Cualquier paseo podía ser eterno cuando se terminaba en la terraza del Haití. Intelectuales, artistas, extranjeros y parroquianos de toda índole se han sentado dentro y fuera de sus salones por más de medio siglo, atrapados por la magia de su ambiente y la calidez de aquellos que allí aguardan. No hay Miraflores sin Haití, es cierto, pero hubo un Haití sin Miraflores. El local original fue inaugurado por Antonio Neri a mediados del siglo XX a espaldas de Palacio de Gobierno, bautizado Haití en honor a la marca de la cafetera que puso color a su barra en esos primeros años.
Después de una década de trabajo, el espacio fue vendido. Con el dinero obtenido, Neri y sus socios abrieron un nuevo local en el distrito que se perfilaba en aquel momento como la nueva zona de moda de la capital: Miraflores. Era febrero de 1962.
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Han pasado casi sesenta años de eso y es Stefano Arfinengo Neri quien comanda hoy el negocio, continuando con la tradición empezada por su abuelo Antonio y también seguida por su padre, Pier. “Este es un local que ha resistido de todo. Hemos tenido la suerte de que esté muy bien ubicado, pero nos ha tocado vivir épocas difíciles, incluido el terrorismo, con bombas que han explotado prácticamente a nuestro lado”, nos contó Stefano hace algunos años. Lo que nunca vieron venir –como ninguno de los restaurantes que componen la oferta de nuestra Lima gastronómica– fue un escenario de pandemia. El Haití pasó de atender 20 horas al día (poseen licencia de 24 horas) a no hacerlo ninguna: sus puertas se mantienen cerradas desde marzo.
El domingo 2 de agosto de 2020 ocurrió algo insospechado: a través de redes sociales se filtró un anuncio no oficial, donde se afirmaba que el Haití había cerrado para siempre. Las respuestas no se hicieron esperar. Entre lo bueno y lo no tan bueno, fue la nostalgia lo que tiñó la mayoría de reacciones: “yo conocía ahí a mi esposa hace 30 años”; “recuerdo haber ido con mis abuelos de niño”; “cada vez que regreso a Lima es ahí donde me encuentro con mis amigos”.
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Al terminar el día el restaurante publicó un comunicado tras meses de silencio en redes: “Estamos evaluando y trabajando para afrontar esta crisis de la mejor manera y así ver la posibilidad de re abrir nuestras puertas cuando las condiciones sean más adecuadas”, decía dicho posteo. ¿Qué había ocurrido y a qué se refieren exactamente?
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“El Haití no ha cerrado, pero está cerrado y estamos en negociaciones para ver cuáles van a ser las condiciones durante los meses que sigamos así”, le cuenta a Somos Stefano Arfinengo, gerente general de dicho restaurante. “Sospechamos que esto se filtró a manera de chisme, por alguien que vio que el local sigue cerrado todos estos días y asumió que era para siempre. Para nosotros el sistema de delivery es complicado y de momento la atención al público –algo que podríamos hacer– no es algo que nos convenga. El Haití no es un restaurante como otros: la experiencia y el ambiente son fundamentales. Tampoco podríamos hacer recojo en el local, porque no tenemos estacionamiento”, continúa.
Según explica Arfinengo, mantener la planilla -más de sesenta empleados- ha sido lo más complicado: muchos trabajadores tienen más de cinco décadas trabajando con ellos. “Nosotros no calificamos para la suspensión perfecta, así que tuvimos que llegar a un acuerdo con todo el personal; hemos seguido pagando sus sueldos, pero acomodados a esta situación. Siguen perteneciendo al Haití y seguirán cuando volvamos a abrir las puertas”. Cuándo ocurrirá es algo que aún no saben.
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“El toque de queda nos afecta bastante: antes podíamos abrir hasta las tres de la mañana el fin de semana y nuestro pico de ventas empezada a las 7 de la noche. Por otro lado, el aforo del 40% es algo que no nos conviene; eso sin contar que nuestro público de la mañana era un público adulto, que hoy tiene miedo a salir, y el impacto que la visita de turistas tenía para nosotros”, indica el gerente. El local es alquilado desde 1962, pero afortunadamente han podido llegar a un acuerdo favorable con el propietario.
Arfinengo insiste que, si bien podrían abrir bajo las condiciones de bioseguridad que exige el nuevo escenario Covid-19, es una elección de la administración no hacerlo de momento. Lo que queremos es abrir para quedarnos, y no hacerlo para de aquí a dos o tres meses quebrar. “Si en tres meses el aforo puede ser del 70% y el toque de queda a las 10 de la noche, tendríamos la opción de abrir el local. El Haití está a la espera de ver cómo mejoran las condiciones no solo laborales, sino de seguridad y el avance de la enfermedad”, finaliza. Mientras eso ocurra, nos quedan -al menos- los recuerdos.