Correr cinco veces por semana. Casi siempre por las mañanas, a veces por las tardes, nunca por las noches. Correr para que el cuerpo se mantenga activo, como un auto del siglo pasado cuyo motor hay que encender a diario para evitar que colapse. Correr sabiéndome un novato, un total advenedizo en el reino de los runners, tan profesionales en su atuendo, tan regulados en su dieta, tan fotogénicos en sus redes.
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