Muchos creen que los últimos días han sido difíciles para don Alberto. Inhumanos insisten en dejarlo sin su teléfono –su único contacto con el mundo exterior– y en asegurar que debe seguir cargando culpas ajenas por los casos de Barrios Altos y La Cantuta. Peor aun: algunos pánfilos hablan de desalbertizar Cambio 90, perdón, Fuerza Popular.
Pero don Alberto no se amilana. Lo hemos visto en la misiva que hizo pública estos días, y en la que no solo nos dice que hay de él para rato (“ni siquiera he comprado la tumba ni me encuentro en vías de momificación”), sino también salda la discusión sobre quién manda a quién. “Yo soy el líder del fujimorismo”, ha sentenciado. El ex mandatario ha continuado: “Y creo que, con todo derecho, también del Perú moderno”. Más contento –y menos depresivo– que nunca, el ex presidente ha mostrado, agregaríamos, mucha elegancia con eso del “con todo derecho”: no quedan ahora tampoco dudas sobre ese algo incómodo tema de la dictadura...