A uno lo vi en París y a otro en Casa Grande, la antigua hacienda cercana a Trujillo. Ambos estudiaron Diseño de Modas, pero Roberto (por ahora en la capital francesa) eligió especializarse en moldes y la arquitectura del traje. Paulo, en cambio, se orientó hacia los estampados y los colores. Uno tiene los pies en la tierra y el otro es el soñador. Sus amigos los diferencian apenas por un lunar: solo lo tiene Paulo encima del labio.
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