Desde que el 15 de enero se anunciaran los nominados a los premios de la Academia (una ceremonia que solo en EE.UU. concentra unos 40 millones de telespectadores), un hashtag se consolidó rápidamente entre cibernautas del mundo entero: #OscarsSoWhite. La campaña promovida por varios miembros de la industria cinematográfica surge para evidenciar que, por segundo año consecutivo, los 20 nominados en las categorías actorales de los premios Óscar son intérpretes blancos de ascendencia europea. Esta problemática ha abierto un interesante debate sobre la diversidad; uno que va más allá de una cuestión racial.
Nada nos enriquece más –como individuos y como colectivo– que la diversidad y todo lo que ello comprende: cultura, oficio, orientación sexual, peso, tamaño o credo. Esta pluralidad potencia los grupos humanos y los hace más fuertes a través del intercambio de ideas y el respeto por las diferencias. Mostrar esa riqueza no solo debería ser lo natural; también es lo justo. En ese espíritu permítame, apreciado lector, sugerir algunos puntos que podrían contribuir a la causa.
1. Promover todo tipo de cuerpos. Mostrar belleza y salud en mujeres y hombres de distintas características físicas (e incluso edades) ayuda a enviar acaso el mensaje más importante que hay: todos somos iguales. En inglés hay un término que resume bien esta idea: body positivity (imagen corporal positiva). Las redes sociales están llenas de referentes y, aunque el mundo publicitario persiste en repetir los mismos ideales de belleza, existen campañas alrededor del mundo que empiezan a mostrar lo contrario. Personajes como Tess Holliday, quien el año pasado se convirtió en la primera mujer de talla 54 (120 kilos) en firmar con una agencia de modelos, son imprescindibles para lograrlo.
2. Dar protagonismo a las minorías. El concepto, aunque a veces asociado a una connotación negativa, define los grupos de población que no tienen una posición dominante (las mujeres, en muchos casos) o poseen características diferentes (étnicas o lingüísticas, por ejemplo). Es necesario hacer visibles más referentes en todos los ámbitos: desde líderes políticos o de opinión hasta representantes en sectores de interés internacional, como la gastronomía o el deporte. Figuras centrales, no complementarias, que reciban igualdad de condiciones.
3. Prescindir de estereotipos. La representación burlona que ridiculiza a algunas personas por su raza o condición sexual no solo alimenta el prejuicio: también marca una distancia y contribuye al desconocimiento. Esto es especialmente perjudicial para los niños. Las diferencias están para celebrarse: nunca para juzgarse.