Hombres y mujeres le gritan “¡buenazo!” por la calle, cada vez que lo reconocen. Y es que Rodrigo Fernandini (Chiclayo, 1991), chef, modelo y ahora ‘influencer’ gastronómico, suele decir esta expresión pegajosa —muy a su estilo— al terminar de preparar sus recetas virales en redes sociales.
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A Fernandini le nació el amor por la cocina desde pequeño. En Chiclayo, Pimentel, veía a su mamá comprar los pescados e insumos para el almuerzo de cada día, y todo eso le fascinaba. Tanto, que desarrolló la costumbre de ‘meterse’ en las ollas para oler el aderezo de cebollas y ajos. Eso era lo suyo, pero no siempre estuvo del todo convencido. Tenía miedo: “Fue un asunto económico: no se gana muy bien como cocinero, y no solo en el Perú”, nos confiesa Fernandini.
Sin embargo, con el paso del tiempo y mucho trabajo, él mismo se dedicó a demostrar que su camino era la gastronomía. Actualmente, es chef de Artesano, un famoso restaurante de alta cocina peruana en Nueva York. En Estados Unidos comenzó desde cero. Trabajó en restaurantes y, poco a poco, fue escalando hasta lo más alto. Lo primero que hizo fue ofrecer un exitoso menú degustación ‘pop up’, que se hizo muy popular por sus platos peruanos. Pero antes de ejercer su pasión culinaria en la Gran Manzana, Fernandini se hizo conocido en la televisión peruana.
Desde los 15 años (y para cachuelearse) trabajó como modelo y de extra en comerciales, incluso llegó a ser Mister Perú y representó a nuestro país en Mister Mundo 2012, en Londres, una experiencia que lo hizo sentir muy orgulloso. En la televisión fue participante de “Esto es guerra”, exitoso ‘reality’, y parte del elenco del programa “Very verano”. Estudió Derecho y Administración, pero esas carreras no lo llenaban —se sentía frustrado—; hasta que decidió darse la oportunidad de seguir su corazón.
—¿Cómo te convenciste de que querías ser chef?
Mientras trabajaba y estudiaba en Le Cordon Bleu, pasó algo importante para mí. En el colegio tuve una experiencia educativa pobre personalmente, no me hallaba, era muy inquieto. Para el estándar podría haber sido considerado no inteligente, pero pasé de esa situación a una educación que me ilusionaba y me animaba a ser el mejor. Terminé primero en mi clase. Fue una decisión arriesgada en su momento, que me ayudó a estar donde estoy.
—Con una cocina tan rica y diversa como la peruana, ¿por qué te fuiste a Estados Unidos?
En mi mente solo había sitio para la cocina. Había leído biografías de cocineros exitosos y todos tenían en común que habían salido del país. Sentí que era el momento. Pienso que es importante como cocinero expandir tu mente, tocar otros productos, probar otros sabores y entender otras técnicas. Elegí California porque mi papá vive allá, pero en ese momento no teníamos la mejor relación. Tras llegar, las dos primeras semanas dormí en el carro, pero era el primero en llegar al trabajo y el último en irme. Así comencé a forjarme un carácter de acero. No me gustan las excusas.
—¿Y cuál era el objetivo de tanto sacrificio?
Quería presentar la comida peruana en el exterior. Continuar con los logros de grandes cocineros y abrir más puertas. Quería enseñar nuestra despensa, nuestros productos y mostrar cómo se hace un buen cebiche. Soy peruano y me siento embajador del Perú. Creo que los peruanos fuera tenemos una misión cívica. Quiero enseñar lo grande que es nuestro país a través de la comida.
—¿Por qué apostaste por la comida peruana en la Gran Manzana?
Es una de las ciudades más competitivas en el ámbito gastronómico. Cuando uno de los socios, que había probado mi menú degustación ‘pop up’ en California, me propuso hacer el restaurante [Artesano] él quería hacer comida latina en Nueva York, un proyecto superambicioso. Obviamente, a quién no le entusiasma ser chef ejecutivo de un restaurante en Manhattan. Sin embargo, yo quise que fuera de comida peruana. Viajé a NY, hice un ‘tasting’ para los socios y les encantó. Llegamos a un acuerdo y Artesano abrió en 2021.
—Te hiciste conocido en el Perú por tu etapa en la pantalla chica. Pero, ¿te sientes reconocido como chef actualmente?
Sí, es una bonita experiencia ser reconocido, y más si es por cosas buenas. Otra de mis pasiones es enseñar y quise hacerlo a mi estilo en redes sociales. Es una forma de estar cerca de la gente que no tiene la oportunidad de visitarme en Nueva York. Cuando vengo al Perú, ya no me dicen Rodrigo, sino me gritan “¡buenazo!”. Me mato de la risa.
—¿Cómo ves actualmente tu paso por “Esto es guerra” y la televisión peruana?
Siento que fue un aprendizaje. Todo lo que vivimos pasa para poder llegar a donde estamos hoy. Fue una etapa, me ayudó a encontrarme y darme cuenta de lo que realmente quería ser. Volvería a la televisión solo con un programa de cocina o de aventura. La gastronomía peruana ha dado la vuelta al mundo, está en los primeros puestos de las listas internacionales.
—¿Esto nos abre más puertas?
Han ayudado a poner más atención a lo que está pasando en el Perú. No sé por qué aún no hay estrellas Michelin, te aseguro que habría muchos restaurantes con más de una. Listas como The World’s 50 Best generan algo increíble. Tengo amigos que solo viajan a comer a Lima y me comentan que estuvieron en Central, Mayta, etc. y tuvieron una linda experiencia.
—¿Nos puedes adelantar algo del documental que estás preparando sobre el cebiche?
Siempre me preguntan qué tanta vaina con el cebiche peruano. El objetivo del documental es responder esas inquietudes y entender el porqué de tanto afán. Vamos a recorrer el país mostrando los inicios del cebiche, cómo se come en el mundo, el de carretilla, de alta cocina, en la playa, el cebiche caliente, de trucha, de dorado en la selva. Me entusiasma bastante, espero tenerlo listo este año y verlo en cines peruanos y alguna plataforma grande de ‘streaming’. //
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