ocupantes, ciérrenle todas sus puertas, no le envíen sus bienes, rechacen los recursos energéticos. Presionen para que Rusia abandone Ucrania”, pidió Zelensky en su último discurso en video.
Los dirigentes ucranianos también subrayaron que se mantienen firmes antes los rusos en Mariúpol, que sufre una situación humanitaria crítica.
Los defensores de la ciudad portuaria han “desempeñado un enorme papel en la destrucción de los planes del enemigo y en la mejora de nuestra defensa”, dijo el ministro de Defensa de Ucrania, Oleksiy Reznikov.
“Hoy Mariúpol está salvando a Kiev, Dnipro y Odesa. Todo el mundo debe entenderlo”, aseguró.
El mando militar del Kremlin había advertido a las autoridades de Mariúpol que tenían hasta “las 5 de la mañana (...) del 21 de marzo” para responder a ocho páginas de demandas, que según responsables ucranianos equivaldrían a una capitulación.
La vice primera ministra ucraniana, Iryna Vereshchuk rechazó el ultimátum ruso y dijo que Moscú debería, en cambio, permitir que los residentes atrapados puedan salir.
“No se puede hablar de entregar armas. Ya informamos de esto a la parte rusa”, declaró al diario Ukrainska Pravda.
Mariúpol es un objetivo fundamental en la guerra del presidente ruso Vladimir Putin en Ucrania porque constituye un puente terrestre entre las fuerzas rusas en Crimea al suroeste y el territorio controlado por Rusia, al norte y al este.
Advertencia sobre el embargo de petróleo
Las bombas rusas alcanzaron de nuevo el lunes varios objetivos, entre ellos un centro comercial en Kiev, causando la muerte a al menos ocho personas, según la fiscalía general.
Los cadáveres yacían el lunes delante del centro comercial Retroville, en el noroeste de la capital, constató un periodista de la AFP, mientras los bomberos y militares buscaban entre los escombros otras víctimas. Una potente bomba cayó en el lugar y pulverizó los vehículos estacionados en el lugar, dejando un inmenso cráter abierto frente al edificio de diez pisos, que quedó carbonizado.
El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, anunció que instaurará un nuevo toque de queda a partir del lunes por la noche hasta el miércoles por la mañana.
En el norte, las autoridades ucranianas instaron el lunes a los residentes de la ciudad de Novoselytsya a refugiarse tras una “fuga” de amoníaco en una planta química cercana, en medio de intensos combates con las fuerzas rusas en la zona.
Lejos del frente, los ministros de Exteriores de la Unión Europea se reúnen en Bruselas el lunes para estudiar nuevas sanciones contra Rusia. Algunos miembros del bloque están presionando para que se imponga un embargo sobre el petróleo y el gas rusos, pero Alemania lo rechaza rotundamente, advirtiendo que podría provocar inestabilidad social.
El Kremlin se sumó el lunes a las advertencias contra ese embargo y dijo que tendría impacto “en todo el mundo”.
“Un embargo así tendría una influencia muy seria en el mercado mundial del petróleo, una influencia negativa en el mercado energético de Europa. Pero los estadounidenses no perderán nada, es evidente, se sentirán mucho mejor que los europeos”, dijo el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov.
Los precios de la energía y la seguridad del suministro también estarán sobre la mesa en una cumbre de la UE que se celebrará el jueves en Bruselas y a la que también asistirá el presidente Joe Biden.
El líder estadounidense también participará en una cumbre de la OTAN y en las conversaciones del G7 en Bruselas, antes de viajar a Polonia el viernes. Allí se espera que mantenga conversaciones con el presidente Andrzej Duda para debatir una respuesta conjunta a la crisis humanitaria que ha hecho huir, solo a Polonia, a unos dos millones de ucranianos.
Zelenski volvió a sugerir el domingo conversaciones directas entre él y Vladimir Putin.
En un mensaje ante el parlamento israelí agradeció al primer ministro Naftali Bennett sus esfuerzos por mediar en las conversaciones, que el presidente ucraniano dijo que podrían tener lugar en Jerusalén.
Las autoridades de Turquía, donde representantes rusos y ucranianos han estado negociando, dijeron que las dos partes estaban cerca de llegar a un acuerdo para detener los combates. Pero el líder ucraniano pareció trazar algunas líneas rojas y dijo a la CNN que “no se puede exigir a Ucrania que reconozca algunos territorios como repúblicas independientes”.
“Acto de terror”
Las condiciones humanitarias siguen deteriorándose en el sur y el este de Ucrania, de mayoría rusófona, así como en el norte, alrededor de Kiev.
En total alrededor de 10 millones de ucranianos han huido de sus hogares, y aproximadamente un tercio se ha ido al extranjero, según la agencia de la ONU para los refugiados.
Mariúpol sigue viviendo la crisis humanitaria más grave del conflicto y el domingo Zelensky acusó a Rusia de bombardear una escuela de la ciudad donde se refugiaban cientos de personas, calificándolo como un “acto de terror”.
El miércoles pasado, un teatro de la ciudad en el que, según las autoridades, se habían refugiado más de mil personas fue alcanzado por las bombas, y se cree que cientos siguen desaparecidas entre los escombros.
Las autoridades de Mariúpol han afirmado que las fuerzas de ocupación han trasladado por la fuerza a unos mil residentes a Rusia y les han despojado de sus pasaportes ucranianos, un posible crimen de guerra.
Un grupo de niños atrapados en una clínica de Mariúpol durante semanas se encuentran entre los que han sido llevados a territorio controlado por Rusia, según dijo a la AFP una cuidadora y un familiar de un trabajador de la clínica.
Los 19 niños, de edades comprendidas entre los 4 y los 17 años y en su mayoría huérfanos, habían estado viviendo en sótanos helados escondiéndose de los bombardeos en condiciones espantosas.
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