Mire cómo terminaron aquellos que siguieron a pie juntillas los consejos de quienes ahora lo aplauden. (Foto: Presidencia)
Mire cómo terminaron aquellos que siguieron a pie juntillas los consejos de quienes ahora lo aplauden. (Foto: Presidencia)
Diana Seminario

Anoche se concretó el rumor que invadió Lima durante todo el día. El presidente anunció que planteará una para que se aprueben los cuatro proyectos de reforma constitucional que presentó ante el Congreso.

Con la frase “¡Reforma ya!”, el presidente dio un mensaje a la nación de 12 minutos en el que invoca al Congreso a aplicar el artículo 133 de la Constitución que dice: “El presidente del Consejo de Ministros puede plantear ante el Congreso una cuestión de confianza a nombre del Consejo. Si la confianza le es rehusada, o si es censurado, o si renuncia o es removido por el presidente de la República, se produce la crisis total del Gabinete”.

Es interesante que el artículo al que se refiere el mandatario expresa claramente que le corresponde al presidente del Consejo de Ministros la prerrogativa de la solicitud de confianza. Anoche, durante su alocución, el jefe del Estado apareció solo ante cámaras. Esperamos que el pedido formal se ajuste a la Carta Magna.

Además, ya lo advirtieron varios constitucionalistas. Los proyectos planteados por el Ejecutivo no están bien elaborados y requieren una revisión y modificación de forma y fondo, tal y como lo puntualizó Natale Amprimo: “El presidente no tiene la facultad de pretender que el Congreso apruebe una ley, en los términos que él quiere y en un tema que no es de su gestión”.

Pero el artículo 133 de la Constitución no puede desvincularse del 134, que señala que el presidente de la República está facultado para disolver el Congreso si este ha censurado o negado su confianza a dos consejos de ministros. Es claro que a eso apunta el mandatario aupado por las mismas barras bravas que llevaron al poder a Alejandro Toledo, Ollanta Humala y a la ex alcaldesa Susana Villarán.

Hace bien el presidente Vizcarra en exhortar a los congresistas a “sumarse a esta lucha frontal contra la corrupción” y recuerda los sucesos del año 2000, cuando vimos a través de los ‘vladivideos’ cómo se compraban las conciencias de parlamentarios. Y en julio de este año fuimos testigos de los repugnantes diálogos en los que se canjeaban penas a violadores, a cambio de dinero. Pero el jefe del Estado no le dedica un solo segundo de su alocución al tema Lava Jato, un caso sin precedentes de corrupción que no solo alcanza al Perú y a dos de sus ex presidentes, sino que se ha extendido por toda la región.

Y es precisamente el ruido político del referéndum y las necesarias políticas que hacen que algunos pierdan el foco y no vean que, luego de varios meses de entrampamiento, se empieza a despejar la maraña y se ha logrado restablecer por completo la cooperación con Brasil.

Cuidado, ingeniero Vizcarra, que es precisamente esa corrupción a la que usted proclama que quiere combatir la que podría beneficiarse ante la inestabilidad y el caos que generarían el cierre del Congreso y adelanto de elecciones. Tienda puentes con la mayoría parlamentaria y que esta sea capaz de anteponer los intereses del país a cualquier cálculo político. Comprométalos.

Vaya sin prisa pero sin pausa. Mire cómo terminaron aquellos que siguieron a pie juntillas los consejos de quienes ahora lo aplauden y lo conminan a que cierre el Congreso. Ponga al Perú primero.
No se equivoque, presidente.