Empecemos por lo más obvio. En un mundo que es de por sí cruel con las mujeres a cualquier edad, sobrevivir a los baches de la vida (llámense crianza de los hijos en solitario, divorcios, dificultades económicas, prejuicios intelectuales, entre otros) y salir airosa de todo eso, definitivamente no es ni será fácil para ninguna. Sobrevivir a los baches de la vida y salir airosa, pero con la boca bien pintada de rojo, ya es hablar de otro nivel de grandeza. Ahí es donde encontramos a la inagotable ciudadana peruana multioficios de nombre Susy Díaz.
Mantenerse vigente pasados los 50 en el mundo del espectáculo local es más que una proeza: es una lucha constante. Ivonne Susana Díaz Díaz (Lima, 28 de setiembre de 1964; signo de libra) no solo lo ha conseguido, sino que continúa superándose a sí misma una y otra vez. Es imagen de campañas publicitarias de grandes empresas (bancos, compañías telefónicas; incluso protagonizó un spot promocionando un coleccionable de arte para este Diario), y el rebote que hay en sus redes sociales la ha consolidado como toda una influencer. Ella lo sabe.
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Es imposible que ponga un pie en la calle sin que una multitud la aborde para robarle una foto, un saludo, o tan solo para verla de cerca. Yo he sido testigo de ese fenómeno al menos 3 veces: una vez en Mistura; luego en la laguna de Llanganuco (¿Cuáles son las probabilidades de encontrarse con Susy Díaz precisamente ahí?); y otra en el Jirón de la Unión. Tal y como escribió Gabriela Machuca en una nota que fue portada de Somos en febrero de 2018, justo antes de empezar la sesión de fotos en Agua Dulce (que acompañaría dicho artículo) ella misma les advirtió: “¿Están seguros de que quieren hacer esto? Tendrá que ser rápido. Primero llegarán tres, pero después, 30″. Susy se equivocó. Llegaron por centenares.
Como ocurre con las grandes estrellas de Hollywood, Susy Díaz es -a la vez- el estereotipo y el original. Una figura única en su clase: astuta, cercana, auténtica, solidaria y (por muy irónico que suene) capaz de transmitir inocencia en muchas de sus acciones. Donó su primer sueldo como congresista a los vecinos de Pamplona Alta. Se robó las cámaras en pleno concierto de Fifth Harmony durante una transmisión del estadounidense “The Today Show” y se volvió viral. Conquistó al cantautor más emblemático del criollismo y también a un cebichero de dudosa reputación (lo cual confirma que en su corazón hay sitio para todos). Pronunció una de las frases más repetidas del léxico popular: “vive la vida y no dejes que la vida te viva”, y comparte casi a diario ‘dietas’ cuya efectividad nunca se ha comprobado, pero algo de sustento deben tener.
Esa misma mujer es quien ha salido ahora a la calle a promover la vacuna que hará frente al COVID-19, y solo por eso ya tiene un sitio garantizado en la gloria.
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Disfrazada como la “Doctora Vacuna” (para un reportaje televisivo), Susy se propuso informar a los transeúntes limeños sobre los beneficios de la vacunación, respetando los protocolos y el distanciamiento social. A esa Susy tan nuestra, tan todo, le dedicamos este decálogo de razones por las que debería estar incluida en los libros de Historia.
1. Porque sabe cómo burlarse de sí misma (y sacarle provecho). Sea en el personaje de “La Chuchi”; disfrazada de El Guasón (en evidente referencia a los retoques estéticos a los que se ha sometido); o incluso después de publicar una foto donde afirmaba que su ex pareja, Augusto Polo Campos, se le había aparecido en las nubes. Si algo nos ha enseñado Susy Díaz es a perderle el miedo al ridículo. “La gente que se burla no está conectada con el universo cósmico”, dijo al respecto. Bien puede ser una de sus frases más célebres.
2. Porque reivindicó la mala fama del número 13. La cifra más temida de la cultura pop encontró en la nalga de Susy Díaz el espacio idóneo para demostrar que ni trae mala suerte, ni es símbolo de augurios terroríficos. Durante su campaña al congreso en 1995 Susy eligió dibujarse en el trasero el número con el que postulaba en la lista del Movimiento Independiente Agrario. El resto, por supuesto, ya es historia. “No gasté ni un sol (en la campaña)”, afirmó una vez. Fue la única de los candidatos de aquel partido en obtener una curul, dicho sea de paso.
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3. Porque –a diferencia de otros sentenciados– pagó toda su reparación civil. En 2009 Díaz fue sentenciada a tres años de prisión suspendida por el delito de cohecho activo, tras recibir dinero de Vladimiro Montesinos. El Poder Judicial ordenó a la ex congresista a indemnizar al Estado con 200 mil soles, monto que pagó en su totalidad. En su descargo aseguró no haber recibido ninguna suma económica, ni haber ido a la Sala del SIN.
4. Porque nos enseñó que los revolcones son parte de la vida. Ya es mítico el video donde el mar de la Costa Verde revuelca a la ex vedette durante la filmación de un reportaje televisivo. “Casi me he ahogado”, dijo al estar sana y salva en la arena, sin perder por un momento la sonrisa. El flotador se rompió, pero a Susy no se le corrió el rimmel ni un solo milímetro.
5. Porque para lograr las metas hay que empezar de cero. Muchos no lo saben, pero antes de entrar a Risas y Salsa Susana Díaz fue recepcionista de Panamericana Televisión, labor que desempeñó durante tres años. Luego sería contratada como bailarina y, para perfeccionar su arte, estudió en el Club de Teatro de Lima.
6. Porque cumple sus promesas. Antes de llegar al Congreso Susy se comprometió a donar la totalidad de su primer sueldo a los vecinos de Pamplona Alta. Decidió visitar casa por casa y entregar un billete de S/100 a cada familia.
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7. Porque denunció el acoso sexual. Durante sus años como congresista Susy Díaz afirmó haber sido víctima de acercamientos indebidos y de bullying. “Muchos se burlaban de mí cuando pedía la palabra para defender mis proyectos, y eso no solamente pasaba con los hombres; había congresistas mujeres que me hacían bullying”, ha declarado al respecto. “Unos me querían invitar de viaje, otros aprovechaban para pegarse a mí, pero yo los ponía en su lugar. Hubo uno que ya olvidé su nombre que entró a mi oficina e intentó sobrepasarse. Yo reaccioné, me defendí y lo boté”, ha dicho sobre el acoso que sufrió. Su consejo para las mujeres es que siempre se pronuncien y denuncien.
8. Porque el rechazo no es motivo de vergüenza, sino pura inspiración. Susy Díaz es la reina del doble sentido y ha construido una carrera en torno a eso. Quizá la mejor muestra de este peculiar talento se resume en el éxito de la década del 2000 “La Arrechazada”, que incluso ha sonado en un reciente spot publicitario para una empresa telefónica. Allí, Susy se “disculpa” con el Perú por su carrera musical. Otro de sus grandes hits es el recordado “Te toca la trompeta”.
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9. Porque el rojo empodera. Si alguien sabe cómo enviar ese mensaje a través de su look, esa es Susy Díaz. Ya sea con el 13 de su nalga, el labial de sus labios, las sábanas de su dormitorio, las cortinas de su casa, o los vestidos que usa con frecuencia: Susy es una mujer que cree en las cábalas y es consciente de la envidia que hay a su alrededor. “Lo uso como protección”, ha dicho sobre su predilección por aquel tono. Además, Díaz visita con frecuencia a “Las Huaringas” (Huancabamba, Piura) para limpiarse de la mala vibra. Cuenta la leyenda que una vez pidió que su nombre saliese siempre en los periódicos... y bueno, aquí la tienen.
10. Porque gracias a ella provoca hacer dieta. No es nutricionista (aún) pero ha recomendado más dietas que cualquier experto en la materia. Las suyas no necesariamente involucran alimentos y tampoco tienen que ver con perder peso. Estos son más bien consejos de vida, mantras para seguir adelante. Y, casi todos, por supuesto, de índole sexual. Algunas de ellas son impublicables, pero aquí unos cuantos ejemplos: la dieta del panetón: darse un buen atracón con un buen empujón; la dieta de la menestra: hasta que amanezca; la dieta de Gregorio: en el escritorio; la dieta del heladero: hazlo sin parar. Las interpretaciones, evidentemente, son libres.
Finalmente, aquí una que sí podemos aplicar: “la dieta de Susy Díaz: todos los ‘díaz’”. No nos cansaremos nunca de ponerla en práctica.
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