Me ocupo de tantos eventos negativos últimamente, que siento que mis columnas pueden perder la perspectiva más amplia; la de no solo ver los árboles (podridos) y tener una visión del bosque.
Me ayuda a intentarlo una interesantísima encuesta de Ipsos Perú hecha por encargo de Idea Internacional, aplicada a mayores de 18 años en 17 regiones y con una muestra de 6.507 entrevistados.
Va una selección arbitraria pero reveladora como conjunto.
Solo el 15% está bien informado sobre la política nacional y solo el 11% está muy interesado en ella.
Del 1 al 20, la nota que se le pone a la calidad de nuestra democracia es, en promedio, de 7. La desaprueba con 10 o menos el 83%. Menos de la mitad, el 43%, considera que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno, cuando en el 2011 el 59% pensaba así.
¿En qué circunstancias preferiría un gobierno autoritario sobre uno democrático? Si los líderes democráticos hacen un mal trabajo (27%), con alta inseguridad ciudadana (24%), si los servicios públicos no funcionan (23%), cuando hay crisis económica intensa (21%) y para combatir la corrupción (20%). Esas son las respuestas más mencionadas y se parecen demasiado a lo que vivimos en la actualidad.
¿El problema más grave que está enfrentando el país? Corrupción (65%), delincuencia e inseguridad (59%) y abuso de autoridades (29%).
¿Quiénes son los responsables de la crisis política? El Congreso (70%), el Gobierno Central (63%) y, muy por detrás, el Poder Judicial (27%) y la fiscalía (16%). ¿Cuáles son sus principales consecuencias? Más pobreza y desigualdad (46%), que facilita la corrupción (43%) y mayor inseguridad (30%). ¿En qué forma lo afecta en su vida cotidiana? En mi economía familiar (62%), en mi sensación de inseguridad (32%), en que dificulta mi acceso a servicios públicos (27%).
Solo el 17% piensa que a los que gobiernan el país les interesa lo que piensa la gente como ellos. El 9% se siente representado por autoridades locales municipales y comunales, el 4% por sus autoridades regionales y, en el sótano, con 2% –ambos–, por los congresistas de su región, la presidenta y los ministros. El restante (83%) no se siente representado por ninguna autoridad.
¿Cuáles son, según usted, las soluciones a la crisis política? Cambiar a todos los líderes políticos (55%). ¿Qué tan probable es que se supere la crisis política en los próximos 12 meses? Poco y nada probable (80%).
Todo lo anterior explica por qué en la encuesta del Latinobarómetro (finales del 2023), a la pregunta de si confían en su Ejecutivo y en su Legislativo, el Perú ocupa el último lugar entre 17 países de América Latina y el Caribe, confiando entonces en el Congreso el 7% y en el Ejecutivo el 10%.
Con este telón de fondo, a mi juicio es de una ceguera cortoplacista y autodestructiva que casi las únicas discusiones políticas sean sobre si estamos mejor o peor con Dina Boluarte.
El problema es otro. El bosque, que nunca llegó a ser frondoso, se está transformando en páramo y no hay indicio alguno de que esto vaya a cambiar antes de las elecciones, sean estas cuando fueren. No al menos, si ello depende de los actores institucionales. Entre tanto, la sociedad sufre, pero calla. Unos porque han decidido irse del país, otros resignados a adaptarse a lo que hay y, los más, porque sienten que alejados de lo público se puede sobrevivir mejor.
Si nosotros, la gente en general, no asumimos nuestra condición de ciudadanos y no revertimos este curso hacia el desastre, a lo único que se puede aspirar es a la buena suerte, una que no nos ha acompañado mucho últimamente.