Hace poco leí que lo que comes entre Navidad y Año Nuevo no es lo que importa: “es lo que comes entre Año Nuevo y Navidad lo que realmente tiene un impacto”. ¡Vaya frase! Y es que olvidamos que Navidad es solo 1 vez al año, y le ponemos un peso adicional (e innecesario) a la cena navideña como si fuese el fin del mundo, como si todo nuestro esfuerzo del año se fuese a perder por disfrutar de esta cena que pasa, como digo, 1 vez al año. Pues no es tanto así, porque lo que realmente importa son los hábitos que construyes y tienes los 364 días restantes de tu año.
La Navidad es sin lugar a dudas un tiempo para compartir, para estar con los que quizás no vemos muy seguido y para disfrutar de eso que a los peruanos nos encanta: la comida. Y es irónico porque justamente eso que nos une alrededor de la mesa es lo que a muchas personas les causa estrés, ansiedad y les quita la paz mental. Pensar en calorías, en que está prohibido, o si vas a romper la dieta o no, son inquietudes que como nutricionista escucho muy seguido en estas épocas.
Pero la verdad de la cosa es que si vienes construyendo buenos hábitos a lo largo del año no tienes por qué temer de la cena navideña. La relación que se construye con la comida es un proceso y algo que se trabaja día a día con conocimiento y práctica. Justamente cuando se tiene una relación saludable con los alimentos es que vamos dejando de lado esta idea del “todo o nada”, del “lunes empiezo dieta”, de lo "prohibido”. Y es ahí cuando empezamos a disfrutar realmente sin miedo, sin culpa.
Así que esta Navidad no te estreses. No cuentes calorías. No le quites la magia a la cena navideña. Siéntate en la mesa y comparte con tu familia. Come a consciencia ese plato que te recuerda a tu infancia, saboréalo y DISFRÚTALO… porque de eso se trata. Recuerda que son los otros 364 días de buenos hábitos los que importan para lograr ese estilo de vida saludable y sostenible a largo plazo. ¡Feliz Navidad!
Más de la nutricionista Maca Bustamante aquí: @macawellness