Arriba de Brasil y entre las Guyanas se encuentra Surinam, un país de apenas 163,820 kilómetros cuadrados de superficie. Antes colonia de Holanda por más de 300 años, hoy es un atractivo turístico para los que aman la jungla y la aventura. Sin embargo, en el universo de la serie de Netflix “Narcosantos”, más de la mitad de la población participaba del contrabando de droga desde hace solo doce años. En esta historia basada en hechos reales, la amazonía surinamesa y la diversión que ofrecen sus ciudadanos están en los extremos más violentos. Con total descaro, los narcos cuelgan cuerpos de sus víctimas en las calles y dominan el comercio local, mientras tienen como objetivo acabar con el hombre que lo controla todo, el pastor surcoreano Jeon Yo-hwan.
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En la serie, el Pablo Escobar de Surinam es Jeon Yo-hwan, un estafador surcoreano que se convirtió en pastor para predicar una falsa moral basada en el consumo de metanfetamina y cocaína. Es un personaje que domina la red del tráfico de drogas en América del Sur, y también controla la vida de mujeres y niños locales, embriagados por la sustancia, el miedo por cometer pecados y ser castigados con la ira de satanás. El surcoreano Hwang Jung-min multiplica la tridimensional de este pastor mentiroso y todopoderoso con una actuación impecable, aunque parezca sobreactuada por momentos. Sus lágrimas y miradas de cálculo dan la talla al rol que el respetado director Yoon Jong-Bin, compatriota del actor, le asignó en 2021.
Surinam es un país multirracial, por lo que Jong-Bin no tuvo inconveniente en juntar a Corea del Sur, China y Estados Unidos en el guion de la serie. En “Narcosantos”, el capo más importante tiene muchos enemigos. Uno de sus rivales es el narco chino Chen Ji, interpretado por el actor taiwanés Chang Chen (del reparto de “Dune”). Pero el bando de la justicia está del lado del comerciante de pescado surcoreano Kang In-gu y el jefe del Servicio Nacional de Inteligencia de Corea del Sur (NIS), Choi Chang-ho. Además, en el territorio, tiene presencia la Administración de Control de Drogas (DEA) como una motivación clave para el resto de personajes, que necesita cocaína de Colombia, pero no quiere caer en el mismo error que los colombianos en 1990 de exportar droga a Norteamérica y ser capturados por la justicia estadounidense.
El estilo Netflix
Tantos personajes ficticios y tramas complejizan la historia. No es de creer que el director Yoon Jong-Bin redujera la realidad para hacerla menos descabellada que la ficción. En una entrevista con The Korea Herald, el cineasta hace referencia al personaje del comerciante Kang In-gu: “Al principio, personalmente, me resultó difícil creer la experiencia de tres años de un hombre común que trabaja con el Servicio Nacional de Inteligencia. Es como la historia de una película. (…) Después de entrevistarlo y escuchar sobre su vida pasada, algunas de mis preguntas fueron respondidas. Pero no estaba seguro de hasta qué punto podía confiar en él con sus historias”.
Por eso, Netflix y Jong-Bin reescribieron la historia real en una serie de seis capítulos. Esta fue una combinación del tono de la película “Asuntos infernales” (2002), el estilo latinoamericano y la cámara ralentizada de la saga de “Narcos Colombia” (2015-2017), y las chispas de sangre en los rostros de “Scarface” (1983). Todo ello situado en Surinam, que en realidad es República Dominicana, la locación de rodaje donde tuvieron que filmar, porque no pudieron hacerlo en el país original.
En términos de filmación, puede que los usuarios de Rotten Tomatoes y Twitter critiquen la simulación de la Amazonía surinamesa en tomas generales y la desesperación de los personajes, lejana a la interpretación trágica de un dorama coreano. Sin embargo, el gol de la serie es la mezcla de ritmos solemnes. Esto es escuchar la voz en off al servicio de las imágenes, las cuales cuentan la historia por sí solas. Así, por un lado, el pasado del empresario de pescado y narcotraficante son lentos e impactantes. Por el otro, las llamadas por teléfono y los diálogos entre el jefe del NIS y el narco religioso mantienen la tensión. Da ganas de poner “siguiente episodio”.
“Narcosantos” es una serie pensada para ser masiva en Netflix Latinoamérica. Hay que prestar atención al talento para juntar al mundo narco, el género thriller y la cultura asiática en una misma historia. Bingo: sigue en el Top 10 de las series más vistas en el primer mes de estreno. ¿Dará pie para una segunda temporada? Según Reuters, el canciller surinamés Albert Ramdin amenazó con tomar acciones legales contra la producción por hablar de Suriname como un “Estado narco”. Esto puede perjudicar una posible continuación de rodaje. Así que este es el momento de verla como una oferta de pocos capítulos que deja ganas de mayor profundidad en el dolor de los personajes y más horas del versus entre la justicia y la ilegalidad contra el tiempo.
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