El viernes pasado, Día de San Valentín, Telefónica del Perú (Movistar) y el Osiptel nos dieron una nueva muestra de la falta de amor que caracteriza su relación. Ese día, el regulador ordenó a la empresa dejar sin efecto su último aumento de tarifas de Internet fijo por no haber contado con su aprobación previa. Telefónica, por su parte, señala que ha cumplido con la normativa vigente al informar de este aumento al regulador y a sus clientes con la debida anticipación.
Pero el tema no queda allí. A raíz de este incidente, el Consejo Directivo del Osiptel ha decidido darse 90 días para analizar si en el futuro las tarifas de este servicio deban ser fijadas por el regulador y ya no por cada empresa. Ello, porque sospechan que este y los siguientes aumentos previstos por Telefónica responderían a un “excesivo poder de mercado”.
A diferencia de los mercados en los que hay un solo proveedor (en donde la regulación de precios es la norma), la fijación de tarifas en uno que cuenta con varios competidores es una medida extrema que solo tendría sentido bajo la certeza de que la competencia no podrá evitar (ni ahora ni en el futuro) que una empresa con poder de mercado abuse de él. Y si bien la última palabra la tiene el Osiptel, un análisis del mercado de Internet fijo revela un par de tendencias que me hacen dudar de que este sea el caso.
La primera, que el número de conexiones se viene reduciendo rápidamente. Según cifras del regulador, estas cayeron poco más de 10% entre marzo y setiembre del 2019 (la última cifra disponible); una reducción enorme, en un período cortísimo, que probablemente tenga su origen en el mayor uso de Internet móvil (cuyos precios han caído muchísimo). La segunda tendencia es que la participación de Telefónica en el mercado de Internet fijo viene cayendo desde el 2010, pasando de suministrar más del 90% de las conexiones al final de ese año a proveer el 70% en setiembre del 2019. Si bien este porcentaje sigue siendo bastante alto, se trata de una tendencia en aceleración. La mayor caída se produjo durante el 2019, debido, sobre todo, al crecimiento de las participaciones de Claro y Entel.
En estas circunstancias, la decisión de regular las tarifas difícilmente se sostendría desde el punto de vista técnico, ya que no es razonable suponer que una empresa está en condiciones de imponer precios abusivos cuando viene perdiendo mercado ante sus competidores. Menos aún cuando este se viene reduciendo por la irrupción de sustitutos.
Por otro lado, aun si el Osiptel concluye que Telefónica cuenta con significativo poder de mercado y está en condiciones de abusar de él, puede tomar medidas más eficientes y menos desincentivadoras de la competencia que la fijación de tarifas. Yo, por ejemplo, le daría una mirada a sus políticas de empaquetado de servicios, de facilitación del cambio de proveedor y de promoción de nuevas tecnologías.
Sea cual sea la decisión que tome el regulador, va a tener que sustentarla muy bien. Al final, no se trata de castigar o no a una empresa, sino de generar las condiciones para el desarrollo de Internet en el país. Una decisión poco técnica solo podría lograr el efecto contrario.