Mabel Huertas

Nuestra gobernante quiere que entendamos la en términos chatos, tan limitados como sus dotes de liderazgo, proyección internacional y recursos verbales. Pretende en su narrativa que creamos que la democracia se limita a la libertad de votar y que en las urnas el asunto concluye. De ahí su autoproclamada legitimidad, aunque la diga lo contrario.

Esa idea básica de la democracia es la que predica defender. De hecho, la frase “en defensa de la democracia” se ha convertido en un estribillo para anular a la ciudadanía crítica o para justificar los blindajes.

En realidad, el enemigo del sistema democrático y del libre mercado, como exclaman algunos, no es el sino la desconexión abismal entre los que toman las decisiones y la ciudadanía. Así como también su incapacidad de solucionar las demandas más básicas y establecer un hilo de confianza en vez de frágiles lealtades clientelistas.

Por eso resulta risible que la presidenta pretenda establecer esa vinculación con lágrimas contenidas y la inflexión calculada en una entrevista a un medio internacional. El impostado lamento de la presidenta –al borde de las lágrimas de cocodrilo (¿o lagarto?)– por la falta de hospitales y por el precario acceso a salud de los resulta escandalosamente contradictorio con la realidad que ella comanda.

Para llorar están los miles de ciudadanos que no tienen acceso a medicinas.

El portal Salud con Lupa ha revelado cómo la central de compras ha sido incapaz en el último año de comprar medicinas que puedan abastecer a pacientes con enfermedades crónicas, o En las últimas semanas se ha reportado el desabastecimiento de 120 medicamentos que pueden representar la diferencia entre la vida y la muerte en los establecimientos de salud. El , que acompañó a la presidenta en su periplo por , ha cambiado cerca de seis veces a la cabeza de Cenares. La administración del Minsa, dominada por , tiene explicaciones que dar; Dina Boluarte no las exige, pero igual se lamenta.

No se puede defender la democracia sin darle sustento y calidad. Los buenos deseos de una mandataria no pueden ser los mismos que los de una candidata de concurso de belleza de segunda. Todos queremos la paz mundial. Todos queremos un país equitativo, desarrollado, con instituciones fortalecidas y valores democráticos. Lo que está para llorar es el hecho de saber que tenemos una presidenta que parece saber más de chifas y de kam lu wantán que de responsabilidad democrática.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Mabel Huertas es Socia de la consultora 50+Uno